Un taxista de Barcelona recupera la llave extraviada del Mercedes de un cliente y consigue una merecida recompensa: “Me han dejado la mayor propina de mi vida”
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El conductor logró encontrar a su cliente para devolverle las llaves de su Mercedes

El taxista en dos momentos del vídeo

Para muchos, un viaje en taxi es apenas un paréntesis entre un lugar y otro. Pero para quienes están al volante, ese espacio sobre ruedas se convierte en escenario de anécdotas que van desde lo curioso hasta lo insólito. Entre las más llamativas, están las historias de objetos olvidados: pertenencias de todo tipo, algunas de gran valor económico, otras cargadas de valor emocional, que aparecen en el asiento trasero como si fueran pistas de una vida en tránsito.
La cuenta de “El Taxista de TikTok” ha relatado una experiencia personal que vivió mientras trabajaba en el centro de Barcelona: “Me han dejado la mayor propina de mi vida”, empieza diciendo.

El taxista recorrió la ciudad en busca del dueño de las llaves perdidas
Encuentro en la parte trasera del taxi. Uno de los clientes del conductor encontró las llaves de un Mercedes en el interior del taxi. Su primera reacción fue llamar al Depósito Municipal de Coches, por si lo había retirado alguna grúa pero no tenían constancia de ello. Posteriormente decidió llamar a la Guardia Urbana, sin demasiado éxito.
Volver sobre sus pasos. El taxista decidió volver a circular por los sitios donde había dejado a sus antiguos clientes. Cuando estaba parado en un hotel tuvo la suerte de ver a los propietarios de la llave del Mercedes.

Recompensa. Después de recuperar las llaves, el dueño del coche se acercó a un cajero automático y retiró un total de 200 euros que entregó al taxista a modo de recompensa: “Vaya maldita locura, me he quedado flipando. El coche era un Mercedes Clase G blanco, un pepino. Día hecho, esto son cosas que solo pasan en el taxi”, termina diciendo.
ڱ澱ó. Más allá de lo anecdótico, estos hallazgos ponen a prueba la integridad de quienes los descubren. Muchos taxistas optan por devolver los objetos, incluso sin tener forma clara de contactar al dueño. En un oficio marcado por la rapidez y el anonimato, ese gesto se convierte en un acto de humanidad que pasa desapercibido, pero que dice mucho sobre el carácter de quienes lo hacen.