En el día internacional del Libro y del Derecho de Autor se corría el riesgo de que entre las aglomeraciones, los tenderetes de partidos políticos y la ruidosa megafonía de algunos mediáticos e influencers que fabrican libros como parte de su merchandising, no se escuchara el susurro de los escritores que trabajan de manera artesanal martillando historias en el yunque de la imaginación. Por eso la iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona, secundada por el actual Govern de la Generalitat, de impulsar unos Diálogos de Sant Jordi dando voz a los autores, resulta muy oportuna. En nuestro mundo occidental hay exceso de todo, menos de diálogo.
Los Diàlegs organizados por Biblioteques de Barcelona de este 2025 culminarán el martes 22 con la voz de Cristina Rivera Garza en el Saló de Cent en un pregón de Sant Jordi que, en lugar de una soflama, será una conversación entre la escritora mexicana y la periodista cultural Anna Guitart. Una primera toma de contacto con México, dado que Barcelona es la ciudad invitada a la próxima Feria del Libro de Guadalajara.
Por su parte, la Generalitat se sumará esa víspera de San Jordi con otra tanda de diálogos entre Eloy Fernández Porta y Marina Garcés, Alicia Kopf y Monika Zgustová, Maite Carranza y Jordi Puntí, e incluso un mano a mano entre el president Salvador Illa con Javier Cercas. El Govern exportará las conversaciones a Madrid con un programa comisariado por la escritora y periodista Llucia Ramis que desplegará del 22 al 26 conversaciones, charlas y conciertos en el Centre Cultural Blanquerna, los jardines de la delegación en la capital y el Círculo de Bellas Artes.
Blanca Llum Vidal y Vicenç Altaió abrieron el ciclo Diàlegs de Sant Jordi impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona a golpe poético en la recién estrenada biblioteca número 41 de la ciudad, la Josep Vicenç Foix, en Sarrià. Laura Serra, Ferran Torrent, Núria Cadenes, Jonathan Coe, Mar García Puig o Albert Sánchez Piñol son algunos de los autores que se han sentado a reflexionar y debatir. En el encuentro entre Alberto Manguel, Ingrid Guardiola y Daniel Innerarity en torno a la democracia y la inteligencia artificial, un lector explicó que antes sabía cien teléfonos de memoria y ahora solo recordaba el suyo. Innerarity no veía el problema: “Tiene esos números en la prótesis de su móvil y puede dedicar ese espacio de su cerebro a otras cosas”.
El sabio de los libros, Alberto Manguel, replicó con suave tenacidad que él, al paso de los años, había memorizado textos de Manrique, Homero o Miguel Hernández: “Cuando tuve un ictus y pasé largo tiempo en el hospital en una cama sin poder hablar, esa biblioteca me sirvió. Mi cerebro me leía todos esos textos que había aprendido”.
Quienes remaron desde el principio con estos Diàlegs de Sant Jordi son la gente de Biblioteques de Barcelona. Su director de Acción Cultural y Educativa, César Moreno, me cuenta que “en la jornada de Sant Jordi todo es veloz. Tratamos de ofrecer un espacio de diálogo más sosegado donde se exprese el autor pero también el lector”. Explica que este año “la mitad de los autores eran de libros de ensayo. En el momento en que vivimos, nos parecen muy importantes los libros de pensamiento”.
Se muestra contento por la asistencia de público joven. “En el encuentro entre los autores Juan Gómez Bárcena y Olivia Laing, más de la mitad tenía menos de 30 años. En las bibliotecas tenemos un público infantil fidelizado, pero al llegar a la ESO dejan de venir; la adolescencia es una edad en la que huyes de los espacios tradicionales. Así que somos nosotros los que vamos con el programa Acción Lectora a los centros educativos o entramos en las habitaciones de hospitales a través de los equipos de voluntarios a los que estamos formando en Sant Joan de Déu y Sant Pau en promoción de la lectura”.
Moreno considera que “el principal desafío es convertir las bibliotecas en cajas de resonancia de los debates culturales y las transformaciones de la sociedad de manera inclusiva, teniendo en cuenta a toda la población e incorporando tanto las miradas centrales como las periféricas a través de espacios de diálogo, debate y reflexión. Y siempre a partir de la lectura, la escritura y la narración oral”.
Muy distinta a la idea del siglo XX de las bibliotecas metidas en su caparazón… “Esto es una revolución de las bibliotecas”. ¡Pues viva la revolución!