A diferencia de los grandes complejos turísticos en que se han convertido de un tiempo a esta parte muchos campings, con piscinas y toboganes que poco tienen que envidiar a los de los parques acuáticos y actividades programadas a todas horas para que el cliente no se aburra en ningún momento, una decena de alojamientos de Girona se han agrupado bajo el paraguas Pure Camping. Una marca alineada con los valores que propugna el slow tourism como la sostenibilidad, la calma, la tranquilidad o viajar sin prisas. “No es otra cosa que el camping tradicional, pero puesto al día, con el confort de ahora”, explica Miquel Gotanegra, presidente de la Associació de Càmpings de Girona, impulsora del sello turístico.
En esta categoría se incluyen alojamientos pequeños, no masificados, ubicados en espacios en contacto con la naturaleza, con un máximo de un 25% de bungalows y preeminencia de la acampada, ya sea en caravana o autocaravana, un modelo vacacional especialmente arraigado entre el cliente centroeuropeo, que en temporada baja, además, ayuda a desestacionalizar el turismo, tal como explica Gotanegra. Un perfil que en invierno sostiene los pocos alojamientos del litoral que permanecen abiertos, como el de Blanes.
“Me siento muy a gusto, aquí me conocen por mi nombre, no soy un número como ocurre a veces en los grandes resorts ”, explica el holandés Dennis Godecky, de Utrecht, que se aloja con su mascota en una furgoneta tipo camper durante diez semanas al año en este alojamiento que, con 65 años de vida, es uno de los decanos de la provincia. “Es un confort discreto, tranquilo, a las once de la noche no se permite coger el coche e incluso cuando está lleno uno está tranquilo”, explica su dueña, Isabel de Trincheria.
En Vidrà sustituyen la tele por juegos de mesa, a las 23 horas hay silencio y defienden el ‘no hacer nada’
Son lugares sin grandes excesos ni decibelios disparados, en los que “no hacer nada” es también una opción válida, tal como defiende Bea Balmes, propietaria del camping Vidrà, otro de los que se han incorporado a esta marca. “El Pure Camping es la esencia de lo que habían sido los alojamientos de acampada en sus orígenes, un espacio para descansar y relajarte, un lugar donde el cliente no se sienta agobiado”, explica Balmes, que recibe a su clientela con un mantra que va repitiendo una y otra vez: “Olvídate del reloj, descansa y disfruta del entorno”. En este alojamiento, la televisión ha sido sustituida por los juegos de mesa, el wifi es de pago y a las once de la noche hay silencio absoluto. Dice que nunca llenan para evitar la sensación de “masificación”.
El sello agrupa, de momento, nueve alojamientos de Girona, aunque no se descarta que se haga extensible a otros territorios catalanes. Entre los negocios adheridos, los hay de costa, de interior y de montaña. Jordi Perera, gerente del camping Pirineus, de Guils de Cerdanya, destaca otra característica común de los alojamientos agrupados bajo esta marca como es la fidelidad de la clientela. “Algunos hace más de treinta años que vienen y han pasado por aquí varias generaciones de la misma familia”, indica. Es el caso de Marta Calabia y familia, de Sant Just Desvern, clienta desde que tenía meses. “Mis padres empezaron a venir aquí en verano y luego en invierno con la caravana, y ahora lo hago con mis hijos”, explica Calabia, que recientemente ha adquirido una furgoneta camperizada para viajar con la familia. “No tiene muchas actividades, pero no buscamos eso; preferimos la tranquilidad”, explica.
En invierno, el 90% de la clientela de este alojamiento de la Cerdanya, con cerca de 200 parcelas y 28 bungalows, creado en 1981 procede de Catalunya, especialmente del área metropolitana, interesado por la práctica de deportes de invierno. Parcelas que en temporada alta de esquí y a partir de febrero registran una ocupación alta de hasta el 70%. Muchos son fijos, como el matrimonio octogenario formado por Mercè Calvo y su marido, de Barcelona, habituales desde hace cuarenta años. “Antes recorríamos toda España, hasta que fijamos nuestras vacaciones aquí, en el Pirineo. Ahora estamos de junio al 11 de septiembre, y en invierno dejamos aquí la caravana”, explica la mujer, que no es nada amante de las masificaciones.
Son alojamientos pequeños, con un 25% como máximo de bungalows y tienen un cliente muy fiel
Un alegato por el camping de antaño que no está reñido con la inversión. Gotanegra destaca que son alojamientos que cada año se ponen al día con nuevas mejoras, ya sea en digitalización, energías renovables o reformas para aumentar el confort de la clientela. Por ejemplo, el camping Salatà de Roses, integrante del sello, ha sido galardonado recientemente con el premio europeo por su innovación en tecnología, apartado en el que ha invertido en los últimos años 500.000 euros.