Inevitable, sí: son todos los que están, pero no están todos lo que son, lo cual dice mucho de la fertilidad de la actual narrativa española e hispanoamericana.
Pilar Adón. (Galaxia Gutenberg ). La naturaleza tiene en Las iras una presencia decisiva en el desarrollo de la narración: “Para mí, la naturaleza es un personaje más”, y “forma parte de la necesidad que tengo de crear un interés por lo extraño”. Extrañeza que parece ser el motivo recurrente de nuestros narradores y que altera el interés por lo cotidiano, que deja de ser una rutina. Parte de la dinámica narrativa está en las referencias literarias. La novela se lee con enorme interés.
Alberto Chimal. (Atalanta ). Antología de relatos que confirman la capacidad de renovación de la narrativa latinoamericana, donde la ruptura de los cánones tradicionales abre las puertas a la imaginación. Aquí, incluso las notas a pie de página forman parte del relato, en una prosa salpicada de aforismos que pueden rozar el absurdo.
Jesús del Campo. (Acantilado ). Novela de viajeros y peregrinos que recorren el mundo y son testigos de las más disparatadas situaciones. Aunque el mundo también puede verse, como lo vemos aquí, a través de una peluquería. Novela que invita a dejarse llevar, a ser el feliz lector pasivo que saborea la exuberancia y el humor como un regalo.
Tomás González. (Sexto Piso ). Colombiano de la Antioquía de García Márquez, por eso puede decir que las casas se pintaban de rojo porque así “reforzamos en el trópico las grisuras que nos mandan de los países desarrollados”. Y de ahí también el interés por la naturaleza, huyendo del regionalismo y ruralismo. Como en El coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, nos acompañan el sopor y la lluvia.
Ignacio Martínez de Pisón. (Seix Barral ).La autobiografía, que puede leerse como unas memorias, nos conduce a nuestra historia contemporánea, que nos llega llena de vida y salpicada de divertidas anécdotas.
⁄ El mundo puede verse a través de una peluquería, de la Academia de Roma o de unas casas pintadas de rojo en el trópico
Matías Néspolo. (Candaya). Bonaerense que vive en Catalunya desde el 2001, los relatos de Una fábula sencilla, centrados en distintas partes de Catalunya, especialmente Barcelona, están salpicados de jerga lunfarda y catalana. Como es propio de las fábulas, también aquí los animales son una presencia constante. Abundan también las referencias a escritores. La “realidad desquiciada” es la responsable de la delirante prosa.
Ernesto Pérez Zúñiga. (Galaxia Gutenberg ). La protagonista tiene una beca en la Academia de Roma para pintar el cielo de la ciudad, que viene a ser como pintar el paraíso dantesco, cuyo acceso tal vez le esté vedado. Nuevo conflicto: la estrategia de Lucía, que está en proceso de divorcio, para librarse del acoso de su marido. Y motivo de tensión son las consultas que el director de la academia mantiene con ella tratando de comprenderla. Tensión asegurada.
Álvaro Pombo. (Anagrama) . Un monje presencia un encuentro sexual entre dos novicios, los denuncia, les expulsan, y tal es su sentido de culpa que abandona el convento. Entramos de lleno en la literatura pombiana, que algunos consideran irreverente cuando, en realidad, pertenece a la tradición unamuniana de la duda. Un relato despiadado que es, para Pombo y para nosotros, “entre otras cosas, un folletín”.
Manuel Rivas. (Alfaguara ). Rivas se identifica con la tradición gallega de una escritura en la que hay mucho de leyenda, reforzada por la fertilidad del lenguaje. Nos sumergimos en la naturaleza, poblada de animales, para denunciar la caza en un mundo donde los verdaderos salvajes son los humanos. Y, frente a la condena de la violencia y la muerte, está la vida del sexo.
Xita Rubert. (Anagrama ). Para muchos lectores, la novela tiene un morboso interés por lo que hay de autobiográfica: su padre, vilipendiado por su mujer, la poeta y narradora Luisa Castro, es aquí reivindicado. Atraída por el tema de la familia, como ya ocurrió en Mis días con los Kopp , se sale del estrecho círculo familiar para darle una nueva dimensión a la ficción, de modo que el interés por la novela es doble.
Samanta Schweblin. (Seix Barral ). Relatos de distinta extensión, algunos breves, otros novelas cortas. Inquietantes por lo que queda en el aire y por el miedo que se respira. Los recuerdos se confunden con el presente y estimulan la imaginación, como las conversaciones por teléfono que no llegan a ser verdaderos diálogos y que exacerban la tensión.
⁄ La naturaleza, como actor, escenario o fábula, tiene un peso importante frente a la “realidad desquiciada”
Aurora Venturini. (Tusquets ). Al fascinante lenguaje de la escritora bonaerense lo acompañan las apariciones fantasmagóricas como parte de la realidad cotidiana. Y dentro del lenguaje, las frases que marcan todo lo que de insólito hay en esta excepcional escritura. Como imprescindible complemento está la biografía de Liliana Viola, que se lee como una novela, porque novelesca fue la vida de Venturini, la que vivió y la que inventó, que se confunden para crear un personaje excepcional.
Enrique Vila-Matas. (Seix Barral ). El clásico argumento está sustituido por la intensidad del pensamiento y por la sucesión de sorpresas llenas de sensata insensatez y marcadas por motivos recurrentes en los que no descarta la ciencia ficción. Y donde los tradicionales personajes son aquí los escritores y la lectura, en una agitada acción donde lo inverosímil forma parte del relato, tan absurdo como verdadero.