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La cerveza artesanal no pasa de moda: lugares imprescindibles en Barcelona

Para beber

Cada vez más locales centran su propuesta en la cerveza, sumándose a la larga tradición cervecera en la ciudad

FOTO ALEX GARCIA CERVEZAS ARTESANALES DRAFT DE TIRADOR EN EL BAR MARESME BREWERY DEL CARRER SEPULVEDA 2025/03/31

Maresme Brewery Taproom, en la calle Sepúlveda, tiene 15 tiradores distintos

Àlex Garcia

Tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro y fabricar tu propia cerveza. Parece que hoy todo el mundo ha probado suerte en ello. Hace un par de semanas, reseñábamos en estas páginas el auge de bares de vino, una tendencia en clara expansión. La cerveza no está de moda, ni falta que le hace. Lo que sí se ha convertido en un fenómeno cada vez más acusado es la presencia de la cerveza artesanal. En Barcelona, son cada vez más los lugares que optan por fabricar su propia cerveza, y muchos más los que ofrecen en sus cartas selecciones y tipos artesanales de esta bebida. Y la moda no parece haber llegado a su fin.

Quien empezó a producir cerveza en Barcelona fue Moritz. La marca sigue funcionando en su histórica fábrica de ronda Sant Antoni

De todos modos, en Barcelona este fenómeno no representa en el fondo ninguna novedad. Quien empezó a producir cerveza, hace 160 años, fue Moritz. La marca, pionera también en España, sigue funcionando en su histórica fábrica de ronda Sant Antoni. Allí, además de producir cerveza, organizan visitas guiadas, catas y talleres de tiraje todos los miércoles, viernes, sábados y domingos. Su catálogo es variado: Moritz 7, la Original, la Epidor, la fresquísima Red IPA (India Pale Ale) y la Negra. La oferta culinaria del amplio local a pie de calle la dirige Jordi Vilà, quien, en la planta superior, tiene sus restaurantes Alkimia y Al Kostat. En el 2021, Moritz amplió su presencia barcelonesa con un nuevo local en el número 79 de la rambla de Catalunya, en el mismo espacio que antes albergaba Maestró, otra cervecería artesanal. Algunas de sus referencias también pueden encontrarse en el emblemático bar Velódromo de la calle Muntaner, 213, donde Vilà también asesora la cocina.

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Muy cerca de la fábrica Moritz, en la calle Sepúlveda (número 164), destacan las luces del interior del Maresme Brewery Taproom, un local que abrió en plena pandemia y que ha sabido consolidarse en Sant Antoni. Su estética sigue ese estilo rústico tan contemporáneo, con una barra sobria regentada por 15 grifos de cerveza. Nos aseguran que una de las más vendidas es la Maresme #2, dorada, equilibrada y que encarna estupendamente la idea más o menos clásica de lo que debe ser una buena cerveza. Para los amantes de las Stout (si de algo vale, a servidor le gustan), la Antracita es una opción robusta y más intensa, mientras que los que gusten sabores más exóticos seguramente se inclinen por la Tropical. Un detalle no menor de este local es que abre sin ex­cepción todos los días, algo cada vez menos común en el gremio.

Brewdog Barcelona es una cervecería escocesa de dos pisos y veintiún tiradores. Este local, situado en el chaflán de la calle Casanova con Consell de Cent, está compuesto por mesas altas, bancadas y una barra en forma de L. Ahí detrás encontrarán a Serena, quien, además de saber guiar al cliente inexperto, sirve con la rectitud y la precisión de quien se juega la vida en ello. Con la Hefeweissbier, por ejemplo, sigue los preceptos de la escuela alemana al tirar la cerveza en tres tiempos, aunque reconoce que la estrella de la casa son las notas tropicales de la Punk India Pale Ale: desde su lanzamiento en el 2007, esta es una de las cervezas artesanales más consumidas del mundo. Además, este establecimiento dispone de hasta nueve cervezas de producción propia y una carta que poco tiene que envidiar a las mejores hamburgueserías de la ciudad.

El Vaso de Oro es uno de los bares
más emblemáticos de la ciudad y
donde mejor tiran la cerveza

La Rovira (calle Rabassa, 23) es un bar –como se suele decir– de toda la vida, que sirve desayunos desde las nueve de la mañana. A partir de una hora más prudente, un excelente bocadillo de miel y sobrasada puede combinarse con la cerveza que lleva el mismo nombre de la casa y que sigue el estilo de la IPA, pero con el sabor afrutado un punto más acentuado de lo normal. De su carta, también destaca la Brugse Zot, la BrewDog y la caña de 1906 sin pasteurizar. Los vecinos de Gràcia conocen bien este lugar, cuya terraza, en la plaza Rovira i Trias, parece diseñada para echar larga y etílicamente las tardes de verano.

En este bar de toda la vida, se sirven desayunos desde las nueve de la mañana

En este bar de toda la vida se sirven desayunos desde las nueve de la mañana

La Rovira

Siguiendo la línea de los clásicos, El Vaso de Oro es una parada esencial al tratarse, posiblemente, de uno de los bares más emblemáticos de la ciudad. A pesar de los años, esta cervecería se mantiene eficaz y leal como un perro. Allí, los clientes ocupan su lugar en la barra, piden, charlan, comen (pimientos del padrón, media de ensaladilla, morcilla y solomillo con foie) mientras el primer trago de cerveza rebota en el estómago. Por su estilo clásico, el ambiente bullicioso o los camareros uniformados, de este local se ha dicho que es la mejor cervecería madrileña de Barcelona, pero no deben confundir. Este bar es un espejismo de la Barceloneta de hace seis décadas: si bien es cierto que el barrio se ha transformado con los años, aquí dentro parece que no haya pasado el tiempo. En El Vaso de Oro, no sirven ni producen cerveza propia, pero los que alguna vez hayan acudido entenderán la obligatoriedad de la mención. No en vano, tiene la fama de ser el lugar donde tiran mejor la cerveza en la ciudad.

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En el estilo opuesto, encontramos La Més Petita, en el número 30 de la calle Diputació. Su nombre no es adorno: se trata de un local diminuto, pero con una selección envidiable de cervezas artesanales nacionales e internacionales. A un paso del parque Joan Miró, este espacio de barras estrechas cuenta con una pequeña terraza y dispone de ocho grifos de cerveza; además, ofrece cerveza de su propia marca, la Ratpenat Cervesers. Entre sus referencias, destaca la Gran Via, una rubia de alta fermentación con notas cítricas y un sutilísimo amargor. Para asegurar la jugada, también preparan tapas, platos para compartir y bocadillos, como uno inolvidable de pastrami.

La oferta de cerveza artesanal sigue creciendo y diversificándose en la ciudad

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Miquel González/Shooting

Para ir a Ølgod Brewpub (calle Hospital, 74) no hace falta más que una llamada de un amigo un viernes por la tarde para encarar como es debido el fin de semana. Local jovial, gamberro, que congrega gente de todas las edades con el denominador común del amor a la cerveza... y al arte. Es un lugar aparentemente pensado para el ocio de noche y la celebración. Pero aquí también se organizan actuaciones musicales y diversos encuentros, desde exposiciones hasta mercados de ropa vintage . En Ølgod, cuyo propietario es danés, disponen de más de una veintena de surtidores, pero de entre todas reluce especialmente la selección de cervezas del norte.

Brewdog Barcelona es una cervecería escocesa que dispone de hasta nueve cervezas de producción propia

El Garage Beer tiene tres sedes: desde el 2015, en el corazón del Eixample (Consell de Cent, 261) y, más tarde, nació también en Poblenou y en Sant Andreu. Su nombre tampoco peca de exceso simbólico: sus locales parecen garajes con toques retro o naves industriales. De hecho lo son. Allí mismo, el cliente puede comprobar cómo la cerveza que consume se fabrica en una sala de operaciones, donde se puede elegir desde una clásica RIBA (IPA) a cervezas más experimentales, como una Funky Fluid, con sabores más dulces. Además, el Garage tiene un stock importante de latas para consumir en el hogar.

El Garage Beer de Consell de Cent ya ha cumplido una década y es una de las tres sedes con las que esta cervecería cuenta en Barcelona

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Más allá de estas direcciones, la oferta de cervezas artesanales sigue creciendo y diversificándose por Barcelona. En este contexto, el futuro de la cerveza parece que está cada vez más en manos de los que ponen los ojos en blanco al mojarse los labios con una The Bruery Black Tuesday o paladean hasta el delirio una Quadrupel belga. Tal vez no les falte razón. Como decía Frank Zappa, un país civilizado no puede considerarse plenamente desarrollado si no tiene una aerolínea y su propia cerveza.

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