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“Será el más poderoso del mundo”, o cómo el conde-duque de Olivares convenció al rey Felipe IV de España al más puro estilo del 'Make America Great Again' de Donald Trump

Megalomanías compartidas

El sueño de Olivares, favorito de Felipe IV, tiene mucho en común con el machacón “Hagamos EE. UU. grande otra vez” de Trump. Sorprenden las coincidencias entre sus visiones hegemónicas

“Vuestra Majestad será el príncipe más poderoso del mundo”, prometió a Felipe IV su valido Olivares. Sorprenden las coincidencias entre su visión hegemónica y la de Donald Trump

El presidente estadounidense Donald Trump y el valido de Felipe IV, el conde-duque de Olivares, en un retrato de Velázquez

Dominio público

Aunque los separen cuatro siglos, la comparación entre el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV de 1622 a 1643, y Donald Trump revela paralelismos fruto de políticas similares. El presidente de Estados Unidos quiere hacer a América grande de nuevo, lo mismo que pretendía Olivares con la España de su época. El eslogan Make America Great Again (MAGA), reiterado hasta la saciedad por Trump y sus amigos multimillonarios –Elon Musk lo exhibe impreso en sus camisetas–, refleja la nostalgia hacia un pasado idealizado y funciona como banderín de enganche para sus seguidores.

Olivares también quiso recuperar la grandeza de España y hacer de su rey el monarca más poderoso y célebre del mundo, como lo había sido su abuelo Felipe II, que gobernó un imperio con una dimensión planetaria nunca antes vista. De ahí que en su corte a aquel se lo llamara “Felipe el Grande” y también “el Rey Planeta”.

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La España de Olivares, como la América de Trump, era un imperio en declive que necesitaba una profunda reforma. Ambos dirigentes usaron el retorno a una añorada edad de oro de su historia como idea fuerza capaz de influir tanto en la sociedad como en los individuos. Trump promete devolver a América su antiguo esplendor maltrecho desde el ataque a las torres gemelas en 2001 o la Gran Recesión de 2008. Ante la grave crisis de un país que no logra encontrar un nuevo paradigma para mantener su capitalismo hegemónico, los sectores más radicales y populistas del movimiento MAGA no dudaron en asaltar el Capitolio en 2021, cuando Trump perdió las elecciones ante Joe Biden.

Apenas iniciado su segundo mandato, Trump ha provocado un tsunami político anunciando que modificará la geopolítica planetaria para engrandecer América y retrotraerla a su pasado apogeo. Afirma que comprará o se anexionará Groenlandia por la fuerza, se adueñará del canal de Panamá y construirá complejos turísticos en Palestina cuando los diezmados habitantes de la franja sean deportados a Jordania, Egipto u otros países árabes.

Washington (United States), 05/02/2025.- US President Donald Trump speaks during a press conference with Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu (Not Pictured) in the East Room of the White House in Washington, DC, USA, 04 February 2025. President Trump said that the he wants the US to take an ''ownership position'' of Gaza. EFE/EPA/JIM LO SCALZO / POOL

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También sostiene que el estado 51 debería ser 䲹Բá. De ahí que, en la reciente convocatoria electoral de este país, el primer ministro Mark Carney dijera, al presentar su candidatura, que su auténtico rival era Trump, por la imposición de aranceles y su política de acoso. Carney reclamaba al inquilino de la Casa Blanca que, antes de iniciar cualquier negociación, reconociera la soberanía canadiense.

La política arancelaria de Trump aumentará la inflación y reducirá el consumo y el empleo. Ante el riesgo de que sus medidas provoquen una recesión, el presidente estadounidense sostiene, en contra de toda lógica económica, que incluso esa crisis tendrá efectos beneficiosos cuando se alcance la tierra prometida. El hecho es que la economía ya se está viendo afectada por los aranceles y los despidos masivos de trabajadores gubernamentales. La propia Tesla, uno de los buques insignia de Musk, ha sufrido un duro varapalo en sus ventas y en el mercado bursátil.

Culpar al antecesor

Las críticas de Trump contra la política de Joe Biden guardan cierta semejanza con las de Olivares hacia el reinado de Felipe III, al que consideraba culpable de la decadencia del Imperio español. La debilidad del padre de Felipe IV y la corrupción de sus validos, los duques de Lerma y de Uceda, condujeron a un pacifismo cuyo mayor exponente fue la tregua de los Doce Años acordada con los rebeldes de las Provincias Unidas (Países Bajos) en 1609, un año después de la bancarrota de 1608, cuando el sobreendeudamiento de la Real Hacienda había alcanzado cotas insostenibles.

La tregua permitió a los holandeses reforzar sus ejércitos y escuadras y causó un daño irreparable en la reputación que había mantenido España como potencia hegemónica hasta entonces. Al parecer, en su lecho de muerte, Felipe III se arrepintió y pidió al Altísimo otra oportunidad de reinar, con la promesa de que lo haría al modo personal e infatigable de su padre Felipe II. Desde que tomó las riendas del poder en 1622, Olivares intentó recobrar la grandiosidad del Imperio español y convenció al joven Felipe IV para que, a diferencia de su padre, adoptara una política ofensiva si quería frenar el ocaso de la monarquía.

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En primer lugar, España reanudó la guerra a sangre y fuego contra los rebeldes y herejes holandeses hasta que estos, en el Tratado de Westfalia (1648), vieron reconocida finalmente su independencia. Después, para intentar restablecer la superioridad española, el valido participaría en la guerra de los Treinta Años en apoyo de los Habsburgo austriacos y en defensa del catolicismo. Como su política agresiva colisionó con los intereses de Inglaterra, tampoco dudó en guerrear contra ella. Mayor relevancia tuvo aún el largo conflicto bélico que mantuvo con Francia, con resultados nefastos.

Proteccionismo y recortes

Igual que Trump, Olivares llegó al poder como abanderado de un cambio que pretendía restaurar la supremacía internacional de su país. Para ello, primero necesitaba acabar con la decadencia económica provocada por la mala gestión y la corrupción generalizada de la época de Felipe III.

Como el presidente estadounidense, Olivares apostó por el proteccionismo para el fomento de la agricultura y la industria castellanas. También procuró reducir el gasto público mediante la adopción de medidas de austeridad. Sus famosos Artículos de Reformación de 1623 incluían la lucha contra la corrupción, la disminución de los gastos suntuarios y la reducción de funcionarios y consejeros. Nada que fuera comparable, sin embargo, a los despidos masivos decretados por Elon Musk.

‘El conde duque de Olivares’, realizado por Velázquez

‘El conde duque de Olivares’, realizado por Velázquez

Archivo

La política de ahorro, de la que participó el propio rey, no prosperó por la resistencia de los rentistas, la nobleza y los miembros de la burocracia real. Cuando en 1623 el aventurero príncipe de Gales llegó inesperadamente a Madrid a pedir la mano de la hermana del rey, la infanta María, se invirtieron grandes sumas en agasajarlo y paulatinamente la austeridad fue arrinconada.

Por otra parte, tanto Trump como Olivares hubieran querido gobernar sin las sujeciones que el ordenamiento constitucional les imponía. Olivares pretendió acabar con las libertades, constituciones y Cortes de la Corona de Aragón, que entonces conformaban, junto con el reino de Castilla y el de Portugal, la monarquía compuesta hispánica. Esos territorios pagaban menos impuestos que Castilla, sobre la que recaía toda la carga fiscal-militar con desastrosas consecuencias para su economía.

Para recuperar la preponderancia política y militar de la monarquía española, dadas las remesas menguantes de plata americana y los crecientes problemas para obtener préstamos de los banqueros, Olivares consideraba imprescindible que todos los territorios pagaran idénticos impuestos y se gobernaran del mismo modo que Castilla.

En esta línea, la famosa Instrucción secreta de Olivares a Felipe IV en 1624 decía: “Tenga Vuestra Majestad por el negocio más importante de su Monarquía el hacerse rey de España; quiero decir, Señor, que no se contente V. Majd. con ser rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, conde de Barcelona, sino que trabaje y piense en reducir estos reinos de que se compone España al estilo y leyes de Castilla sin ninguna diferencia y en poder celebrar Cortes en la parte que quisiere, y poder introducir V. Majd. acá y allá ministros de las naciones promiscuamente, que si V. Majd. lo alcanza será el príncipe más poderoso del mundo”.

Felipe IV en Fraga Velázquez Óleo sobre lienzo, 129.9 x 99.4 cm 1644 Nueva York, The Frick Collection.

Felipe IV .

THE FRICK COLLECTION / VELÁZQUEZ, 1944 / Europa Press

Al año siguiente, cuando se temía el ataque inminente de una escuadra inglesa, Olivares esbozó su proyecto de la “Unión de Armas” y propuso que cada parte de la monarquía –incluidos Flandes, las posesiones italianas y América– proveyeran, mediante cuotas proporcionales a su población y riqueza, un número fijo de hombres en nómina para crear un ejército de reserva de 140.000 efectivos, con la finalidad de mantener su política belicista.

En su viaje para convocar Cortes en los reinos de la Corona de Aragón y obtener las contribuciones exigidas por la Unión de Armas, el rey solo consiguió que aragoneses y valencianos suministraran dinero u hombres armados, pero no las dos cosas a la vez. Los catalanes, por su parte, se negaron categóricamente a conceder ninguna de las peticiones. En 1632 se procuró de nuevo conseguir fondos de las Cortes catalanas, pero el intento se saldó con una rotunda negativa.

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Cuando los franceses atacaron la fortaleza de Salses en 1639, Olivares vio la oportunidad perfecta para involucrar a los catalanes en la guerra contra Francia y obligarlos a participar en la Unión de Armas. La subsiguiente rebelión catalana de 1640 tuvo una repercusión internacional, pues Catalunya pidió ayuda a Francia y reconoció la soberanía de Luis XIII. El levantamiento animó a los portugueses a seguir el ejemplo. Ese mismo año, el duque de Braganza se proclamó rey de Portugal.

Por su pretensión de devolver a España su antigua grandeza sin disponer de suficientes recursos militares y financieros, Olivares acabó por dimitir en 1643. Dejó al país en una situación lamentable. Finalmente, España reconoció la independencia de Holanda y Portugal, a lo que había que sumar la pérdida del Rosellón y parte de la Cerdanya catalanes ocupados por Francia. El sueño de grandeza de Olivares terminó en una pesadilla, y la monarquía hispánica pasó a ser una potencia de segundo orden después de Westfalia. Veremos qué sucederá con el preconizado Make America Great Again de Trump.

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