La Fuerza Aérea India bombardeó nueve posiciones en el interior de Pakistán en la madrugada del miércoles, hora local, como represalia por el asalto terrorista que dejó 26 muertos en Cachemira hace quince días. Islamabad reconoce 24 impactos en seis localidades de Punyab y dos de la Cachemira bajo control pakistaní, que habrían dejado “nueve víctimas civiles”. Por otro lado, habría derribado por lo menos un cazabombardero indio -aparentemente un Mirage 2000- cerca de Srinagar. El portavoz militar pakistaní, no obstante, dice sin aportar pruebas que su ejército ha destruido seis aeronaves indias -incluidos tres Rafale de fabricación igualmente francesa y un Mig-29 ruso, además de un dron Heron israelí- y que incluso ha capturado tropas enemigas. También lamenta 26 víctimas mortales y 46 heridos.
Nueva Delhi, por su parte, reconoce “nueve muertos”, igualmente civiles, y 38 heridos, producto del intenso lanzamiento de obuses pakistaníes sobre Poonch, cerca de la línea de control, en Cachemira. La comparecencia de prensa no ha admitido preguntas y solo más tarde algún medio indio ha difundido que los pilotos “están todos bien”, sin aclarar cuántos aviones se han perdido. A medida que circulan más fotos, parece que algunos.
Los objetivos seleccionados por el ejército indio pertenecen a organizaciones yihadistas implicadas en la lucha armada en Cachemira, singularmente Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Toiba. En ningún caso ha puesto en la diana instalaciones militares, en un aparente intento de evitar una escalada.
Misiles y obuses
26 civiles habrían muerto en Pakistán y 9 en India, según sus gobiernos
India habría bombardeado desde su propio territorio, su propio espacio aéreo y sus propias aguas, con aviones de guerra capaces de infligir un daño infinitamente mayor, por lo que queda clara la voluntad de evitar una guerra. En cualquier caso, el ataque coordinado sobre varios objetivos dentro del territorio reconocido de Pakistán -y no solo en la parte de Cachemira que ocupa- tiene pocos precedentes.
Destaca el bombardeo sobre instalaciones utilizadas por la organización Jaish-e-Mohammed en Bahawalpur, como la mezquita y madraza Subhan, a menos de cien kilómetros de la frontera. Esta es además la ciudad natal de Masud Azhar, el jefe de la organización, que pasó más de cinco años en prisiones indias antes de ser puesto en libertad en 1999, como condición impuesta por los secuestradores del vuelo de Indian Airlines que aquel año fue desviado a Kandahar.
Otros objetivos en el Punyab pakistaní -que hoy ha suspendido las clases- se encuentran en Muridke, Sialkot, Sarjal y Bhimber. En la Cachemira bajo control pakistaní han sufrido daños instalaciones en Kotli, así como una mezquita y madraza en la capital del territorio, Muzzafarabad. En todos los casos se trata de infraestructuras utilizadas por organizaciones armadas yihadistas que pretenden integrar por la fuerza a Pakistán la Cachemira bajo control indio.

Mezquita y madrasa de Bilal en Muzaffarabad, capital de lo que Pakistán llama “Cacheira Libre”, alcanzada por un misil indio este miércoles
Tanto los objetivos como la hora del bombardeo -noche cerrada- buscaban minimizar el número de víctimas. De hecho, varias madrasas en lo que Pakistán denomina Cachemira Libre llevaban varios días clausuradas, con sus militantes desperdigados en previsión de represalias. De ahí que, una vez más, haya que desconfiar del cálculo de “docenas de terroristas muertos y heridos” difundido por medios indios.
Ayer mismo, en localidades de la zona como Muzzafarabad, las autoridades pakistaníes realizaban simulacros de evacuación para poner a punto la respuesta de protección civil en caso de ataque.
India anunció que este miércoles haría lo mismo en 244 distritos de nueve estados. También avisó de maniobras aéreas que han terminado siendo la operación Sindur, nombre en clave de la respuesta coordinada por tierra, mar y aire a la supuesta complicidad pakistaní en el asalto terrorista del 22 de abril. El intenso intercambio artillero y las operaciones aéreas han provocado el cierre de casi una decena de aeropuertos en el noroeste de India.

Los servicios de emergencia pakistaníes atienden a una mujer que habría sido víctima de uno de los bombardeos indios
El ataque en la Cachemira india dio paso a una escalada de tensión entre ambas potencias nucleares que incluyó varias medidas, como la expulsión de diplomáticos, la revocación de visados, el cierre de la frontera terrestre y la suspensión de los tratados que regulan el flujo del Indo y sus afluentes.
Ambos países ya se vieron sumidos en un enfrentamiento similar en el año 2019, tras un atentado suicida con camión bomba en la Cachemira bajo control indio, que dejó un saldo de 40 muertos, todos ellos de la policía armada.

Restos de un avión presumiblemente indio derribado en Pampore, en los alrededores de Srinagar, en el valle de Cachemira, controlado por India
Entonces, India bombardeó supuestas bases insurgentes en Pakistán, a lo que Islamabad respondió bombardeando zonas aisladas en la India, derribando un cazabombardero y capturando a su piloto, que luego fue liberado sano y salvo. El fragor bélico, prácticamente inocuo, bastó para que Narendra Modi ganara de calle las elecciones de aquel año, celebradas pocas semanas después.
A diferencia de lo que ocurrió en 2019 -o antes, en 2016, tras el ataque en Uri- la respuesta india de este miércoles implica a los tres ejércitos con ataques de precisión y dentro del territorio reconocido de Pakistán. Es el aviso más serio por parte de las Fuerzas Armadas de India en lo que llevamos de siglo.

Avión indio todaví humeante cerca de Akhnoor, Jammu y Cachemira, India, esta mañana.
Sin embargo, la aritmética de Islamabad -mejor dicho, de Rawalpind, donde está el cuartel general del ejército- siempre ha sido otra y podrían llegar a la conclusión de que se trata de un precio no solo asumible, sino deseable. Sobre todo si el coste de arrasar unos cuantos graneros e inmuebles vacíos en Pakistán, para disfrute de las televisiones indias, es la pérdida de varios cazabombarderos valorados en cientos de millones de euros. Mientras tanto, el mundo vuelve a hablar del conflicto de Cachemira, que es lo que India quería evitar.