El PP ha conseguido una cosa que es realmente difícil: devolver la pasta dental al interior del tubo dentífrico, cuando ya estaba en las cerdas del cepillo. En lo que llevamos de legislatura, los populares solo han alcanzado un único acuerdo con el Gobierno con ocasión de la renovación del Consejo del Poder Judicial, tras más de dos mil días de bloqueo del órgano de gobierno de los jueces. Pero incluso en esta ocasión el PP estuvo a punto de romper el consenso, cuando se enteraron de los contactos entre el PSOE y Junts por la ley de Amnistía. Esta vez no hubo que volver a meter la pasta de dientes en el tubo, pero poco faltó.

En las últimas horas, Feijóo se ha echado atrás en su predisposición al diálogo con el Gobierno para pactar el decreto que mitiga los efectos de los aranceles de Donald Trump. Afortunadamente, la Casa Blanca ha retrasado tres meses su implantación (menos en el caso de China), esperando buscar acuerdos negociados.
El PP pasa de aceptar el diálogo sobre el decreto para paliar los aranceles a negarse a ello
El motivo del enfado popular es que Junts anunció que Carles Puigdemont había garantizado a Pedro Sánchez su voto favorable a los términos del acuerdo. Y aunque el texto no decía nada al respecto, presumieron de que las empresas catalanas tendrían el 25% de las ayudas. Nada que no corresponda al porcentaje exportador de Catalunya. Puigdemont, negociaciones con los independentistas y criterios territoriales arbitrarios son tres términos que sirven para dinamitarlo todo. Hasta el tubo del dentífrico.
El vicesecretario económico del PP, Juan Bravo, se ha hecho el indignado ante el ministro de DzԴdzí, Carlos Cuerpo, por modificar el borrador del decreto, cosa que este último negó en redondo. Si en unos momentos críticos para la economía española y europea, provocada por la lotería de los aranceles trumpistas, los populares son incapaces de alcanzar un acuerdo, demostrarán que este país no tiene remedio. Pero ellos, tampoco.
Una cosa es ser oposición y otra oponerse a todo. Una cosa es administrar los síes y otra transfigurarse en el Doctor No. Y, además, cansa que a menudo utilicen Catalunya como argumento desleal para reafirmar su patriotismo.