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Cuando el Papa salía de compras en Roma

La muerte de Francisco

Durante su pontificado Francisco acostumbraba a pasearse por los comercios de la capital como un ciudadano de a pie

La fila eterna de San Pedro para rendir homenaje al papa Francisco

A bishop walks past a new street-art collage by Italian artist Maupal showing Pope Francis playing tic-tac-toe and drawing peace signs as a Swiss guard keep watches the street near the Vatican on October 19, 2016 in Rome. / AFP PHOTO / TIZIANA FABI

Un mural con la figura del Papa cerca de un escaparate en el barrio de Borgo Pio, que bordea el Vaticano

Tiziana Fabi / AFP

Resulta muy complicado desplazarse por las calles del centro de Roma estos días, debido a la gran cantidad de fieles, turistas y peregrinos. Para tomar un café en el mítico bar Tazza d’oro del Pantheon hay que hacer una cola de diez minutos. Pero quien se movía a sus anchas por esta zona era el Santísimo Padre. Desde el mismo día de su elección Francisco quiso enfatizar la vertiente más terrenal de su cargo, al definirse como el arzobispo de Roma. Jorge Mario Bergoglio, a lo largo de su papado, mantuvo su cercanía con la capital, al frecuentar algunos comercios como si fuera un romano más o a aprovisionarse directamente de ellos. El difunto Papa allí dejó su huella.

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Dulce de leche argentino

“¡Cómo no le va a gustar a un argentino el dulce de leche! ¡Sería como si a un italiano no le gustara la Nutella!”, exclama Sebastián Patrón, de la homónima heladería situada justo fuera de las murallas vaticanas (Via Gregorio VII, 38). Este bonaerense aprendió hace años las artes heladeras de un veterano siciliano, que le transmitió, a sus 80 años, su saber. Sebastián aprendió la lección del maestro y se convirtió así en el heladero preferido del inquilino de la plaza de San Pedro. Aunque la gula es pecado, Francisco no podía resistirse a su proverbial sabor de dulce de leche, que es un gusto que no acostumbra a venderse en Italia. “Me hacía encargos de 8-10 kilos cada mes, pero obviamente no era todo para él sino que lo distribuía a personas de su entorno. De hecho, varios ciudadanos vaticanos cuando vienen por mi tienda me dicen: ‘¡Yo he comido tus helados!’”, cuenta Sebastian, que lleva colgada una cadenilla con un discreto crucifijo. En el local, modesto con una agradable terraza, se aprecia una nota de agradecimiento del Papa en persona.

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Tejidos con olor a madera

Situada en un lugar privilegiado, justo detrás de la Piazza della Minerva, con vistas al célebre obelisco con un elefante esculpido por Gian Lorenzo Bernini en el siglo XVII, la sastrería Gammarelli (Via di Santa Chiara, 34 ) fue fundada pocos años después, en 1798. Esta casa familiar ha vestido a todos los papas desde León XII, consolidando así una tradición que dura más de dos siglos. Después de la muerte de Annibale en el 2016, ya estamos en la sexta generación familiar, a cargo de Lorenzo, que ha vestido al papa Francisco y que con toda seguridad vestirá a su sucesor. En la entrada del local esta semana ondea a media asta la bandera del Estado del Vaticano. Los encargados atienden a turistas asiáticos mientras se respira un acre olor a madera vieja. En esta hermosa tienda, con su original mobiliario compuesto por numerosos estantes y cómodas de pared y la antigua escalera que conduce al piso superior donde se encuentra el taller, tiene un cierto aire de sacristía: dependientes con chaquetas y corbatas oscuras, palabras que se pronuncian en voz baja... “En días como hoy, preferimos no hablar”, dicen.

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Gafas en 10 m2

Ubicada en una de las esquinas de la céntrica Piazza del Popolo, sede habitual de manifestaciones de toda índole política, la óptica Spiezia llama la atención por su dimensión: ocupa (Via del Babuino, 199) un espacio tan diminuto que apenas caben cuatro personas de pie. En su escaparate que da a la calle, de un tamaño tan reducido que encajaría la efigie de una Virgen, sólo hay alguna decena de gafas de exposición. “Me llaman ‘el óptico del Papa’ pero yo soy más bien el óptico de Via del Babuino desde hace más de 50 años”, comenta a sus clientes el titular, Alessandro Spiezia, perfectamente trajeado con una camisa de rayas blancas y azules, que abrió el establecimiento en 1967. En las paredes son visibles varios marcos de madera con unas fotos de Francisco en este angosto lugar, lleno de historia. Spiezia también tuvo como clientes a Wojtyla y Ratzinger. El papa Bergoglio estuvo en la tienda en dos ocasiones, en el 2015 y el 2024, para que le revisaran y cambiaran las lentes, un grado más. Insistió en pagar y él devolvió el importe a una causa benéfica. “¿Cómo era él en persona? –dice Spiezia– Sencillo, capaz de transmitir gran serenidad, sabiduría y ganas de vivir. Tenía una sonrisa, una palabra, un gesto de atención para todos los que conocía. Siempre lo he considerado como un padre. Hasta me llamó para el día de mi cumpleaños”.

Tienda de discos

Superviviente musical

Sterosound-La discoteca al Pantheon es una de la veintena de tiendas que aún vende música en soporte físico en la capital (Via della Minerva, 10). Francisco la visitó por sorpresa en el 2022 tras bajar de su Fiat 500. Bergoglio se llevó entonces una caja con CDs de música clásica. Hoy en el escaparate hay vinilos (destaca uno de jazz, de Count Basie). Cliente habitual, cuando el futuro Papa vivía en Via della Scrofa durante sus estancias en Roma como sacerdote jesuita y luego como arzobispo de Buenos Aires, en Sterosound solían hacerle varios paquetes para regalos que se llevaba a Argentina. “ Era un gran melómano”, dicen desde esta tienda que abrió en 1971. Al lado de la puerta de entrada del local quedan restos de una pegatina que pone “Lazio Merda”. No sabemos si Francisco, que era muy futbolero, se fijó en ella.

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