Para muchas familias, lograr que los pequeños duerman en su propia cama puede convertirse en todo un desafío. El reconocido pediatra Carlos González, en una reciente intervención en su podcast de YouTube, ha compartido estrategias basadas en el respeto y la empatía que pueden ayudar a las familias a afrontar este cambio sin estrés ni conflictos.
La clave: motivar y respetar los tiempos del niño
González señala que aproximadamente a los tres años muchos niños están preparados para dar el paso hacia su independencia nocturna. Sin embargo, recalca que el proceso debe ser respetuoso y adaptado a las necesidades emocionales de cada pequeño.

Los niños deben evitar los dispositivos electrónicos antes de dormir.
La estrategia. Hay que intentar motivar al niño de forma positiva, haciéndole partícipe del cambio: “Diles: ‘Ahora tendrás una cama para ti solo, ya eres mayor. Vamos a buscar unas sábanas que te gusten’”, sugiere. Además, destaca la importancia de dejar que elijan su propia ropa de cama, ya sea con motivos de sus personajes favoritos, como Spiderman o Frozen. Esta decisión les ayuda a sentirse emocionados y responsables, convirtiendo el cambio en una experiencia agradable.
Crear un ambiente de confianza. Carlos González también recomienda transmitir seguridad a los niños, dejando claro que siempre tendrán un refugio en caso de necesitarlo. “Diles que, si alguna noche quieren venir a la cama de papá y mamá, pueden hacerlo. Pero que lo hagan en silencio para no despertar a nadie y que primero pasen por el baño”, aconseja el pediatra. Esta flexibilidad, lejos de ser contraproducente, refuerza el vínculo familiar y da al niño confianza en el proceso.
Evitar la presión: un punto fundamental. “Los niños, como los adultos, no responden bien bajo presión”, subraya González. Según el pediatra, imponer horarios o métodos estrictos puede generar rechazo y ansiedad en el pequeño. En su lugar, recomienda opciones respetuosas y empáticas que prioricen el entendimiento de las emociones del niño y fomenten su independencia de manera natural.
En conclusión, González defiende que la clave para que los niños duerman en su propia cama reside en entender sus emociones, motivarles de forma positiva y respetar sus tiempos. Este enfoque no solo fomenta la independencia de los pequeños, sino que también fortalece la relación familiar al evitar conflictos innecesarios.