El interminable recrecimiento del embalse de Yesa, en la linde entre Navarra y ó, sigue lejos de rubricar su esperado punto y final. Pasados 24 años desde que se puso la primera piedra de una obra que en principio iba a durar cinco, se ha confirmado una nueva inversión de 47 millones de euros para consolidar la ladera derecha del pantano, la misma que tuvo que ser estabilizada de urgencia en 2013 por deslizamientos en la zona. “Es una presa con mucha controversia, por lo que queremos que no haya ninguna duda de que es segura”, justificó el lunes el presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), Carlos Arrazola.
El organismo de cuenca ya ha remitido al Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) el nuevo proyecto, que se centra en estabilizar con muros la estructura y construir anclajes, túneles de drenaje y estructuras de impermeabilización en un plazo de 36 meses.
La CHE espera que con estas obras “no haya ninguna duda” sobre la seguridad del pantano recrecido
Su intención es que estos trabajos se ejecuten de forma paralela a los del cuarto modificado del proyecto. Este recoge el cambio de ubicación de los aliviaderos, que permiten el paso del caudal en caso de grandes crecidas para evitar desbordamientos. El plan, todavía pendiente de aprobación por parte del Consejo de Estado, tiene un plazo de ejecución de cuatro años y medio. Fuentes de la CHE creen que se retomará “antes de que acabe 2025”, por lo que no finalizarían al menos hasta el año 2030.
Tras dos décadas de continuos retrasos, desde la CHE son alérgicos a poner fecha final a las obras, aunque esperan que estas sean las últimas. “Confío en que cuando culminemos todos los trabajos del cuarto modificado y la estabilidad de la ladera, junto con la finalización del dique de cola o el muro de Sigüés, habremos acabado”, corroboró Arrazola.
Yesa es una obra clave en la planificación hidrológica de la cuenca del Ebro, sobre todo para los regantes del canal de Bardenas y Zaragoza capital, cuyo suministro de agua de boca proviene en más del 90% de esta fuente. El recrecimiento busca pasar de los 453 hm3actuales a los 1.079 hm3, por lo que su regulación pasaría a ser hiperanual (capaz de almacenar recursos a más de un año vista). “Favorecerá y fortalecerá la capacidad total de toda la cuenca”, certifican desde la CHE.
Sin embargo, las obras han estado plagadas desde su inicio de problemas técnicos, sobre todo en la citada ladera derecha, que obligó a expropiar tres urbanizaciones en suelo navarro por casi 60 millones de euros, y ha provocado una gran contestación vecinal y de grupos ambientalistas, que lo consideran inseguro y temen los efectos aguas abajo de un hipotético colapso.
También critican la opacidad de las cuentas, que con los últimos proyectos ya suman oficialmente 340 millones de euros, pero que se disparan hasta los 500 millones si se contabilizan las indemnizaciones por las expropiaciones o los trabajos en carreteras adyacentes.
Con el recrecimiento de Yesa, junto a los todavía pendientes de operar de Mularroya, Almudévar y Santolea (ó) y San Pedro de Manrique (Soria), la CHE pretendía aumentar la regulación de la cuenca del Ebro en un 60%. Para Arrazola, esta es una capacidad “suficiente”, aunque no se cierra a estudiar y valorar nuevas opciones. “No se pueden tomar decisiones a larguísimo plazo, ya que todo es cambiante”, apostilló.