En la presentación del libro How to be a woman online, la académica estadounidense Nina Jankowicz aseguraba que “ser mujer en internet es un acto inherentemente peligroso”. Ella misma lo vivió en primera persona: poco antes de las, sufrió el acoso machista en redes sociales por publicar vídeos en los que desmentía bulos informativos. En la actualidad, Jankowicz asesora al gobierno de Joe Biden en la lucha contra la desinformación.
Para Jankowicz, las mujeres son uno de los colectivos más vulnerables en las redes sociales y constantemente deben hacer frente al llamado “abuso digital”. Sin embargo, la sociedad no está concienciada sobre este problema.
Otro caso más reciente es el de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin. Un vídeo de ella disfrutando de una fiesta con sus amigos se filtró a la prensa sensacionalista y acabó provocando un escándalo político y una crisis de reputación para la primera ministra. Lo cierto es que, como mujer joven, Marin fue juzgada desde una mirada machista y conservadora que considera que una mujer que ocupa un cargo político no puede salir de fiesta y debe mantener la compostura.
Por otro lado, la revelación de datos privados (ya sean fotografías, vídeos o mensaje) supone una modalidad de doxing o ciberacoso y lo sufren principalmente las mujeres.