En España hay alrededor de 300 personas que padecen ictiosis, una enfermedad que ocasiona una serie de trastornos que producen piel seca, escamosa y áspera. Más allá de las molestias y el picor constante que supone convivir con esta enfermedad, existe un fuerte impacto en la autoestima del paciente, ya que los efectos de la ictiosis son muy visibles y evidentes, y hace que se vean marcas en la piel a simple vista.
Lo explica claramente Eulàlia Baselga, jefa del servicio de Dermatología del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona: “La ictiosis es un trastorno de diferenciación de la epidermis. Es como si la piel fuera una pared de ladrillos, hay problemas en cómo se forma, cómo se despega o cómo se mantiene”. Destaca, además, que esta puede manifestarse con piel roja, engrosada, incluso con ampollas… Pero los casos más graves son los bebés que nacen con una coraza rígida, lo que se conoce como “feto arlequín”. “Es una enfermedad claramente visible. Un niño entra en el colegio y los demás se apartan porque dicen que les da miedo”, comenta Baselga.
Un niño entra en el colegio y los demás se apartan porque dicen que les da miedo
Para combatir esta enfermedad, la Asociación Española de Ictiosis (ASIC) ha puesto en marcha la iniciativa solidaria Ponte en mi Piel: apoyo integral a personas con ictiosis. Un proyecto que ha podido salir adelante gracias a las Convocatorias de Proyectos Sociales de la Fundación La Caixa. Esta iniciativa busca prestar el apoyo necesario a las personas con esta enfermedad para que la sepan sobrellevar, facilitando espacios de apoyo mutuo para tratar la salud mental de los pacientes. “Desde la asociación hemos puesto en marcha un programa con copago para que cualquier afectado o familiar pueda acceder a sesiones de apoyo psicológico”, explica Samuel San Juan Murciego, portavoz de ASIC.
Ana García-Mora, de 31 años, padece ictiosis y forma parte de la asociación. Ella la define como un espacio “seguro” y “sin miradas”. García-Mora, junto a otros pacientes y profesionales de la dermatología, puede reunirse una vez al año para compartir inquietudes entre compañeros y expertos del sector. “Son espacios que se necesitan —dice García-Mora—, no solo para los afectados, también para los profesionales, que pueden aprender mucho de nosotros”.
Nos pagamos todas las cremas y fármacos, nada de esto lo cubre el sistema público
Ella intenta afrontar con “normalidad” su día a día, si bien, convivir con ictiosis significa una rutina de cuidado y limpieza exigente de la piel. “Tratamiento oral, cremas, baños diarios, cuidado del cabello, de los ojos… Son unos hábitos que hay que incorporar sí o sí”, añade García-Mora. A todo ello se le suma el elevado coste económico de cremas y fármacos que deben asumir las familias de los pacientes. “Nos lo pagamos todo, las cremas, los colirios, los productos para el cuero cabelludo… Nada de eso lo cubre el sistema público”, denuncia Murciego.
Pero más allá del cuidado físico, el cuidado emocional y el rechazo social es lo más difícil de aceptar para estos pacientes. García-Mora confiesa que su peor etapa fue la adolescencia: “Ahí empiezas a comparar, a sentir el rechazo, las miradas, a preguntarte por qué te pasa esto”.