La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, levantó ayer el teléfono para llamar a ʱí. Al otro lado estaba el primer ministro chino, Li Qiang. En el centro de la conversación no podía haber otra cosa que los aranceles “recíprocos” impuestos por Donald Trump a todo el mundo. Von der Leyen llamó a mantener la cabeza fría: instó a Li a evitar una mayor escalada y a buscar una “solución negociada”, citando la importancia de la previsibilidad de la economía mundial.
Pero la alemana también mencionó una de las preocupaciones que estos días están en boca de todos en Bruselas: que los productos chinos que no encuentren salida en el mercado de EE.UU. lleguen en avalancha hacia el Viejo Continente. En la conversación, en concreto, evocó el gran papel de China en los “posibles desvíos comerciales causados por los aranceles, especialmente en sectores ya afectados por la sobrecapacidad global”, según el comunicado oficial. El cierre del mercado estadounidense ha creado esta nueva derivada. “Es un miedo y un riesgo que todo el mundo tiene muy identificado y trabajará para evitarlo”, indican fuentes europeas a este diario.
Bruselas ya se ha puesto manos a la obra y ha creado un grupo operativo de vigilancia de las importaciones. Se trata de un equipo que monitorizará cuidadosamente los flujos adicionales de bienes que llegan a Europa. Von der Leyen ha sido muy clara dentro de la Comisión al asegurar que no lo tolerará y tomará medidas si ocurre, como las emprendidas contra los coches eléctricos baratos chinos.
“Algunos países ya no pueden exportar a EE.UU. y podrían elegir mercados alternativos. Cuando esta oferta proceda del exceso de capacidad mundial, estaremos preparados para defender nuestro mercado. No vamos a absorber el volumen que EE.UU. ya no absorbe”, sostiene un funcionario comunitario, hablando, por ejemplo del exceso de capacidad mundial en el mercado del acero.
El bloque ofrece a Trump comprar más gas natural licuado, pero no negociará las multas a las ‘big tech’
En la llamada, el primer ministro chino aseguró que se ocuparía de que esto no ocurriese. ʱí mantiene que prefiere incrementar el consumo doméstico antes de enviar sus bienes a otras partes, pero falta por ver si esto termina siendo así. Al fin y al cabo, no solo se trata del riesgo de que bienes chinos lleguen de China, sino de productos chinos llegados de, por ejemplo, Vietnam.
Con el gigante asiático, la UE tantea un difícil juego de equilibrios. En un lado de la balanza se encuentra la necesidad de buscar socios comerciales y afianzar las relaciones con otros países para suplir el comercio con EE.UU. Mira a China, pero también a la India –espera cerrar un acuerdo comercial antes de verano– o que se ratifique pronto el pacto acordado con el bloque del Mercosur –sobre el que algunos de los países reticentes ya están cambiando de parecer gracias a Washington–. Antes de verano está prevista una importante cumbre con China. Al otro lado se encuentran los actuales desafíos que presenta el trato con ʱí, principalmente el creciente déficit comercial y las prácticas desleales que llevan a cabo sus autoridades, como los subsidios al coche eléctrico.
Si China opta por cerrar filas frente a Trump, la UE sigue intentando buscar por todas las vías una salida acordada. Después de haber ofrecido aranceles cero a los bienes industriales, ahora también se muestra dispuesta a comprar más gas natural licuado de EE.UU. para superar la dependencia de los hidrocarburos rusos. Hay dos líneas rojas, sin embargo. La primera son las multas sobre las grandes empresas tecnológicas: la Comisión no cederá en las sanciones contra las big tech que incumplan el reglamento de mercados digitales. Pronto llegarán las esperadas sobre Apple y Meta. Después, el IVA, que EE.UU. ve como una barrera no arancelaria, pero no la UE, porque no es discriminatorio.
El plan B de tomar represalias si no se logra llegar a un acuerdo sigue en marcha. Si no hay ningún imprevisto, hoy los Veintisiete ratificarán la propuesta de la Comisión de aranceles de hasta el 25% sobre una larga lista de productos de EE.UU., como los vaqueros, el plástico o los diamantes. Una parte entrarán en vigor ya la semana que viene, y todos suman 21.000 millones de euros, una cantidad inferior a la prevista inicialmente tras haber tenido que quitar productos como el bourbon para proteger el sector del vino.
La UE podría presentar la semana que viene un plan para atacar los servicios de EE.UU. si no hay vía acordada
A la vez, la Comisión prepara otra propuesta de respuesta a los aranceles sobre los coches y los recíprocos, que podría ya presentar la semana que viene con la intención de se apliquen en mayo, “siempre y cuando los estadounidenses no acepten comenzar negociaciones reales para entonces”, aseguran fuentes comunitarias. Esto será mucho más complicado: los bienes de EE.UU. que se pueden gravar tienen un tope, y la UE no tendría más remedio que atacar también los servicios. Von der Leyen está en contacto constante con los líderes de los 27: hay que evitar fisuras.