Si quieren saber más a fondo la vida y obra de Oscar Wilde, les recomiendo que visiten Londres”. Esta frase no la dice alguien de la calle, sino una empleada del Museo de Literatura de Irlanda ( MoLI) que admite que, más allá de un plafón, en el que se resume muy brevemente su trayectoria, no hay por ahora mucha más información sobre uno de los poetas y escritores irlandeses más destacados del siglo XIX.
El centro, más enfocado en otros célebres autores, como James Joyce, pues alberga una primera edición del Ulises , es consciente de lo poco que destaca el autor de El retrato de Dorian Gray y, pese a la tardanza, ha decidido ponerle remedio, aprovechando que este 2025 se celebra el 125 aniversario de su muerte. Este lunes, por ejemplo, se inauguró la exposición De Profundis , una proyección en bucle en la que activistas LGBTIQ+ leen la que está considerada una de las mejores cartas de amor. Escrita por Wilde durante sus dos años de encarcelamiento en Reading, tiene como destinatario a Alfred Douglas, su amante y quien, sin quererlo, convirtió su vida en un camino sin retorno.
“No tengo claro que fuera de mi escuela se estudie a Wilde en profundidad”, dice una alumna de Enniskillen
La relación entre ambos desató la furia del marqués de Queensberry, el padre de Douglas, que insultó a Wilde con una nota que dejó en el club que este frecuentaba. El texto decía: “Para Oscar Wilde, que alardea de sodomita”. El rifirrafe podría haberse quedado aquí, pero el autor, convencido de que su popularidad se impondría a cualquier obstáculo, decidió denunciarle por difamación e injurias. Nunca imaginó que la situación daría un giro de 180 grados y que acabaría acusado de “grave indecencia”, motivo que le llevó a prisión y le convirtió en protagonista de uno de los mayores escándalos de la época.
En un país conservador como Irlanda, no es de extrañar que este fuera uno de los principales motivos que animaron a dejar de lado esta figura. “No ayuda tampoco que él manifestara desde una edad muy temprana sus ganas de marcharse y de pertenecer a la sociedad londinense. Consideraba que ser irlandés era pertenecer a una categoría inferior y esto es algo que ha costado perdonar”, explica a bet365 el experto en cultura y literatura irlandesa Loic Wright desde el Trinity College. En esas cuatro paredes, varias décadas antes de que se pasearan S amuel Beckett o Sally Rooney, estudió Oscar Wilde, aunque no haya siquiera un busto de él entre los varios que se exponen en su lustrosa biblioteca, donde se custodia el famoso libro de Kells.

Imagen del Trinity College
Poco queda de aquellos tres años, más allá de un código QR con el que se puede acceder a las publicaciones en línea relacionadas con el intelectual y que forman parte de la colección digital. Una de las estudiantes, que en su tiempo libre ejerce de guía para los turistas, reconoce no saber en qué edificio tenía ubicada su habitación. Si conoce mejor la historia de otros compañeros populares antaño, como Jonathan Swift o Bram Stoker .
“Fue en la zona conocida como Botany Bay”, ilustra Martin Burs, actual director de la Oscar Wilde House, la residencia de Merrion Square en la que el autor pasó su infancia junto a sus padres –la poetisa Jane Wilde, más conocida como Speranza, y el otorrinolaringólogo William Wilde, que también protagonizó su propio escándalo tras ser acusado de violación por una joven llamada Mary Travers–. Burs es uno de los principales impulsores de que se recupere la figura de Oscar Wilde en Dublín gracias al festival Oscarian a , que en octubre celebrará su tercera edición, que promete ser todavía más multitudinaria que las anteriores. En un mes, calcula hacer públicas la mayoría de actividades que tendrán lugar.
“Me encantaría poder hacerlo antes, pero no obtengo ayudas públicas para sacar adelante esta celebración y todo lo organizo en mi tiempo libre”. Lo que sí avanza es que sus ya tradicionales rutas, en las que recorre el Dublín de Wilde, se continuarán haciendo en vista de su popularidad, pues atraen tanto a locales como a extranjeros, que viajan expresamente para ello. Quien sabe si las autoridades, conscientes de ello y en medio de este ejercicio de autocrítica y rescate, encontraran en ello un motivo para levantar un mural de Wilde en el aeropuerto de la ciudad, en el que, una famosa frase de la obra La importancia de llamarse Ernesto acompaña su fotografía: “La verdad rara vez es pura y nunca simple”.
Uno de los puntos más fotografiados de la ruta que organiza Burs es el monumento colorido a Oscar Wilde, que diseñó el artista Danny Osborne y que reposa sobre una roca en el parque de Merrion, estratégicamente colocada con vistas a su vivienda familiar. De nuevo, los paneles aportan información sobre alguno de los trabajos del literato, como el cuento de El gigante egoísta . “Muchos no saben que se inspiró en este mismo parque, que el joven escritor contemplaba desde su ventana. Hubo una época en que estuvo cerrado al público. Cuando los niños pudieron entrar al fin, a Wilde le pareció que todo reverdeció y se volvía más alegre”. Otra estatua que aparece en toda guía que se precie es la que está frente al pub Kennedy’s. “Allí tuvo su primer empleo como reponedor, pues en aquella época era una tienda”.

Escultura de Oscar Wilde en el Merrion Square Park de Dublín
Irlanda del Norte va algo más avanzada que su vecina. En la ciudad de Enniskillen, en la que Wilde vivió durante siete años –de los 10 a los 17– preparan todo tipo de actividades, lideradas en su mayoría por Seán Doran, promotor del festival In our dreams , que se celebrará del 16 al 19 de octubre y que tiene como objetivo promover al escritor. “Irlanda del Norte cada vez es más partidaria de organizar certámenes en lugares en los que años atrás hubo conflicto. Y, en este caso, hacerlo acompañado de literatura tenía todo el sentido del mundo”, cuenta a este diario Doran de camino a la Enniskillen Royal Grammar School, la escuela pública que años atrás fue el internado Portora Royal School, donde residió el escritor.
De nuevo, las ventanas le abrieron mundos. Desde la de su habitación –hoy cerrada “por razones de seguridad”, según apunta la directora del centro, Elizabeth Armstrong –veía el monumento de Cole, dedicado al general Lowry Cole, que inspiró el relato de El príncipe feliz . En la puerta, una alumna responde, sorprendida ante la presencia de un grupo de periodistas que trata de seguir la huella de Wilde. “Forma parte de nuestro temario, pero no tengo claro que fuera de esta escuela se estudie su obra en profundidad”. Doran confirma la sospecha: “Todavía queda camino por recorrer”.