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Contigo empezó todo

por la escuadra

Contigo empezó todo
Redactor de deportes

En ocasiones se me abre una ventanita y por allí me cuelo: me dan la oportunidad de trascender los límites de este diario y asomarme a otras plataformas. Ocurre cuando se acerca una buena carrera, por ejemplo el maratón de Nueva York o la Marató de Barcelona, y me llaman Xavier Bonastre o Arcadi Alibés, compañeros de TV3, y me preguntan:

Vols fer la retransmissió de diumenge amb nosaltres?

Me veo a mis once años, ascendiendo Montjuïc, siguiendo a mis amigos, muchachos más mayores

Siempre les digo que sí porque sentarme junto a ellos, pantalla y micrófono de por medio, es un batiburrillo de sentimientos. Bonastre y Alibés (y Sebas Guim, Quique López Vilalta y Ruth Gumbau, con ellos también he cantado récords) son tan apasionados como atléticos, y cuando revisan datos hilan fino, y se meten en la carrera como si la estuvieran disputando (de hecho, disputan muchas de ellas).

(...)

Arcadi Alibés me llamó esta semana y me preguntó:

T’animes a retransmetre amb mi la Cursa de El Corte Inglés d’aquest diumenge?

Y su propuesta me abrió una ventanita a la memoria pues, de entre las centenares de carreras que he disputado en mi vida, El Corte Inglés fue la primera.

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La Cursa de El Corte Inglés de 2024

Àlex Garcia

Ahora me voy a 1982, a mis once años, cuando la carrera se alargaba hasta los 11 kilómetros. Recuerdo a mi abuela en la víspera, cosiéndome el dorsal a mi camiseta de la canarinha (sí, lo cosió: no teníamos ni idea de que bastaba con cuatro imperdibles, uno por cada vértice), y me veo a mí mismo asomado a la plaza Catalunya, atrapado por un gentío como no había visto nunca entre el que me iba abriendo paso. Me veo ascendiendo Montjuïc hacia el Poble Espanyol, siguiendo a mis amigos, muchachos más mayores que yo que me habían enrolado y que tiraban como demonios.

–Me he desfondado –recuerdo que les dije cuando llevábamos ocho o nueve kilómetros.

Y me rendí.

Me puse a caminar mientras les pedía que se fueran por delante, que ya nos encontraríamos al acabar la carrera, por ejemplo en la esquina del Banco de España. Y mientras los amigos se alejaban y también me adelantaban muchos de aquellos a los que había adelantado antes, empecé a cuestionarme a mí mismo:

–¿Será que no valgo para esto?

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Gracias a Dios, aquel pensamiento se esfumó un poquito más tarde: la primera carrera de mi vida la ganó un maratoniano que se llamaba Jordi Jorba –en los años sesenta, Jorba tenía el récord de España de las inusuales distancias de 25K y 30K–, pero también la gané yo mismo, pues tantos años más tarde sigo saliendo a correr a diario.

Y si el bueno de Arcadi Alibés me llama, arranco a correr detrás de él.

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