El azar: en el restaurante de los empleados del torneo nos arremolinamos plumillas, recogepelotas, utilleros, responsables de comunicación, cámaras y fotógrafos, toda suerte de especímenes del oficio del tenis.
Tomo asiento junto a Esther y Raúl, dos personalidades muy majas a las que no había visto nunca, y entre bocado y bocado empezamos a hablar sobre la vida y los azares, mira tú que curioso, y al rato me dicen:
–Qué calor está haciendo hoy. Trabajar así bajo el disfraz es mucho más duro.
–¿Disfraz...? –pregunto–: ¿Qué disfraz lleváis vosotros?
Resulta que Esther y Raúl son las mascotas del torneo.
(Y claro, si en el restaurante no llevan el disfraz, ¿cómo voy yo a reconocerles?).
(...)
–Llevamos cinco años haciendo de mascotas –me dice Raúl, un personaje multiusos, polivalente como decíamos que era Laudrup, pues en realidad es actor de teatro, igual que Esther, y juntos han formado la compañía Inperfectus.cia (al instante, me dispongo a seguir la cuenta en Instagram), y en estos días son Goody, el dragón gaudiniano que diseñó Phillip Stanton y que va de aquí para allá, recorriendo el RCTB, jaleando al público y aplaudiendo a los esforzados tenistas.
–¿Y cómo son los jugadores con ustedes? ¿Les tratan bien?–, les pregunto, pues no lo puedo evitar: soy un entrometido y siento curiosidad por todo lo que me rodea.
–¡Nos tratan bien! En general, debemos procurar que los jugadores no adviertan nuestra presencia. Pero durante las celebraciones del 2021, cuando Nadal ganó el torneo por última vez (no lo olvidemos, el manacorí acumuló doce victorias), me tiré a la piscina con él. Yo llevaba el disfraz. ¡Casi me ahogo! –me cuenta Raúl, entre risas, mientras le da un buen mordisco al pollo con arroz.

Debajo del disfraz de la mascota Goody está Raúl o Esther, imposible saberlo así como así
–Pues a mí, cuando me ve por ahí, Alcaraz me saluda siempre –interviene Esther.
Sííííí, ahí lo tenemos: Carlos Alcaraz siempre será Carlitos.
Y ahora, una columna y media más tarde, empiezo a hablar de él, quiero decir de Alcaraz.