La japonesa Nissan ha anunciado este jueves que prevé cerrar su ejercicio fiscal, que culmina en marzo, con una pérdida de entre 4.300 y 4.600 millones de euros, casi diez veces más de los 500 millones anticipados hasta ahora. La compañía dispara la factura por los costes de reestructuración, la caída de las ventas, los descuentos aplicados para que no se acumule inventario y unos márgenes a la baja.
La empresa ha realizado amortizaciones de 3.100 millones de euros por la revisión de activos en América del Norte, América Latina, Europa y ó. Es “una medida prudente” mientras se busca estabilizar la compañía, ha señalado Espinosa.
Los resultados son aún más débiles de lo esperado en una compañía con una deuda abultada, en bono basura. Presionan cada vez más a Nissan para dar con un salvavidas tras fracasar los intentos de fusión con Honda a principios de este año. Esto provocó la destitución del director ejecutivo, Makoto Uchida, quien afirmó que será “difícil sobrevivir” sin algún tipo de alianza. Le ha sustituido en lo más alto el mexicano Iván Espinosa.
Ante la persistente desaceleración de sus ventas, especialmente en sus dos mercados estrella, Estados Unidos y China, Nissan anunció a principios de noviembre que quería suprimir 9.000 empleos de su plantilla mundial y reducir su capacidad de producción en un 20%, con un coste de 370 millones.
Pese al panorama, Espinosa señala que la deuda se mantendrá estable y que cuenta con caja suficiente. “Tenemos la determinación de dar un giro a Nissan en los próximos meses”, advierte. Ahora, el fabricante sufre por la guerra comercial. Desde principios de abril, Washington impone un recargo del 25% a los automóviles importados a Estados Unidos. El año pasado, Nissan alcanzó el 30% de sus ventas globales en este país. Para evitar los aranceles podría aumentar la fabricación en sus plantas de EE.UU., donde hasta hace poco planteaba reducir la actividad.