Andrea Ros (Terrassa, 1993) tiene una prolífica carrera como actriz, pero también otro alter ego: la divulgación perinatal. Copresenta el exitoso podcast La vida secreta de las madres, acaba de lanzar el libro Comadres (destino) y es la creadora de El refugi de les mares (el refugio de las madres), un centro de acompañamiento a la maternidad donde hay pediatras, enfermeras, psicólogas, fisioterapeutas y en el que las mujeres también hacen yoga o entrenamiento de fuerza. Aunque para Ros, que reclama que servicios como el que ella presta estén en el sistema público, lo más “revolucionario” de este proyecto es el espacio del coworking, donde las mujeres pueden ir a trabajar sin separarse de sus hijos. La actriz, madre de dos, defiende la importancia de los cuidados y lamenta que aún penalice la maternidad.
Fue madre joven y dice que le daban el pésame.
Existe la creencia de que ser madre te jode la vida. Pero no es así. Es la vida que he elegido.
¿Vivimos en una sociedad materno y niñofóbica?
Sí… Pensé en crear el Refugi de mares porque en el posparto de mi primer hijo, iba por la calle y veía a mujeres con bebés de tres o cuatro semanas paseando y pensaba ¿Dónde van? Andaban en círculos porque no podían ir a ningún sitio. En los bares no están cómodas, en la biblioteca hay que guardar silencio, en los restaurantes no hay cambiadores… El mensaje es: “Quédate en casa”. Hacen falta no solo espacios de grupos de madres, sino espacios donde la infancia sea bienvenida.
La mitad de las mujeres inician el camino a la maternidad desde el trauma
Dice en el libro que las madres no están bien.
Las que vienen al Refugi durante el embarazo aún se salvan, pero las que llegan en el posparto vienen rotas. La mitad de las mujeres en España sufren violencia obstétrica. Eso significa que la mitad inician su camino de la maternidad desde el trauma. Y no hay nada que sostenga la salud mental de las madres. Hace poco el Instituto Europeo de Salud mental perinatal publicó un estudio que decía que el 30 % de las madres tienen problemas de salud mental. ¡Son cifras escandalosas!
En Comadres presenta casos de violencia obstétrica con los que cualquiera se puede sentir identificada.
El problema es que los relatos son partos normales. Hemos vivido como un parto normal algo que es violento. Es normal que la enfermera se te suba encima, que tengan que rajarte sin pedirte permiso, es normal que te infantilicen, que te separen del bebé al nacer. Esto tiene que dejar de ser normal.
¿Cómo hacemos para que deje de ser normal?
Hacen falta más matronas y que el personal sanitario esté formado en salud mental y en lactancia. Vivimos mucha violencia en el paritorio, pero de lo que no se está hablando es de la violencia que se vive en planta. Todas esas enfermeras que no tienen formación en lactancia y que agreden a las mujeres cogiendo el pecho y metiéndolo en la boca de los bebés.
¿Hay algún caso que le haya impactado más?
Lo que más me cuesta aún asumir es lo de “el puntito para el marido”. ¿Lo has oído alguna vez?
No.
Cuando te hacen una episiotomía, te cosen un punto más de lo necesario, que es el puntito de más para que la vagina quede más cerrada y al hombre le de más gustito. Esto pasa. 2025, Barcelona, clínicas privadas. Es lo que más me escandaliza a día de hoy, porque del resto de cosas ya se habla.
El capitalismo se sostiene porque las mujeres cuidamos gratis
á demostrado por la ciencia que cuando nace un niño, nace una nueva mujer. ¿Le ha pasado?
Claro. Es inevitable. Y al saberlo, dejas de pelearte contigo misma. El problema es que las mujeres se están convirtiendo en madres sin recursos: volviendo al trabajo sin querer volver, sin poder siquiera acabar los seis meses de lactancia materna… A marchas forzadas. Lo que nos dice la neurociencia es: una mujer que acaba de parir necesita tiempo, necesita reconocerse. Quiero pensar que gracias a que hay ciencia detrás nos van a empezar a hacer caso.
Tras ser madre hay que decidir entre cuidar o trabajar.
Cualquier decisión que tome una mujer siempre va a estar puesta en entredicho, porque las mujeres somos tontas y no sabemos tomar decisiones. Creo que ahora las que quieren volver a trabajar, pueden. Pero las que se quieren quedar, no se pueden quedar sin precarizarse. Las que quieren cuidar, no están pudiendo cuidar. Cuando las madres pedimos conciliación, en realidad la estamos pidiendo para todos. Si yo puedo ver más a mi hijo, tú puedes ver más a tus amigas. La conciliación es algo que nos afecta a todos.
Cada vez se reivindica más poner los cuidados en el centro.
Tenemos que luchar para que todo el mundo se ponga a cuidar, no para que las mujeres dejemos de cuidar. Hay muchísimos hombres que también quieren ocuparse de sus hijos y no pueden. No quiero externalizar los cuidados, quiero hacerme cargo de ellos. ¡Quiero vivir con mis hijos, no darles la cena!
Existe la creencia de que ser madre te jode la vida
¿Hoy las madres lo tienen más difícil que hace 30 años?
No lo sé porque solo conozco mi experiencia. Pero creo que estamos un poco a la par. Somos esas generaciones que nos hemos comido que el trabajo nos emancipa. Que trabajando ocho o nueve horas al día, entonces sí somos mujeres emancipadas. Creo que quizás sí lo tenemos más difícil que nuestras abuelas porque ellas estaban en casa, cosa que no pienso romantizar y celebro que ya no estemos solo ahí, pero estaban juntas. Estaban con la vecina, con su hermana… y creo que eso les hacía la vida más fácil. Nosotras ahora estamos solas: trabajamos dentro y fuera de casa, sin tiempo de ocio, sin tiempo para ver a amigas, con los libros de crianza respetuosa todos subrayados.
Los permisos paternales han evolucionado y los de las madres no se han movido ¿Se castiga la maternidad?
Nos hemos quedado estancadas en el feminismo de hace 15 o 20 años, que viene del feminismo más antiguo y de romper con el trabajo reproductivo. El feminismo ha sacado a las mujeres de la casa y ha demonizado los cuidados. Entiendo ese proceso, pero ahora ya estamos en un punto en el que tenemos que volver a tener un debate distinto. Cuidar a tus hijos no es patriarcal. Lo que es patriarcal es hacerlo sin derechos o sin recursos. O hacerlo por obligación. Debemos debatir sobre qué son los cuidados, qué significan, cómo podemos mejorar la vida de la gente que decide cuidar. El capitalismo se sostiene porque cuidamos gratis. Cuidar vamos a seguir cuidando porque nos va la vida en ello. Y cuando hablamos de los permisos, el problema que tenemos ahora es que ser madre y ser padre no es lo mismo, pero como estamos en la era de que todo es lo mismo y que tenemos que ser igual, pues estamos equiparando derechos con algo que no es igual. Ellos tienen por exceso y nosotras por defecto. Que los dos tengamos cuatro meses es de lo menos igualitario que he visto en mi vida. A las mujeres las estamos precarizando aún más y más haciendo los permisos intransferibles. Si quiero seguir dando el pecho ¿qué opción me queda? O renunciar a dar el pecho o precarizarme: cogerme una excedencia.
Denuncia que nadie se ocupa de las mujeres tras el parto.
No, porque lo que importa es la mercancía: el bebé. A los 40 días tienes una última visita con la matrona y te da el alta. Y si tienes cualquier problema psicológico, hay nueve meses de lista de espera para que te atienda un profesional que no está especializado en perinatal. O el médico de cabecera te receta antidepresivos y, como no tiene formación en lactancia, te dice que son incompatibles con dar el pecho y tienes que dejar la teta, cosa que es mentira. En el postparto estamos completamente olvidadas.
¿Hay vida después de la maternidad?
La mejor de todas. La maternidad dura para siempre, pero cuando la maternidad deja de ser el eje central de tu vida hay un día que sales porque tus hijos se van. Ellos empiezan a querer tiempo de intimidad, en ocasiones prefieren estar con los amigos que contigo… Dejan un espacio disponible. La pregunta es ¿con qué vas a llenar ese espacio? Porque algunas mujeres lo llenan con el ansia que sus hijos vuelvan. Pero tienes la oportunidad de llenarlo de cosas increíbles: volver al trabajo de forma más presente, tener más tiempo con tus amigas, reencontrarte con tu pareja desde otro lugar. Por eso está bien que nos dejen vivir la maternidad con plenitud, porque de alguna manera, se acaba.