A los servicios de urgencias de todo el mundo acuden pacientes con cánceres en fase avanzada no diagnosticados. Esos tumores han pasado inadvertidos durante mucho tiempo porque las personas no encajan en el perfil típico del paciente con cáncer: son jóvenes, gozan de aparente buena salud y no tienen antecedentes familiares de la enfermedad. De modo preocupante, su número no deja de aumentar. Se ha documentado una mayor incidencia del cáncer de aparición temprana (como se denomina el diagnóstico en adultos menores de 50 años) en más de una docena de tipos de cáncer; entre ellos, los de mama, intestino, pulmón, ovario y páncreas.
Las cifras del cáncer de colorrectal, el tercer tipo más común en todo el mundo, aumentan con especial rapidez. En comparación con los estadounidenses nacidos alrededor de 1950, las proyecciones indican que los nacidos alrededor de 1990 tienen el doble de probabilidades de desarrollar cáncer de colon al cumplir los 50 años, y cuatro veces más probabilidades de desarrollar cáncer rectal. La tendencia parece estar empeorando, ya que cada generación presenta un riesgo mayor que la anterior. Se han observado patrones similares en al menos otros 27 países. Las causas son difíciles de determinar. Los estudios observacionales que relacionan el cáncer colorrectal con diversos factores no hereditarios (como la obesidad, el consumo de alcohol y la falta de actividad física) no han descubierto nada exclusivo de los casos de aparición temprana.
Los nuevos métodos genómicos podrían cambiar la situación, puesto que permiten a los científicos identificar lo que se conoce como firmas mutacionales, cambios característicos inducidos en el genoma de una célula por influencias externas específicas. El tabaco, por ejemplo, tiene algunas de esas firmas; y también la radiación ultravioleta. Si la misma mutación, provocada de la misma manera, se produce en un número suficiente de personas con cáncer de aparición temprana, resulta posible sostener que se ha identificado al culpable. Un artículo publicado en Nature el 23 de abril apunta precisamente a ese avance; a saber, que la exposición a una bacteria intestinal común en la primera infancia puede contribuir al cáncer colorrectal prematuro.
Para llegar a semejante conclusión, los investigadores, una colaboración internacional dirigida por científicos de la Universidad de California en San Diego, analizaron los genomas de 981 tumores de cáncer colorrectal de 11 países. Una de las firmas mutacionales más comunes encontradas (sobre todo, en pacientes jóvenes) fue la de la colibactina, una toxina liberada por varias bacterias; entre ellas, una cepa muy extendida de Escherichia coli. Se halló en más del 50% de los tumores de pacientes menores de 40 años, pero en menos del 20% de los mayores de 60.

Una dieta occidental, con carnes rojas, puede estar entre los motivos
La secuenciación de las mutaciones reveló otra sorpresa: el daño causado por la colibactina se producía en las primeras etapas del desarrollo del tumor, y en el gen específico cuya alteración desencadena el cáncer colorrectal. Los científicos también descubrieron que esas mutaciones solían aparecer en los primeros diez años de vida.
Al analizar las muestras de heces infantiles de unos 20 países que habían sido recogidas para un estudio anterior, los investigadores descubrieron que las de los países con mayores tasas de cáncer de aparición temprana eran más propensas a contener la cepa de E. coli productora de colibactina. Aún no está claro por qué ocurre eso, aunque algunos investigadores sospechan que el aumento del uso de antibióticos y de los partos por cesárea puede alterar lo suficiente el microbioma de los niños para permitir el arraigo de esa cepa de E. coli. A otros les preocupan los probióticos contenidos en esa bacteria, algunos de los cuales se utilizan actualmente para tratar la diarrea.
La transformación de una única mutación cancerígena en un cáncer desarrollado suele llevar años o décadas
La transformación de una única mutación cancerígena en un cáncer desarrollado suele llevar años o décadas. Por lo general, se inicia en la mediana edad, cuando empiezan a acumularse mutaciones de todo tipo. Sin embargo, las mutaciones tempranas de la colibactina siguen un guion diferente. “Si se recibe el primer impacto de un factor desencadenante del cáncer a los cinco años, la consecuencia es un adelanto de entre 20 y 30 años en el desarrollo de un cáncer colorrectal”, afirma Ludmil Alexandrov, de la Universidad de California en San Diego, uno de los autores del estudio. Alberto Bardelli, de la Universidad de Turín, que no ha participado en el estudio, afirma que el efecto sobre el riesgo de cáncer de una persona es similar a una predisposición genética hereditaria a la enfermedad.
Quizás sea demasiado pronto para culpar únicamente a la colibactina. Los investigadores han encontrado otras dos firmas mutacionales que afectan a genes relacionados con el cáncer y que también están más extendidas en pacientes jóvenes. Mientras que el 50% tenía la firma de la colibactina, entre el 70% y el 80% presentaba alguna combinación de las tres. Alexandrov y sus colegas esperan ahora identificar las causas de esas dos nuevas firmas, aunque será necesario seguir investigando para determinar sus contribuciones individuales.
Hay otros detalles que desentrañar. Aproximadamente un tercio de los adultos sanos son portadores de E. coli productora de colibactina; de ellos, sólo una pequeña fracción desarrolla cáncer colorrectal. Un estudio con animales publicado en marzo en Nature Microbiology reveló que esas bacterias prosperaban en ratones alimentados con una dieta baja en carbohidratos y fibra soluble; esos ratones también presentaban más daños por colibactina en el ADN de las células del colon que los ratones alimentados con otras dietas. Da la impresión de que la falta de fibra, que nutre a diversas bacterias intestinales beneficiosas, debilita la barrera de la mucosa protectora del colon. Cuando dichas bacterias carecen de alimento, se ven superadas por las bacterias patógenas que destruyen la capa protectora, lo cual expone las células del colon a la colibactina.
Otro tipo de estudio, realizado por un grupo dirigido por Shuji Ogino de la Universidad Harvard y publicado en 2022, apuntaba en la misma dirección: en una cohorte de profesionales de la salud seguidos a lo largo del tiempo, una mayor adherencia a una dieta de estilo occidental (rica en carnes rojas y procesadas, azúcar y cereales refinados y baja en fibra) se asoció con tumores colorrectales que contenían mayores cantidades de E. coli productora de colibactina. Es posible también la influencia de otros factores. Varios grupos de investigación están estudiando el papel de los microplásticos, cuya exposición ha aumentado en las últimas décadas, en el debilitamiento de la barrera protectora del colon.
La identificación de un mecanismo para el cáncer de aparición temprana también abre la posibilidad de un tratamiento
La identificación de un mecanismo para el cáncer de aparición temprana también abre la posibilidad de un tratamiento. Se están explorando tres vías principales: fármacos que inhiben los efectos de E. coli; probióticos que ayudan a las bacterias beneficiosas del intestino a competir con ella; y virus que infectan bacterias, conocidos como fagos. Aunque prometedora, esas investigaciones sólo se han llevado a cabo hasta ahora en cultivos celulares o animales de laboratorio, por lo que los posibles tratamientos no estarán disponibles a corto plazo.
Entender los riesgos y beneficios del tratamiento (especialmente, en niños) también llevará tiempo. Con este fin, el equipo de Alexandrov está analizando muestras de heces infantiles de una veintena de países para averiguar la frecuencia con que la bacteria induce las preocupantes mutaciones en quienes la portan. También esperan desarrollar en un plazo de cinco años pruebas capaces de detectar en las heces mutaciones inducidas por la colibactina. En teoría, los médicos podrían entonces identificar gracias a ellas a las personas que se beneficiarían de una vigilancia más estrecha y una intervención temprana con las técnicas existentes. Cuanto antes estén disponibles, mejor.
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Traducción: Juan Gabriel López Guix