Más de 10.000 viajeros se quedaron atrapados el pasado domingo en la alta velocidad que une Madrid con el sur de la península Ibérica por un incidente presuntamente provocado. La investigación arrojará luz sobre lo sucedido. Seis días antes se produjo la incidencia energética más grave del país, con un apagón que dejaba a la península sin luz durante varias horas, generando una caída del consumo muy significativa. Son sólo dos hechos recientes, serios, que han provocado una ola de críticas hacia el Gobierno, poniendo en duda su capacidad de gestión. Hay quien incluso está intentando dar la imagen de un país caótico. Hay que analizar con detalle estas reacciones y aprender a separar el grano de la paja.

Multitud de viajeros esperaban en Atocha que se normalizara el servicio
Las redes sociales han sido el escenario principal de estos comentarios. Se ha podido leer y ver de todo, desde vídeos con gracia, como a un integrante de Los Morancos animando a los pasajeros de un tren varado en La Mancha, a auténticos dramas. Una parte de la opinión pública está indignada y la que no lo está de momento lo estaría si fuera víctima de un incidente de este tipo.
El debate da mucho más de sí y enlaza con una sensación bastante común entre la población: el deterioro de los servicios públicos. El retroceso se plasma a diario en las mismas redes sociales. Basta con comprobar el funcionamiento de la sanidad –pruebe a solicitar una cita en su médico de cabecera- o de la educación –el mismo 28 de abril, el día del apagón, hubo una huelga en las universidades públicas madrileñas-. El “vuelva usted mañana” se está imponiendo por la ineficiencia de una parte del sistema administrativo del país. Probablemente usted lo haya sufrido y quizá piense que España antes funcionaba bien.
Pero de forma paralela a esta realidad se observa en las mismas redes sociales un intento de utilización política de estos incidentes. Empecemos por el apagón. Decenas de expertos y otros no tan especialistas se han posicionado sobre lo ocurrido. Que si es culpa de las renovables, que si las nucleares, que si Red Eléctrica no tuvo en cuenta el “mix energético”, etcétera. Miles de post han inundado Bluesky y X con opiniones de todo tipo, que no dejan de ser eso, opiniones. Porque información, de momento, poca. O mejor dicho: certezas, ninguna.
Uno de los técnicos que más claro está hablando del cero energético es Jorge Morales de Labra, que repite donde se le invita que “no sabemos qué ha pasado”. En efecto, nadie lo sabe. A partir de esta realidad entra en juego la opinión, la ideología y, por supuesto, la política.
Sigamos con los trenes. España es una potencia a nivel mundial en alta velocidad. Salvo China, ningún país tiene más kilómetros de vías rápidas. El servicio, además, se ha liberalizado y hay ya tres competidores intentando captar clientes, la pública Renfe y las privadas Ouigo e Iryo. Polémicas empresariales al margen, ello permite al usuario disponer de billetes más económicos. La ventaja está ahí.
Pero también hay que tener en cuenta que esa competencia incrementa el uso de la infraestructura. Los incidentes, por tanto, son más habituales porque sencillamente hay más trenes circulando y más viajeros en ellos. Por comparar, sería interesante echar un vistazo a los letreros diarios de estaciones ferroviarias alemanas o italianas; el rojo de los retrasos es la tónica habitual. Dicho esto, una botella de agua y un sandwich en los trenes varados no hubieran sobrado.
Hemos sufrido un acto de grave sabotaje en la línea de alta velocidad Madrid Sevilla. 4 robos de cable en puntos distintos en un radio de 10 km. Puntos Kilométricos 92-850, 93-600, 101-400 y 102-200. Son los sistemas de seguridad de la línea. La afectación a los trenes que aún…
— Oscar Puente (@oscar_puente_)
En todas las crisis que son difíciles de prever la diferencia la marca la respuesta, y esta ha de ser inmediata y contundente. Que se lo digan a Mazón. Y más importante aún son los remedios. Y aquí surge una certeza: en España puede haber otro apagón y habrá más trenes AVE que sufrirán incidencias. ¿Qué se está haciendo para que no vuelva a suceder? Esta es una de las claves de fondo de los problemas.
La crítica es perfectamente entendible y obligada en determinadas circunstancias, pero en algunas ocasiones la hipérbole puede acabar generando frustraciones que desemboquen en posiciones antisistema. Esto es lo que se debería intentar prevenir. Los señaladores de hoy fueron los culpables del ayer y lo serán del mañana. Y quien gana, en ese terreno embarrado, es la antipolítica. Mucho cuidado.
Las crisis deberían servir de acicate para generar una auténtica apuesta por los servicios públicos de calidad. Eso es lo único que garantiza la igualdad de oportunidades. Se puede salir más fuerte, pero para eso hay que dejar la calculadora política a un lado.