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La primavera de Raül Balam en Moments

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El chef cambia los menús temáticos por la estacionalidad como un eje conductor que abarca toda la propuesta

Francesc Rovira y la alta cocina de fonda

FOTO ALEX GARCIA RESTAURANTE MOMENTS DE RAUL BALAM EN EL HOTEL MANDARIN 2025/04/10

Raül Balam con su segundo de cocina, Juan Montes (en el centro) y Julián Crea (en primer plano)

Àlex Garcia

Todo, desde los ingredientes de los platos hasta el contenido de las copas, está relacionado con la estación. Si es cierto que hay vinos para la primavera, tiene sentido que las flores destaquen en esas sutiles bebidas del nuevo maridaje sin alcohol, que en verano priorizarán las frutas, en otoño las hojas y en invierno raíces y cortezas. Por lo mismo, en el carro de quesos hay variedades que reflejan el esplendor de los pastos más verdes. En el menú de Moments, en el Mandarin Oriental Barcelona (paseo de Gràcia, 38-40), Raül Balam quiere que se perciba que estamos en primavera desde el principio hasta el final, y su equipo lo transmite muy bien en la sala.

Hace un tiempo que este cocinero sintió que aquellos menús temáticos que inició su madre en el Sant Pau de Sant Pol de Mar (hoy el Cuina Sant Pau que Balam regenta con su socio Murilo Rodrigues Alves), habían cumplido un ciclo. “Los disfruté mucho en esta cocina, porque nos obligaba a echarle imaginación y te imponías unas limitaciones que aguzaban el ingenio. Pero sentía que ya lo habíamos hecho y necesitaba interpretar con libertad cada momento del año”. Ahora se le ve a gusto siguiendo ese ritmo de los días y tratando de atrapar, a veces casi al vuelo, el momento óptimo del ingrediente (“ya trabajo para cuando lleguen las efímeras cerezas”). Balam ama la estacionalidad, tanto como las tradiciones del santoral (“somos católicos culturales”, dirá cuando nos llevemos a la boca el último buñuelo de Cuaresma). Tanto como la libertad de trabajar un buen producto como le parezca oportuno: con la mínima intervención o no, inspirándose en otras cocinas, o no.

los espárragos con remolacha y vieiras y la brandada de bacalao con mole verde, calabaza, pipas y flores,

La “coca de llardons” con anchoa y mató

Àlex Garcia
los espárragos con remolacha y vieiras y la brandada de bacalao con mole verde, calabaza, pipas y flores,

Los espárragos con remolacha y vieiras

Àlex Garcia

Poder recibir al comensal con un gesto tan sencillo y a la vez trascendente en este lugar del mundo como el que supone untar pan con tomate, servir un aceite de arbequina y cortar una láminas de la deliciosa butifarra de pistachos hecha en la casa, es un bello signo de la hospitalidad en quien comparte lo propio. “Vengo de familia charcutera y me tienta recuperar un embutido de cuello de pato que mi madre hacía”. También como entrante, una coca de llardons con anchoa, mató y vino dulce. Transita con soltura entre Catalunya y Japón, imprescindible para Ruscalleda y Balam, para ofrecer un delicado shawammushi (una especie de flan) con gamba roja, albahaca y esferas de calabacín.

Recibe al comensal con un gesto sencillo y trascendente: untar cuidadosamente un pan con tomate

“Hay que mostrar el Maresme”, afirma con una sonrisa de oreja a oreja mientras deposita en la mesa una vaina abierta de guisantes crudos, dulces y crujientes, y un plato en el que los ha cocinado con tocino, cebolla y ajos tiernos. Los acompaña un delicado consomé del aprovechamiento de las vainas. ¿Por qué no buscar lazos entre distintas tradiciones? Lo responde con la brandada de bacalao, mole verde, calabaza, pipas y flores. O los espárragos, que han llegado de Navarra, con vieiras y remolacha y sus “migas monteras”.

Delicioso dentón, con “pebresco”, una versión de Ruscalleda del romesco, en el que el pimiento verde sustituye al tupinambo; Balam ha usado la chirivía como si fueran las patatas laminadas con que se suele acompañar el pescado al horno; pluma ibérica con un hummus del “ganxet”, curry, menta y arroz hinchado en ese diálogo entre sabores de aquí y de allá. Tras esos quesos en su momento óptimo, llega el momento de la combinación de cítricos, y del último postre, la versión de la tostada de Santa Teresa, con romero del jardín del hotel, miel y helado de romero.

Balam explica que se siente muy bien acompañado por un gran equipo en cocina y sala. Parece ilusionado y dispuesto a celebrar la belleza del paso de las estaciones la certeza de saber que cuando acaba el frío siempre vuelve la primavera. Y siempre hay algo que celebrar en una buena mesa.

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