Adiós con la cabeza alta. Compitiendo hasta el final. Dejando atrás esa imagen de equipo errabundo, sin alma y que se deshilacha a las primeras de cambio. El ç, mermado por las lesiones y tras una temporada que no invitaba al optimismo, estuvo a una canasta de lograr un imposible ante el óԲ. Kevin Punter, fichado y después renovado para decidir los grandes partidos, tuvo en sus manos sellar el pase a la final four con un tiro sobre la bocina. Pero el intento del escolta, quizá precipitado, solo fue el epílogo de los blaugrana en la Euroliga (85-84). La utopía de remontar un 2-0 a domicilio, algo que todavía nadie ha hecho, se apagó en el último suspiro en la sala Gaston Médecin. Los monegascos, eliminados la pasada temporada en idénticas circunstancias, celebraron el pase, mientras que los de Peñarroya se tuvieron que conformar con una honrosa despedida.
Los barcelonistas, muchas veces acusados de faltos de concentración, laxos en defensa, firmaron una puesta en escena digna del escenario y el contexto. La primera canasta, un mate de Satoransky, fue un anticipo del buen hacer blaugrana de inicio a los mandos de un entonado Anderson. Le secundó al estadounidense un Punter atosigado por la defensa de Diallo, que fue la respuesta monegasca, con nueve puntos, en un primer cuarto de color blaugrana (15-19).