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Canciller tras una derrota histórica

Friedrich Merz fue elegido ayer por el Bundestag nuevo canciller de Alemania. Pero, inesperadamente, para ello necesitó dos votaciones, tras haber sufrido en el primer escrutinio un revés humillante e histórico al no lograr los votos necesarios. La sorpresa fue mayúscula y la debacle, imprevista.

Merz necesitaba la mayoría absoluta en una votación considerada un simple trámite parlamentario, después de que el bloque conservador CDU/CSU y el socialdemócrata SPD sellaran la víspera un acuerdo para formar un gobierno de coalición. Merz debía obtener 316 votos favorables de los 630 con que cuenta el Bundestag. Pero solo tuvo 310, pese a que democristianos y socialdemócratas suman 328 escaños. Hubo 307 votos en contra, un voto nulo y tres abstenciones entre los 621 diputados asistentes. Dado que estaban presentes todos los diputados de los tres partidos de la coalición (CDU/CSU y SPD), la conclusión era que al menos seis diputados habían traicionado el voto pactado.

Tras varias horas de gran tensión, de reuniones de urgencia de los grupos parlamentarios y para evitar una grave crisis política, el Bundestag acordó celebrar una segunda votación pocas horas después, en la que Merz logró 325 votos a favor –una mayoría de 9– por 289 en contra.

Como el voto es secreto, es imposible saber cuántos diputados que negaron su voto a Merz pertenecen al bloque conservador y cuántos al socialdemócrata, pero la humillación ilustra la fragilidad de la coalición pactada. Es la primera vez en los 79 años de historia de la República Federal de Alemania que un candidato a la cancillería no es investido por el Parlamento en la primera votación.

El democristiano Merz es investido en segunda vuelta tras un humillante revés en primera votación

El fracaso inicial de Merz, además de histórico, tiene obviamente también un elevado componente político. Supone que en la primera votación le dieron la espalda 18 diputados que teóricamente debían otorgarle su voto afirmativo. Setenta y dos días después de las elecciones generales anticipadas –un tiempo récord para los parámetros alemanes–, Merz había logrado cerrar una alianza de gobierno con el SPD, un pacto fraguado sin indiscreciones ni filtraciones y que también es fruto de la voluntad de ambas partes de seguir manteniendo aislada a la ultraderechista Alternativa para Alemania (Afd), la segunda fuerza parlamentaria del país tras los comicios de febrero.

Tras la sorpresa generada por la primera votación, democristianos y socialdemócratas se preguntaban ayer qué había sucedido y, sobre todo, por qué. Por qué diputados disidentes de última hora se habían echado atrás. El nuevo líder socialdemócrata y nuevo vicecanciller, Lars Klingbeil, afirmó que no había habido fugas de voto en sus filas. Pero otras voces achacaban el fiasco a una rebelión en las filas del SPD, de diputados descontentos con la dirección del partido y con los nombramientos para los ministerios. Por contra, otras fuentes hablaban de diferencias entre diversas corrientes internas de la CDU, entre diputados afines a Merz y otros a la excanciller Merkel, así como de un castigo por cómo ha negociado con el SPD el tema migratorio y por la suavización del llamado “freno de la deuda”.

Merz logró la mayoría absoluta en la segunda votación, pero la debacle sufrida por la mañana pone en duda la credibilidad del nuevo gobierno antes de que empiece a caminar. A la ultraderecha de AfD le faltó tiempo para exigir la dimisión de Merz y nuevas elecciones, mientras que la bolsa de Frankfurt sufría una brusca caída. La situación vivida ayer abre una brecha entre los socios de coalición y plantea interrogantes sobre la estabilidad política futura de la mayor economía europea, una economía que lleva dos años en recesión y cuyo relanzamiento para hacer frente a la guerra comercial mundial es el punto más importante del programa de gobierno pactado entre democristianos y socialdemócratas.

Tanto Alemania como Europa necesitaban que esta crisis imprevista se resolviera lo antes posible. El país debe volver a tener un liderazgo estable y fuerte que le garantice un papel decisivo ante los nuevos retos domésticos e internacionales generados por la crisis económica, el rearme europeo, las políticas de Trump y el deseo de Berlín de volver a jugar un papel preponderante en la escena internacional.

El fiasco deja la imagen de un canciller débil en un momento crítico para Alemania y Europa

El fiasco de ayer de Merz es un duro golpe a sus esperanzas de convertirse en el antídoto frente a la debilidad y división del anterior gobierno tripartito. Mal podrá Merz devolver a Alemania un papel potente en el escenario mundial, como ha prometido, si arranca su gobernanza sin ser capaz de dar una imagen de liderazgo sólido en su propio país. Lo sucedido ayer es un signo de las dificultades que le aguardan en un momento crítico para su país y para Europa.

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