Ariana Grande, Selena Gomez, Taylor Swift, Kylie Jenner, Katy Perry, Rihanna o Kim Kardashian: todos estos nombres tienen algo en común. No es casualidad que 7 de las 10 personas más influyentes en las redes sociales sean mujeres, ni que estén vinculadas al mundo de la música o el espectáculo en general.
A menudo son señaladas y estereotipadas por sus imágenes, o por el simple hecho de ser celebrities, lo cual parece motivo suficiente para que sus seguidores y detractores más acérrimos conviertan estos sentimientos en rabia, obsesión o incluso comportamientos violentos.
Como influencers, estas mujeres reciben numerosas críticas, persecuciones y ataques en redes sociales, algo que puede considerarse también una forma de violencia de género. Así, muchos de los prejuicios y estereotipos que afectan a las mujeres llegan a través de las pantallas de los dispositivos que usamos en nuestra vida cotidiana.
Fenómeno fan: el enemigo está en casa
En las últimas décadas se han producido muchos cambios en la relación que los personajes famosos establecen con sus seguidores. En el caso de las mujeres, ellas han visto vulnerada su intimidad en mayor grado y, a menudo, de forma silenciosa debido a las nuevas tecnologías.
El anonimato del mundo virtual permite a cualquier persona acosar, insultar y perseguir a cualquier personaje famoso o cercano. Estos hechos son más fuertes cuando hablamos del hostigamiento que sufren muchas mujeres simplemente por el hecho de realizar una publicación en redes sociales, más visible y rápido de difundir.
Y aquí no hay distinción: sean influencers o no, el 70% de las víctimas de ciberbullying o ciberacoso son chicas, según datos del Estudio sobre Ciberbullying realizado por la Fundación ANAR con encuestas entre 12.000 estudiantes de más de 300 centros educativos.
Uno de los últimos casos que ilustra las consecuencias de las acciones en internet al mundo real ha sido el de la influencer Paula Gonu, que ha denunciado el chantaje sufrido en redes sociales por hacer públicos unos vídeos privados.