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Emilio del Río, filólogo: “Los clásicos dicen que perdonemos... no por el otro sino por uno mismo”

Entrevista

Doctor en Filología Clásica y profesor de la Complutense, presenta 'Carpe Diem', un libro que contiene las recetas de griegos y romanos para llevar una vida equilibrada y feliz

Presentación del libro de Emilio del Río Con motivo de la publicación de su nuevo libro Carpe Diem Juno House Club

Emilio del Río acaba de publicar ‘Carpe Diem’

Miquel González / Shooting

Los gurús de la felicidad han encontrado un chollo en estos tiempos donde la ansiedad y la melancolía ahogan a muchas personas y las redes sociales permiten hacer una rápida difusión de recetas fáciles contra todo, desde el estrés o los nervios hasta el colesterol, la obesidad o el inexorable paso del tiempo. La gente quiere tener la felicidad a un clic de distancia.

侱ó

“En sus últimos días, revindicó el valor de la amistad: “La vida sin amigos no vale nada”

Pero la felicidad se cultiva y se entrena y eso no es nada nuevo. Ya lo descubrieron los clásicos y dejaron constancia por escrito. Ahora, Emilio del Río, doctor en Filología Clásica y profesor de la Universidad Complutense, ha recopilado esas antiguas recetas de los griegos y los romanos en Carpe diem (Espasa), un libro tan divertido como instructivo que señala la senda de esa felicidad que el ser humano viene buscando desde el principio de los tiempos.

Espurina

“Tuvo una gran vejez: dormía mucho, tomaba el sol, comía poco, paseaba y conversaba”

Una de las claves para ser feliz es tener amigos...

Josep Pla dividía a los personas en tres categorías: amigos, conocidos y saludados. Los antiguos romanos habrían añadido una cuarta, los frater , algo así como los amigos del alma, lo que hoy algunos llamaría bro . La clave está en no tener un millón de amigos como pretendía la canción de Roberto Carlos. Frater hay pocos porque la amistad hay que regarla y cuidarla y eso no se puede hacer con muchas personas. Al final de su vida, 侱ó escribió dos pequeños tratados, uno sobre la vejez y otro sobre la amistad. En sus últimos días, 侱ó revindicó el valor de la amistad: “La vida sin amigos no vale nada”. No fue el único. El filósofo griego ٱóٴ (460 a. C.-370 a. C.) sentenció que “en el pez compartido no hay espinas”. Eso es la amistad.

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¿Qué recetas tenían los clásicos para afrontar la vejez?

Plinio el joven, que era secretario de Trajano, fue en una ocasión a visitar a su amigo Espurina, que contaba ya con 77 años, el equivalente a un siglo en nuestros días. “No te imaginas lo bien que está. De la vejez solo tiene la prudencia”, le escribió a un amigo. ¿Cuál era la rutina de Espurina? Dormía mucho y tomaba el sol, con crema protectora, porque los romanos ya conocían las cosmética. También se daba baños de agua fría y caliente, comía poco y paseaba unos cinco kilómetros diarios para ejercitar el cuerpo y el espíritu. Daba esos paseos desnudo al sol y acompañado de algún amigo o esclavo que, a falta de audiolibros, le leía en voz alta. Cenaba con los amigos y mantenía buenas conversaciones. Plinio decidió ponerse a entrenar para asegurarse una vejez tan plácida como la de Espurina.

El escritor y divulgador de la cultura clásica Emilio del Río

El escritor y divulgador de la cultura clásica Emilio del Río

AYUNTAMIENTO DE CARTAGENA / Europa Press

¿A entrenar?

Sí. El entrenamiento era básico para los clásicos.侱ó decía que la vejez es “el acopio de todo lo bueno que se ha producido antes”. Así que para tener un buen final era importante controlar emociones como la ira o practicar la capacidad de perdonar. Ese es un trabajo que había, y hay, que hacer a diario para aprender a tener buenos hábitos y objetivos.

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¿Sirve eso también para tener estabilidad en la pareja?

Para que la pareja funcione hay dos secretos, saber perdonar y ser generoso. El perdón no es algo que vaya a beneficiar al otro, hay que perdonar por uno mismo pues con ese gesto se libera energía vital. Séneca hablaba de la magnanimidad de César porque ignoraba qué afrentas habían cometido los demás. Pero no solo la filosofía, también la literatura muestra el elemento terapéutico del perdón. En la Ilíada, Príamo, rey de Troya, va a ver a Aquiles para pedirle el cuerpo de su hijo Héctor. Aquiles perdona y le entrega a Príamo el cadáver. Ambos lloran al reconocerse en un mismo destino.

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Los clásicos ya sabían que el dinero no da la felicidad...

Sí. Es una de sus grandes enseñanzas. La felicidad radica en el término medio. En ningún caso se trata de vivir debajo de un puente como hacían los cínicos. Séneca decía que las riquezas no son un bien, porque si lo fueran harían buenos a quienes las poseen. No obstante, sentenciaba que tener riqueza es útil. “En casa del sabio están al servicio y no en casa del necio”, aseguraba. La felicidad no puede depender de tener el último modelo de móvil o del tamaño de la pantalla de la tele. Las cosas no te las llevas a la tumba. Pero te facilitan la vida. No hay que menospreciarlas para no poseerlas con angustia. El sabio no ama las riquezas, pero no las repudia, las modera. Y eso es extensible a casi todo. Delfos, donde estaba el oráculo, era un santuario de peregrinación donde se escribieron algunas máximas vitales como “Nada en demasía” o “Conócete a ti mismo”.

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La meditación es una de las herramientas para el autoconocimiento. ¿Ya la practicaban los clásicos?

Marco Aurelio revindicaba el valor de la meditación, que forma parte de nuestra tradición. Pero no en demasía. No hace falta convertirse en un faquir. Relacionarse también es necesario. Aristóteles defendía la necesidad de ser seres sociales, la obligación de disfrutar de la compañía de los demás y del diálogo. Nada en exceso. Todo en equilibrio. “En el punto media está la virtud”, afirmaban los romanos.

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¿Qué es Carpe Diem y por qué ha titulado así este libro?

Carpe Diem no es un libro de filosofía. Es una obra para contrarrestar a los charlatanes. Carpe Diem supone buscar siempre el lado positivo de la vida. Lo que no significa que haya que carecer de objetivos en la vida como muchas veces se piensa. No es solo el aquí y ahora. Lo que se plantea es saber adaptarse al día a día, tener buenos hábitos de vida y de trabajo, pero sin preocuparse por las cosas que no van a suceder. Cuando pasa algo sí hay que reaccionar y es entonces cuando se encuentra el equilibrio interior y la serenidad. Las respuestas están en el interior de cada uno de nosotros.

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¿Qué otras recetas tenían los clásicos para acercarse a la felicidad?

El cuidado del cuerpo: Mens sana in corpore sano . El orden, que según Jenófanes, resaltaba la belleza del cosmos frente al caos. Y entre otras muchas cosas, la aceptación del cambio. Heráclito ya señaló hace 2.600 años que todo fluye y que no te puedes bañar dos veces en el mismo río. El único parámetro es el cambio así que hay que estar preparados para salir de la zona de confort, porque aunque el cambio no siempre es bueno, para mejorar hay que cambiar.

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