El presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, tuvo mucha actividad en Roma el día de los funerales de Francisco. Se movió ágilmente en la basílica de San Pedro y estuvo a punto de aparecer en la célebre foto de Donald Trump y Volodímir Zelenski sentados cara a cara, muy cerca del féretro. Había una tercera silla preparada y Trump hizo gestos de querer estar a solas con el líder ucraniano.
Macron se vio después con Zelenski y por la noche cenó con Andrea Riccardi, fundador y alma mater de la Comunidad de San Egidio, a la que pertenece el cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, presidente de la conferencia episcopal italiana y nombre fijo en todas las listas de posibles candidatos a la sucesión. Zuppi es en estos momentos uno de los más genuinos exponentes del ala progresista de la Iglesia. El presidente francés mantuvo también otra reunión en Roma, más discreta, que fue desvelada por Il Tempo, diario histórico de la derecha romana, próximo a la primera ministra Giorgia Meloni.
Macron se reunió en Roma con los cardenales franceses para comentar a fondo el cónclave
Había atentos observadores italianos cerca de Villa Bonaparte, el elegante palacio que alberga la embajada de Francia ante la Santa Sede, muy cerca de la Porta Nomentana. En Villa Bonaparte, Macron se reunió con cuatro de los cinco cardenales franceses que hoy se encerrarán en la Capilla Sixtina con los demás electores. Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, Philipe Barbarin, arzobispo emérito de Lyon, Christophe Pierre, nuncio apostólico en Estados Unidos (el embajador de la Santa Sede con una tarea más complicada en estos momentos), y François-Xavier Bustillo, arzobispo de Ajaccio (Córcega). No estaba presente Dominique Mamberti, prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y cardenal protodiácono que será el encargado de anunciar el nombre del nuevo Papa desde el balcón central de la basílica de San Pedro, una hora después de la fumata blanca.
Fue un almuerzo de alto nivel que provocó escándalo en la derecha italiana, vocacionalmente antifrancesa, Más antifrancesa que nunca. “¿Qué pretende Macron, quiere elegir al Papa?”A partir de aquel día se ha iniciado en Roma una campaña contra el cardenal Aveline, también fijo en todas las listas, porque no habla muy bien el italiano. La relación italo-francesa ha retrocedido a 1920. No hay semana sin topetazo entre los dos gobiernos. Meloni no soportaría un papa francés.
El galicanismo surgió en Francia con los cardenales Richelieu y Mazzarino: iglesia francesa ‘nacional’
Podríamos haber escrito Francisco Javier Bustillo, puesto que el arzobispo de Ajaccio nació en Pamplona y tiene doble nacionalidad. Pedro Sánchez podría haberle invitado a un almuerzo con los cardenales españoles en la magnifica embajada de España ante la Santa Sede, la embajada más antigua de Roma, en pleno centro de la ciudad. Ese almuerzo no figuró en ninguna agenda puesto que Sánchez, como bien sabemos, no estuvo presente en los funerales de Francisco. Una reunión de esas características también habría provocado revuelo en España. Estamos hablando de la tentación galicana.
Galicanismo: doctrina política y religiosa que defendía la autonomía de la Iglesia católica en Francia frente a la autoridad del Papa. Una tendencia que alcanzó su máxima expresión entre los siglos XVI y XVIII, en los que brillaron los cardenales Richelieu y Mazzarino (Mazarin en francés), príncipes de la Iglesia y primeros ministros de Francia. La máxima expresión del galicanismo fue la Declaración del clero de Francia (1682), que pretendía configurar una iglesia nacional francesa casi independiente de Roma. Frente al galicanismo, ultramontanismo: la autoridad del Papa por encima de todo. Pío IX proclamó que el Papa era infalible en el Concilio Vaticano I (1870). El Concilio Vaticano II matizó ese principio de infabilidad. El Papa puede errar cuando da su opinión personal sobre un asunto particular.
JD Vance ha hablado con cardenales de su país en busca de un Papa estadounidense y conservador
La ԲDzԲó de la Iglesia ha preocupado siempre al Vaticano. Cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger prohibió que las conferencias episcopales nacionales emitiesen declaraciones doctrinales de carácter vinculante. No son instancias de magisterio. Ratzinger no quería doctrinas nacionales diferenciadas.Pero el galicanismo no solo habla francés. Quizás su nuevo idioma sea el inglés con acento norteamericano.
Han llegado noticias a Roma de una comunicación del vicepresidente de los Estados Unidos, JD Vance, con algunos cardenales de su país pidiéndoles que trabajen para la elección de un papa estadounidense y conservador. La befa de Trump vestido de Papa puede que no esté ayudando mucho a ese propósito. Al católico Vance posiblemente le ha faltado tiempo para preparar el cónclave a fondo. Francisco ha muerto cuando el nuevo poder estadounidense todavía está probando como funcionan los aranceles y los interruptores de la Casa Blanca.
Algunos de las candidatos de primera línea tienen fuerte perfil internacional (Pietro Parolin es el jefe de la diplomacia vaticana, por ejemplo), otros tienen doble nacionalidad, otros han vivido en diversos países. El cardenal estadounidense Robert Prevost, bergogliano mediador, un nombre que hay que retener –un nombre que seguramente a Vance no le gustaría oír en el balcón de San Pedro– tiene un fuerte vínculo con Perú. El que empieza hoy es un cónclave universal.