Hay sitios en el mundo donde aunque dispares sin querer la cámara el resultado es digno de postal. Y el cañón del Antílope, en Arizona, es uno de ellos. Es un cañón en ranura, es decir, un tipo de desfiladero estrecho y profundo cuyas paredes están muy cerca una de la otra. Son accidentes de la naturaleza que se acostumbran a crear por repentinas inundaciones en terrenos de roca blanda y que acaban siendo moldeadas por el viento a fuerza de años. De miles de años.
Lo que los diferencia de otros cañones, como el de Colorado o el de Ordesa, por ejemplo, es que los cañones rasos son extremadamente estrechos; en muchos tramos solo cabe una persona, y sus paredes verticales toman formas curvadas que habrían hecho las delicias de Gaudí.
Los indios navajos sonlos únicos guías oficiales acreditados para mostrarte esta maravilla de la naturaleza
Se trata, pues, de laberintos de colores intensos que cambian de tonalidad según la luz que le toque. Así que no es de extrañar que este atractivo se haya convertido, con los años, en una parada obligada para cualquier viajero que organice un viaje por la costa Oeste norteamericana.
Elcañón del Antílope se encuentra en el norte de Arizona, muy cerca de la frontera con Utah, en tierra de los indios navajos. Y son precisamente los miembros de esta comunidad los únicos guías oficiales acreditados para mostrarte esta maravilla de la naturaleza. Mucho antes de la llegada de los turistas, los navajos ya llamaban al cañónTse’ bighanilini, que en su idioma significa “el lugar donde el agua corre a través de las rocas”.

El cañón del Antílope es un desfiladero estrecho y profundo cuyas paredes están muy cerca una de la otra
En la visita te puede tocar un guía apasionado que te contará cómo se formaron estas formas o uno parco en palabras que se limitará a hacerte la foto de rigor bajo un haz de luz después de hacer la oportuna cola. Sea uno o el otro, es de agradecer que todos dominen la fotografía y que te puedan inmortalizar sin cortarte los pies. Algunos incluso se animan a levantar polvo para que la foto sea más mágica, si cabe. Todo sea por la propina.
La visita al cañón del Antílope
Para visitar el cañón del Antílope hay que comprar la entrada con antelación, porque vuelan. Y su precio no es precisamente barato: a partir de los 60€. Diferentes compañías, todas ellas de navajos, están acreditadas para adentrarse en esta gran brecha. El punto de encuentro acostumbra a ser una casucha de madera en medio del desierto, desde donde, montados en varios jeeps, sale el grupo. Antes de empezar la actividad el guía de turno da una breve explicación de las normas de visita y alguna advertencia, como que hay que ir con cuidado donde se pisa, pues en la zona habitan diferentes especies de serpientes, algunas venenosas.
Ya en la boca del cañón, los nervios empiezan a aflorar. Uno sabe que está a punto de entrar en un lugar de ensueño que ha visto en mil fotos antes. Y, con todo, la experiencia, no defrauda. Andar entre las rocas rojas lisas y mirar al cielo para ver cómo entra la luz es uno de esos recuerdos esenciales que salvaría nuestra Alegría si fuéramos los protagonistas de Inside Out.
Dos cañones en uno
Aunque comunmente se hable del cañón del Antílope lo cierto es que existen dos recorridos diferentes: el superior (upper) y el inferior (lower). El cañón superior es más accesible y famoso por las fotos de rayos de luz. Su acceso es bastante fácil, lo que permite que lo visiten hasta personas mayores, y se adentra unos 200 metros en la roca. Las horas centrales del día son las mejores, ya que es cuando la luz cae verticalmente dentro del cañón y se produce la magia.

El acceso al cañón inferior es a través de unas escaleras
Por otro lado, el cañón inferior, al que se accede por unas escaleras metálicas, es mucho más estrecho y recibe una iluminación más tenue. El recorrido es bastante más largo (unos 500 metros) y angosto. La ventaja de este cañón es que acostumbra a ser menos concurrido que el superior. Sea como sea, ambos son tan fascinantes que muchos viajeros no se conforman con visitar uno solo.
Más allá del Antílope
Cerca delcañón del Antílope hay otros atractivos dignos de visita. A escasos 15 minutos en coche está el que probablemente el meandro más fotografiado del mundo, el Horseshoe Bend, un “Hoces del Duratón” tamaño XXL. Esta espectacular serpiente fluvial formada por el río Colorado deja sin aliento tanto o más que el propio cañón, sobre todo si se visita al atardecer.

Horseshoe Bend, un espectacular meandro del río Colorado
A otro cuarto de hora en coche está el lago Powell, cuyas azules aguas contrastan con el entorno rojizo y terroso. En este embalse se pueden dar paseos en kayak, hacer esquí acuático o pescar. Si el viaje te coincide en verano, verás decenas de americanos que veranean por la zona y que se desplazan con sus enormes pickups de rigor y una lancha en el remolque.
Y algo más lejos, pero no mucho si usamos la vara de medir estadounidense, llegaremos a Monument Valley. El valle que catapultó a la fama a John Wayne está a apenas dos horas de la pequeña Page, la ciudad más cercana al cañón del Antílope y campamento base para explorar la zona. Y merece la pena el viaje para comprobar que el precioso decorado de películas del oeste que veíamos de niños en las cálidas tardes de verano existe en realidad.