Salvador Dalí era el tío más divertido e inteligente que he conocido nunca”. No está nada mal encabezar ese ránking porque Óscar Tusquets calcula que a lo largo de sus casi 84 años de vida ha cenado “con unas 50.000 personas”. Arquitecto, diseñador, pintor, escritor... Tusquets, que derrocha simpatía, conoce a todo el mundo. Y ahora el mundo tendrá ocasión de conocerle a él en profundidad porque protagoniza el documental Dios lo ve , dirigido por Àlex Guimerà y Guillem Ventura, que se proyectará en el BCN Film Fest el próximo 1 de mayo.
Guimerà y Ventura buscaron una manera diferente de presentar a Tusquets al público. Y decidieron darlo a conocer a través de la mirada de sus amigos. Durante cuatro años, la cámara de los cineastas ha seguido a Tusquets y a su mujer, Eva Blanch, a Mallorca, Madrid, Canarias, Nápoles... para visitar a Antonio López, Mario Vargas Llosa, Miquel Barceló y otras muchas amistades y de paso ver cómo se conservan algunas de sus obras arquitectónicas como el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria o la estación Toledo del metro napolitano.
‘Dios lo ve’ viaja con Tusquets a Madrid, Mallorca o Canarias para visitar a López, Barceló o Vargas Llosa
“Yo quería ser pintor, pero mi padre me recomendó que estudiase arquitectura porque estaba convencido de que con la pintura no me ganaría la vida”, recuerda Tusquets. El caso es que el oficio le enamoró desde el primer momento y lo compaginó con sus cuadros, con sus diseños y con sus libros. Óscar tuvo la suerte de aterrizar en la facultad en “un curso excepcional” y pronto se codeó con un grupo de profesionales -Federico Correa, Alfons Milà, Ricardo Bofill, Lluís Clotet, Cristian Cirici o Josep Bonet- que derrochaban creatividad.
A Dalí lo conoció por culpa de Correa. “Federico celebraba su santo el 18 de julio y eso le hacía mucha gracia así que daba unas fiestas por todo lo alto. Iba por Cadaqués invitando a la gente que encontraba por la calle y, un día a finales de los 60, se tropezó con Dalí y le convidó”, recuerda Tusquets en una entrevista concedida a bet365 junto a Guimerà.
“Colau dio el golpe final a la arquitectura en Barcelona”
La arquitectura ha sido una profesión de prestigio. Y también un oficio con el que ganarse bien la vida. Y además, un arte. “Cuando acabé la carrera en 1974 salíamos unos 70 licenciados en toda España, que era un país por construir. Había mucho trabajo. También mucho respeto. El arquitecto era Dios. Iba a la obra y todo el mundo se cuadraba. Cogía el libro de órdenes y la gente temblaba. Los arquitectos de antes mandaban”, recuerda Óscar Tusquets, protagonista del documental Dios lo ve. Pero a su juicio, las cosas han ido cambiando. A peor. “En estos años, se han dictado normas de todo tipo muchas veces incompatibles entre sí y se ha creado un tinglado tremendo”, señala y añade que “Ada Colau dio el golpe final a la arquitectura en Barcelona porque no dejaba hacer nada y encima traicionó el Plan Cerdá, que era igualitario y democrático. Cerdá buscó la neutralidad, pensó en calles de la misma anchura que, cuando yo era pequeño, ni siquiera eran de dirección única. Mezcló los usos de forma que evitó zonas específicas y Barcelona se convirtió en una ciudad maravillosa donde una iglesia se alzaba al lado de un lupanar”, defiende el arquitecto. Hasta que llegó Colau “con la idea de especializar las calles y se cargó la idea de Cerdá”. No obstante, Tusquets está convencido de que la capital catalana es “una ciudad muy fuerte y poderosa, porque ha sobrevivido a una política tan violentamente equivocada”,
“Dalí, que apareció puntual acompañado de Amanda Lear, me dijo que le interesaba mucho mi obra lo que me chocó porque yo solo había hecho la casa familiar en Cadaqués. Pero congeniamos y me invitó a que fuera a verlo a su casa de Port Lligat al día siguiente. No podía dejar pasar esa oportunidad y fui. Charlamos un par de horas y me convertí en un habitual de la casa, que estaba llena de modelos contratados por una agencia a los que Dalí hacía un caso relativo. Los tenía por allí, pero hablaba conmigo”.

Una imagen de 'Dios lo ve'
La amistad condujo a la colaboración artística. A mediados de los años 30, Dalí había pintado el Rostro de Mae West utilizable como salón sobre una portada de la revista Life convirtiendo la cara de la famosa actriz en una sala de estar al transformar el pelo en unas cortinas; los ojos, en unas vistas de París; la nariz, en una chimenea, y los labios, en un sofá. “Se me ocurrió que podríamos reproducir el cuadro a tamaño natural”, recuerda Tusquets.

Óscar Tusquets y Salvador Dalí con los labios-sofá de Mae West
Hizo la propuesta y Dalí le contestó: “ Collonut . Acabamos de comprar la pescadería que está al lado del Teatro -Museo Dalí en Figueres y allí hay espacio para montarlo”. “Nos lo pasamos pipa”, ríe el arquitecto. El pintor surrealista hacía de la necesidad virtud y cada vez que surgía un problema lo solucionaba sin darle demasiadas vueltas.

Óscar Tusquets en su casa de Barcelona
Al ampliar los ojos de Mae, que eran dos imágenes de la torre Eiffel y del río Sena, se produjo mucho grano: “Fantástico. No hay problema. Esto será un cuadro puntillista”, dijo Dalí. “Se puso a pintar y le quedo genial”. Tan genial que ese retrato de Mae West a toda escala es ahora la estrella del museo figuerense. “La combinación de mi racionalismo y la locura de Dalí era fantástica. Si nos hubiéramos conocido antes, el museo sería mucho mejor”, concluye Tusquets.