Este año ha venido cargado de primeras novelas que demuestran una diversidad que confirma las ganas de imaginar, de jugar con el lenguaje y el imaginario colectivo, y de obras donde las mujeres están bastante presentes, como autoras o como protagonistas. Una muestra de este interés por el lenguaje y la forma es la primera obra de Borja Vilallonga, (ú ), una novela que presenta un personaje que nos propone un viaje sinuoso que juega con la mente, la realidad y la búsqueda de sentido.
Si nos fijamos en las nuevas autoras, encontramos a Patricia Martínez del Hoyo Guri y su (La Campana), una historia que empieza con una desaparición que provocará que un grupo de amigos inicie un viaje hacia el Berguedà. Amistad, amor, búsqueda y diferentes crisis vitales se dan la mano en este road trip coral.
También ha debutado en la ficción la editora Glòria Gasch con (ú), una novela que apuesta por el género epistolar para narrar una historia que nos recuerda las relaciones a fuego lento y que también nos deja navegar por el mar de la protagonista.
Otro debut que nada entre olas es el de Gemma Calduch, que en (La Magrana) nos ofrece un relato que se adentra en una realidad marcada por el hambre, donde las sirenas juegan un papel importante. En este marco que bebe del fantástico, la autora habla de incomunicación, de soledad, de la fragilidad humana y la lucha por la supervivencia.
De mar y sirenas también habla una autora consagrada, Laia Aguilar, de quien hemos podido ver en la gran pantalla la adaptación de Wolfgang. En su última obra, (Columna) , encontramos una historia situada en Formentera y narrada por tres voces, tres generaciones de mujeres que exploran la pérdida, las relaciones maternofiliales y las diferentes maneras de cerrar una herida.
La experiencia de la maternidad y las relaciones maternofiliales y la maternidad son un tema que abunda entre las páginas de la literatura actual. A veces se trabaja como telón de fondo, como Sílvia Soler en su última novela, (Univers , una obra donde la autora nos ofrece una protagonista femenina que nos acompañará durante tres generaciones para explorar el paso del tiempo, los cambios y el papel de las mujeres, las madres y las abuelas.
Otras autoras, como Elisenda Solsona, escogen la maternidad como tema principal para vertebrar la ficción. En (Males Herbes ), Solsona ofrece una historia potente y con toques fantásticos sobre el deseo de ser madre y hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para cumplir ese deseo.
Desde un espacio completamente diferente nos habla Montse Albets en su debut como novelista. Con (Periscopi ), plantea, con una voz contenida y poética, una historia sobre la pérdida, la memoria y las diferentes formas del duelo.
⁄ La cantidad y diversidad de primeras novelas confirma las ganas de imaginar y jugar con el lenguaje
En este el último año también encontramos títulos que juegan con elementos históricos para crear ficciones. Un ejemplo de ello es (La Segona Perifèria ), de Antoni Veciana. El autor nos ofrece un relato que no busca ser histórico, sino retratar una época a partir de la vida de Dolça de Provença, la tercera esposa de Ramon Berenguer III, aderezado con un lenguaje cuidado y un conocimiento profundo de rondallas populares.
Algo parecido hace Joan Manuel Soldevilla en (Columna , que se inspira en un personaje real para una historia de amor que le permite hablar de creencias y cambios en la Figueras de cambio de siglo.
Sin abandonar esta capacidad de recuperar personajes reales, el periodista Toni Cruanyes recupera de la historia familiar la vida de tres mujeres para homenajear su fuerza y su valentia en (Columna ). Por su parte, la autora Eva Comas también mezcla hechos históricos y ficción en su exploración sobre la historia de amor de Mercè Rodoreda y Armand Obiols en (VI Premi Proa de novel·la).
Y en el caso de la debutante Maria Olivé Figa viajamos al siglo XIX con El blau de les muntanyes (Brau Edicions), una novela que se inspira en un relato familiar y que nos presenta un personaje que romperá las tradiciones y que tendrá que enfrentarse a los conflictos bélicos y personales de la época.
Por último, descubrimos la presencia de la ciudad de Barcelona en algunas de las novelas de este año. Lo vemos en (Comanegra), escrita por Maria Carme Roca y ganadora del Premi Santa Eulàlia. Esta novela de amor y amistad encuentra en los pasajes de la ciudad un espacio donde explorar su diversidad y su dualidad, la relación y el diálogo entre los barrios que también son espejo y escenario de los protagonistas.
⁄ La maternidad y las relaciones maternofiliales dan pie a distintos tratamientos literarios
En el caso de Alba Gómez Gabriel y su (Edicions 62 -Premi BBVA Sant Joan) encontramos una historia que explora las dinámicas sociales y urbanas en la Ciudad Condal de la mano de algunos de sus habitantes, y de la plaza del título.
Un viaje literario entre mar y ciudad, entre pasado y presente, con un marcado tono femenino.