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María Cerdán, neuróloga: “El primer efecto para un adulto mayor enganchado a las pantallas es el declive cognitivo, al reducir las interacciones sociales, reducimos la conexión entre neuronas”

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Cerdán, neuróloga especialista en deterioro cognitivo de las personas mayores y portavoz de la asociación 'Sin pantallas', analiza los riesgos del mal o excesivo uso de la tecnología en los sénior

María Cerdán, neuróloga especialista en deterioro cognitivo de las personas mayores y portavoz de Sin Pantallas

María Cerdán, neuróloga especialista en deterioro cognitivo de las personas mayores y portavoz de Sin Pantallas.

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Es un hecho: el uso descontrolado de la tecnología afecta a la salud mental y la adicción a las pantallas es un problema que crece día a día. Sobre todo, entre los más jóvenes. Sin embargo, ¿afecta a las personas mayores la que algunos llaman la nueva droga del siglo XXI? Los análisis referidos a este sector de la población suelen ser escasos; aunque, como apunta la neuróloga del hospital Santa Lucía de Cartagena María Cerdán, “en menor o mayor grado”, todos estamos un poco enganchados a las Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación (TRIC).

De ahí que, debido a un uso cada vez más extendido, ya se hayan convertido en habituales el llamado Síndrome de la vida ocupada. Por no hablar de otros efectos, como el conocido como FOMO (siglas de Fear of missing out, o temor a perderse algo; es decir, ansiedad por estar desconectado) o el JOMO (siglas de Joy of missing out: alegría de perderse algo, como declaración de una tendencia a la desconexión intencionada). Así lo recuerda esta especialista en deterioro cognitivo de las personas mayores y portavoz de Sin Pantallas, asociación que alerta sobre el excesivo uso (sobre todo precoz) de la tecnología digital.

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Sin embargo, algunos datos confirman que quizás haya que hacer saltar la voz de alarma entre las personas mayores. Se puede deducir, por ejemplo, de los que señala la web de Electro IQ, plataforma estadounidense que, desde 2010, analiza datos sobre ciencia y tecnología, cuando asegura: “Más del 40% de los adultos se sienten ansiosos si la batería de su smartphone está baja o si no lo encuentran”. Cerdán nos ayuda a entender en qué medida esta situación puedo también referirse a los sénior.

Antes de nada, quizás convendría empezar explicando qué debemos entender por “adicción a la tecnología”, ¿no?

Las conductas adictivas se caracterizan por una recompensa a corto plazo junto con unos efectos nocivos a largo plazo. Solo recientemente se han reconocido como tales las denominadas adicciones conductuales, que no requieren la ingesta de una sustancia como el alcohol u otras drogas pero que han acompañado a la humanidad desde hace miles de años. Hay que recordar que, cuando en 2018, la Organización Mundial de la Salud incluyó el “trastorno por videojuegos” en la Clasificación Internacional de Enfermedades, abrió así la puerta a aceptar otros posibles trastornos adictivos, como los relacionados con las nuevas Tecnologías de la Relación, la Información y la Comunicación (TRIC), por su elevado potencial adictivo.

¿Y hay que considerar parámetros distintos a la hora de hablar de esa adicción a la tecnología si afecta a una persona mayor o si perjudica a alguien más joven?

Es difícil de determinar. Para un cerebro en formación, como el de los niños y los adolescentes, el tiempo de uso, por ejemplo, sí es un factor determinante, ya que, a partir de un límite de tiempo (independientemente del uso), puede afectar al desarrollo del sistema nervioso. En adultos, en términos generales, sí considero que el tipo de uso es importante. Obviamente no es lo mismo estar trabajando en una hoja de cálculo o leyendo información en internet que estar jugando a Candy Crush…

Uno de los síntomas de la adicción es, sin duda, la falta de control de las tecnologías. Se priorizan estas frente a otros intereses vitales, personales y actividades diarias

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¿Cómo podemos reconocer si estamos o no enganchados?

Quizás podemos partir de la base de que todos lo estamos un poco, en menor o mayor grado, ¿no? Sabemos que, aunque las adicciones son más frecuentes en adolescentes y adultos jóvenes, nadie está exento. La adicción es un apego disfuncional extremo a una experiencia nociva para la persona, pero que se vuelve una parte esencial para ella y a la que le es difícil renunciar.

¿Pero se podrían mencionar algunos síntomas que pudieran determinar una adicción a la tecnología?

Utilizando el símil de la adicción a los videojuegos, uno de los síntomas es, sin duda, la falta de control de las tecnologías (TRIC). Además, se priorizan estas frente a otros intereses vitales, personales y actividades diarias. Y también es significativo el mantenimiento o, incluso, la escalada de dicha conducta, pese a tener conciencia de sus consecuencias negativas.

La adicción a las pantallas puede ser peligrosa también en los mayores, por la priorización del tiempo en espacios cerrados

La adicción a las pantallas puede ser peligrosa también en los mayores, por la priorización del tiempo en espacios cerrados.

Getty Images/iStockphoto

¿Y si le pidiera concretar? ¿Hay que estar, por ejemplo, pendiente del tiempo de uso del smartphone?

Quizá podemos reconocernos en varias situaciones. Por ejemplo, cuando olvidamos el teléfono en casa y sentimos la necesidad imperiosa de volver a buscarlo, cuando consultamos compulsivamente el móvil para ver si hay alguna notificación… O cuando, si estamos aburridos o estresados, recurrimos rápidamente a evadirnos en las redes sociales o a la compra online. Otra conducta podría ser, por ejemplo, cuando dejamos de hablar con las personas que tenemos a nuestro lado porque estamos “hablando” por WhatsApp con los que están lejos. Seguro que a todos se nos pueden ocurrir ejemplos.

Sin duda. Veo que son situaciones diferentes, pero… ¿Siempre se trata de la misma adicción o estamos hablando de formas y grados de adicciones diferentes y, por tanto, maneras distintas de tratarlas?

Es tan amplio que ni los propios psiquiatras se ponen de acuerdo y la terminología médica no para de crecer. Sabemos, por ejemplo, que la adicción a los videojuegos es muy similar a la adicción a las redes sociales. Los mecanismos neurofisiológicos de gratificación y recompensa producidos por el consumo de drogas (como la cocaína) y por otras conductas (como el sexo o el juego patológico) tienen el mismo fundamento basado en el incremento de dopamina en determinadas vías nerviosas del cerebro. Aunque hay tantos matices como personas, el circuito cerebral alterado es básicamente el mismo en todas las adicciones, por lo que la forma de tratarlas es igual, aunque, por supuesto, siempre se individualiza cada caso por parte de los especialistas en salud mental.

El cerebro es muy vulnerable a la atrofia que desarrollamos como parte del envejecimiento normal. Este hecho puede conferir una mayor tendencia al uso problemático de las TRIC en personas de edad avanzada

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¿Cómo se pasa del uso al abuso? ¿Qué es lo que provoca ese punto de inflexión?

La base común es la hiperestimulación de las vías nerviosas que, desde las áreas donde se localizan los centros de placer del cerebro, influyen en las neuronas responsables de nuestras decisiones. Por eso, la repetición del estímulo acaba creando patrones de conducta en los que se prima la búsqueda de la gratificación inmediata y disminuye la capacidad de autocontrol, como los famosos likes de las redes sociales.

El cerebro alcanza su pleno desarrollo tardíamente (sobre los 25 años), y es, además, muy vulnerable a la atrofia que desarrollamos como parte del envejecimiento normal. Este hecho puede conferir una mayor tendencia al uso problemático de las TRIC en personas de edad avanzada debido al fácil acceso a las mismas, al anonimato, el posible grado de desinhibición (ocasionado, precisamente, por ese anonimato que brinda internet), la aceptación social…

El declive cognitivo es el primer posible efecto de la adicción de los mayores a las pantallas. Al reducir las interacciones sociales, estamos reduciendo las sinapsis neuronales

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¿Cuáles son los efectos específicos que, en su opinión, puede provocar en una persona mayor estar “enganchada” a la tecnología?

En primer lugar, habría que hablar de un declive cognitivo. Al reducir las interacciones sociales, no solo surgen sentimientos de soledad no deseada que se asocian con un impacto negativo para la salud física y mental, también estamos reduciendo las sinapsis neuronales, es decir, la conexión entre las neuronas. Es la teoría de Use it, or lose it: neuronas no usadas, neuronas eliminadas. Además, el consumo excesivo de contenido trivial en Internet puede mermar la materia gris del cerebro, disminuir nuestro nivel de atención y, por tanto, dificultar los procesos memorísticos. El llamado déficit de atención, vamos. Tenemos numerosas consultas de pacientes de 65 años en atención primaria preocupados por un posible diagnóstico de demencia, cuando en realidad el problema es este déficit.

¿Alguno más?

Sin duda. La gratificación inmediata que producen las TRIC favorece una mayor impulsividad y un menor autocontrol, pudiendo estar más acentuados en adultos, que tienen menor reserva cognitiva. También provoca un deterioro de la calidad del sueño, debido a la hiperestimulación causada por las pantallas (sobre todo, en horas nocturnas). Aunque la tecnología puede facilitar la comunicación y ofrecer grandes ventajas, es esencial que los adultos mayores utilicen la tecnología de manera equilibrada, combinándola con interacciones sociales cara a cara y actividad física, para así mantener una buena salud mental y cognitiva.

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Las personas mayores están abandonando la calle, y la calle es salud

María CerdánܰóDz

Con ese uso excesivo de la tecnología, ¿qué carencias considera que, de alguna manera, están intentando “cubrir” las personas mayores?

Creo que, en parte, esa soledad no deseada de la que hablábamos. Quizá todo surgió en la pandemia, pero los niveles de uso postpandemia no han vuelto a ser los que había antes. Ahora ya no solo se está cubriendo esta necesidad de socializar, sino muchas otras. Algunas muy buenas, por cierto, como facilitar operaciones bancarias, el acceso a la información, poder contar con relojes inteligentes que ofrecen monitorización cardiaca… Pero también las personas mayores están abandonando la calle, y la calle es salud. Tengo pacientes que solo salen a la calle cuando van al médico, es decir, tres o cuatro veces al año, en ocasiones. Muchas personas vienen a consulta por problemas de memoria o para caminar, porque ni trabajan su memoria ni caminan fuera de sus casas.

¿Cuál sería el protocolo que habría que seguir a la hora de poner límites a un posible abuso de la tecnología?

Si detectamos algún rasgo adictivo, es estupendo, ya que podremos intentar mejorar. En primer lugar, hay que intentar analizar qué es lo que nos lleva a ese excesivo uso, y valorar qué situaciones provocan que lo llevemos a cabo (si estoy nervioso, aburrido…). En segundo lugar, si identifico determinadas aplicaciones que suponen más perjuicios que beneficios, con un solo clic puedo eliminarlas y evitar distracciones. Otra cuestión importante es establecer rutinas de uso que incluyen horarios e incluso lugares a evitar. Por ejemplo, no utilizar el móvil en las comidas, durante el tiempo de ocio familiar y en los dormitorios. Lo más saludable es volver a utilizar el despertador de toda la vida para evitar interferencias con el sueño.

Se ha puesto el foco en los jóvenes, pero ellos están viendo a sus padres y abuelos pasar horas y horas delante de una pantalla

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¿Cree que fijarse tanto en la adicción de los jóvenes a las pantallas, como hemos estado haciendo, está consiguiendo que nos olvidemos que puede ser un problema que afecte también a otras edades?

Creo que sí. Quizá se ha puesto el foco en los jóvenes, que son mucho más vulnerables al desarrollo de las adicciones, pero esos niños y jóvenes están viendo a sus padres y abuelos pasar horas y horas delante de una pantalla. Es más. Muchas veces son los abuelos los que, teniendo que ejercer como cuidadores principales de los nietos, y con la mejor de las intenciones, los están exponiendo a horas y horas de pantallas. Debemos concienciar a la población sobre esta pandemia que estamos viviendo. Las TRIC han venido para quedarse, y el objetivo es que nos hagan la vida más fácil, pero sin que nos vaya nuestra vida en ello.

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