Se puede decir que -en tiempos de conclave-que el economista Branko Milanovic, 71 años, es el papa (académico) de la desigualdad. Sus estudios pioneros sobre la materia, que se difundieron hace más de una década, hoy están de rabiosa actualidad. En las universidades y escuelas de negocios se suele citar hasta la saciedad su conocida “curva del elefante”, un célebre gráfico en el que se demuestra la pérdida de ingresos que ha sufrido la clase media en la era de la hyperglobalización que empezó a finales del siglo pasado, mientras que las franjas más altas y más bajas de la población mundial en cambio registraron una mejoría de su nivel de vida.
Hay una clase alta que acumula rendimientos del trabajo y del capital en simultánea
La “curva del elefante”, que vio la luz en 2013, se usa para explicar el malestar económico y social que sufren las sociedades occidentales, que se ha convertido en caldo de cultivo para el ascenso de los movimientos populistas y más radicales, que han llevado al poder partidos (y políticos) anti sistema, tal vez con Donald Trump como el mejor ejemplo de respuesta a este fenómeno.
Pues bien, Branko Milanovic, que fue un breve periodo profesor visitante de la UPF, ha protagonizado la última jornada del Cercle d' Economia, en el que se ha debatido este espinoso tema. Este académico del Graduate Center de la City University of New York (CUNY) ha actualizado su análisis y ofrecido nuevos detalles. En primer lugar, ha explicado, su curva del elefante en los últimos diez años ha cambiado de forma. Hoy se parece más bien a un tobogán que conduce hacia abajo. De alguna manera, también los más ricos han perdido ahora ingresos, algo que se remonta al punto de inflexión de la Gran Crisis Financiera del 2008.
Milanovic cree que Trump ha explotado a su favor el odio de clase
No obstante, señala Milanovic, hoy políticamente estamos viendo las consecuencias del “elefante” primigenio todavía, es decir de la debilidad de las clases medias. “Estamos pagando ahora el precio del liberalismo desenfrenado que empezó en los años noventa”, subraya. Lo que ha dado lugar a políticamente a figuras como Trump, que, en su opinión, lleva a cabo políticas “desestabilizantes”. El magnate, de acuerdo con su análisis, sacó partid del “desprecio” que las clases medias han sentido para los más ricos, alimentado por un sentimiento de injusticia y “de que ellos no se lo merecen”.
Este académico también ha ofrecido un dato esclarecedor, que está detrás del auge de lo que algunos han llamado “ascenso de la plutocracia” en algunas sociedades occidentales, como Estados Unidos. Ha emergido, según el una categoría nueva. La ha bautizado con una nueva expresión: homoploutia. Es un neologismo creado a partir del griego (homo, igual; ploutia, riqueza).
Homoploutia es un concepto económico que describe la situación en la que las mismas personas son ricas tanto en ingresos de capital (por ejemplo, rentas, dividendos) como en ingresos laborales (salarios, honorarios). Es decir, la riqueza no se concentra solo entre capitalistas o solo entre trabajadores altamente remunerados, sino que hay un grupo significativo (un cuarto del 1% más rico) que pertenece simultáneamente a ambas categorías. Por ejemplo, médicos, abogados o profesores o ejecutivos que también cuentan con rendimientos del capital aparte de su sueldo y que los hace más poderosos, en términos económicos, si cabe. La desigualdad se ha sofisticado, también dentro de la cúspide.
“La élite se ha beneficiado de una ideología de la meritocracia y, como trabajan duro, tienen la sensación de que merecen ocupar esa posición”, ha remarcado. Con ello, se percibe “una visión negativa” hacia los grupos con menos ingresos, a quienes “consideran deplorables, lo que es políticamente desestabilizador”. Una nueva lucha de clase que es una bomba de relojería en potencia para las sociedades y, como se está viendo estos días para la democracia. Con un peligro más: la tecnología, que podría profundizar las desigualdades todavía más. “La llegada de la Inteligencia Artificial potencialmente también podría favorecer al capital en detrimento de los ingresos laborales”, pronostica Milanovic.
Un caso singular
España, desigual en ingresos y generaciones
La economista senior del Banco de España, Laura Hospido. ha explicado que en España “hay un nivel de desigualdad elevado” si se compara con otros países de la Unión Europea, aunque la diferencia es pequeña. De una escala del 0 a 1, donde 0 es igualdad y 1 desigualdad, España se sitúa en -0,31 un dato similar del 0,30 en el caso de Alemania o Francia--, y ha dicho que depende del momento cíclico del empleo. Hospido ha destacado que un 50% de la población española desconoce la renta disponible del siguiente año, algo que pone en riesgo las decisiones económicas importantes y que afecta especialmente a los jóvenes.
El subdirector de la Fundación de Estudios de DzԴdzí Aplicada (Fedea), José Ignacio Conde, ha asegurado que “a los jóvenes no les acompaña ni la economía ni la política”, ya que el crecimiento de la renta per cápita es un tercio de la que había en los años 1980 y 1990 --el 20% contra el 60%--, y ahora representan el 20% del electorado cuando antes eran el 35%. Es decir que no son la prioridad electoral. Por ello, ha defendidoque la única manera que tienen de poder aumentar la renta per cápita a un ritmo superior es la productividad e invertir en particular en educación e innovación.
Este experto se mostró pesimista sobre Europa, un continente que está perdiendo terreno relativo frente al auge de clase trabajadora de Asia. “Con el paso de los años, los países europeos se parecerán mucho a los latinoamericanos” en la distribución de riqueza de la población, ha señalado. Ha explicado que, en el último siglo, las franjas de población más pobres en Europa formaban parte del 20% de la población más rica a nivel mundial, algo que está cambiando por el auge de los países asiáticos. Puso como ejemplos enfrentados la evolución de los ingresos en los últimos años experimentados por los habitantes de la China urbana con los de Italia. Queda evidente es que la zona asiática ha sido la que más ha sabido sacar provecho de la globalización y que se ha traducido, en última instancia, en el aumento del poder de China. Que es la gran amenaza a la que Donald Trump ahora se quiere enfrentar para vengar, presuntamente, a los trabajadores estadounidenses empobrecidos. Y así el círculo se cierra, como estamos viendo estos días. Con un elefante, por usar la metáfora de Milanovic, que se mueve en la cristalería de la Casa Blanca.