“Me encanta”, con esta sencillez, el rey Carlos III de Inglaterra ha reaccionado tras desvelar su retrato oficial —la reina Camilla ha hecho lo propio con el suyo— en la National Gallery de Londres. Dos años después de su coronación, los cuadros de los monarcas se han hecho públicos, siguiendo una tradición que se remonta a más de 400 años, cuando este tipo de pintura solía convertirse en la imagen definitoria de un monarca.
El retrato de Carlos, con su manto de Estado y de pie junto a la Corona Imperial de Estado, y el de su esposa, la reina Camila, se exhibirán durante un mes en la National Gallery de Londres antes de ser trasladados al Palacio de Buckingham, su residencia permanente, según indicó el martes el propio palacio en un comunicado.
El rey y la reina encargaron los retratos poco después de la ceremonia de coronación en la Abadía de Westminster, en Londres, eligiendo a distintos artistas. Carlos fue retratado por Peter Kuhfeld, mientras que Camila eligió a Paul Benney, según informó el Palacio de Buckingham.
Una pintura “tan humana como regia”
“He intentado realizar una pintura que sea tanto humana como regia, continuando la tradición del retrato real”, dijo Kuhfeld en un comunicado sobre la imagen del rey, cuyo fondo es la Sala del Trono del Palacio de St. James.
Camila aparece con su vestido de coronación de seda color marfil, junto a una corona distinta. Benney explicó que quiso rendir homenaje al carácter histórico de la coronación, pero también mostrar “la humanidad y empatía de una persona tan extraordinaria asumiendo un papel extraordinario”.
Históricamente, estos retratos se usaban como demostración de poder. El ejemplo más antiguo en la colección real es el retrato de Estado de Jacobo I de Inglaterra, Jacobo VI de Escocia, de 1620.