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Kennedy recopila historiales médicos de los estadounidenses para investigar las causas del autismo

Estados Unidos

El secretario de Salud promueve sin evidencia científica que el autismo no es genético y tiene cura

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El secretario de Salud, Robert F. Kennedy, junto al director de los Institutos Nacionales de Salud, Jay Bhattacharya, y el comisionado de la Administración de Alimentos y Medicamentos, Marty Makary,

Jose Luis Magana / Ap-LaPresse

Una “toxina ambiental” ha provocado una “epidemia de autismo”, a juzgar por el máximo responsable de Salud de Estados Unidos, Robert Kennedy, que pronostica que descubrirá su causa antes de terminar el año con el objetivo de “erradicarla”. A pesar del extenso consenso científico que desde la década de los 1970 sostiene que la genética contribuye de forma determinante a esta condición neurológica, el secretario afirma que “estudiar las causas genéticas del autismo nos lleva a un callejón sin salida”, pues “sabemos que se trata de una exposición ambiental” y “los genes no causan epidemias”.

El secretario de Salud ha hecho afirmaciones parecidas sobre otro tipo de condiciones o trastornos con componentes genéticos, como el trastorno por déficit de atención, el síndrome de Tourette o la narcolepsia. Su argumento para calificarlos de “epidemias” es que ha habido un aumento de casos en los últimos años, aunque en realidad lo que ha aumentado son los diagnósticos.

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“Nunca oí hablar de ninguna de estas enfermedades cuando era un niño. No formaban parte de la nomenclatura. No formaban parte del diálogo. Cuando mi tío era presidente, no se gastaba nada en este país en el tratamiento de enfermedades crónicas. Hoy en día, son alrededor de 1,8 billones de dólares al año, que están llevando a nuestra nación a la bancarrota. El 74 % de los niños estadounidenses no pueden alistarse en el ejército. ¿Cómo vamos a mantener nuestro liderazgo mundial con una población tan enferma?”, dijo ayer Kennedy desde la sede del departamento de Educación.

De todas estas “enfermedades”, el autismo lleva años siendo el foco de Kennedy, un abogado ambientalista que se presentó a las primarias demócratas y abandonó por la falta de apoyos para pasarse al bando de Donald Trump, quien lo recompensó con el principal cargo de Salud del país. El excandidato sostuvo en el pasado que las vacunas son la causa del autismo infantil, entre otras teorías de la conspiración, con las que durante el covid ganó fama nacional como activista antivacunas.

Para hallar las causas de esta “epidemia”, Kennedy ha anunciado que los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) están recopilando los historiales médicos privados de millones de estadounidenses de varias bases de datos federales y comerciales. Luego entregarán estos datos a investigadores nombrados por Kennedy, que buscarán las causas del autismo para “erradicarlas” antes de septiembre, un objetivo ambicioso que tampoco tiene respaldo científico.

Kennedy se ha propuesto el ambicioso objetivo de “erradicar” las causas del autismo antes de septiembre

El director de los NIH, Jay Bhattacharya, explicó que se recopilarán datos de los registros de medicamentos de las farmacéuticas, pruebas de laboratorio, datos genómicos de los pacientes tratados por el departamento de Asuntos de Veteranos, las reclamaciones de aseguradoras privadas, y los datos de los relojes inteligentes y otros dispositivos que miden la actividad física. El NIH está tratando de ampliar su acceso para coordinar datos, también, con los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid, los seguros de salud públicos para personas mayores y de bajos ingresos.

“La idea es que los recursos de datos existentes suelen estar fragmentados y son difíciles de obtener. El propio NIH suele pagar varias veces por el mismo recurso de datos. Incluso los datos que se encuentran dentro del gobierno federal son difíciles de obtener”, afirmó Bhattacharya en una presentación ante los asesores de su agencia. La investigación abarcará “desde la ciencia básica hasta los enfoques epidemiológicos, pasando por otros enfoques más aplicados” para tratar el autismo, aseguró.

Esta investigación ha alarmado a la comunidad científica, no solo porque busca romper con su consenso, también porque los datos privados de millones de estadounidenses quedarán todavía más expuestos al servicio del Gobierno y porque tratar a los autistas como enfermos infectados por una “toxina” es estigmatizador.

“El autismo destruye familias, pero lo que es más importante, destruye nuestro mayor recurso, que son nuestros hijos”, aseguró Kennedy la semana pasada. “Son niños que nunca pagarán impuestos, nunca tendrán un trabajo, nunca jugarán al béisbol, nunca escribirán un poema, nunca tendrán una cita, muchos de ellos nunca podrán ir al baño sin ayuda”, añadió, en unas polémicas declaraciones que luego matizó al afirmar que se estaba refiriendo a los niños con “autismo de bajo funcionamiento”, que representan aproximadamente una cuarta parte de los diagnosticados.

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