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¿Qué significa ser insolente?

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En unos bajos de la plaza del Sol, cuatro jóvenes llevan a cabo una propuesta con personalidad que ensalza sus experiencias y da un vuelco a lo convencional

Los Tortillez, mucho más que tortillas

Pedro y Miquel, detrás, y Javier y Julià, en la sala de su restaurante en la plaza del Sol

Pedro y Miquel, detrás, y Javier y Julià, en la sala de su restaurante en la plaza del Sol

Martí Gelabert

Las videollamadas. Probablemente nunca se habían producido tantas como en los últimos tiempos. Cada uno en su rincón y la pantalla como única forma de acortar la distancia. En una de ellas se cocinó el proyecto de cuatro jóvenes, Julià Castelló, Miquel García, Javier Custodio y Pedro Huerta, que desde hace seis meses ocupa los bajos (y la azotea) de un hotel en la plaza del Sol y al que decidieron llamar Insolent.

Era la mejor —o la única— forma de hacerlo. Julià trabajaba en la cocina del Tast de Paco Pérez, en Manchester, y Miquel en la de El Celler de Can Roca, en Girona, cuando Pedro supo de un local en alquiler en el barcelonés barrio de Gràcia. Se lo comentó a su amigo Javier, que rápidamente se lo contó a su colega Miquel, y este a Julià. Ninguno buscaba seriamente montar su propio negocio, pero hay trenes que solo pasan una vez y en cuanto vieron el espacio lo tuvieron claro: “Que sí. Que lo hacemos”. Y allí empezaron las videollamadas.

La familia de Julià regenta la pastelería Can Castelló, donde preparan la masa de los ‘xuixos’

En esos encuentros virtuales idearon la 𳦴ǰó, el concepto, el tipo de cocina e incluso el nombre del restaurante. El adjetivo insolente describe a quien actúa con atrevimiento y rebeldía. Y ese fue el apodo que, según los cuatro socios, mejor definía lo que querían llevar a cabo. Buscan ser disruptores. Por eso, en un barrio en el que abundan las tapas y las cervezas, han ubicado una cocina elaborada y de calidad que fusiona lo aprendido por Miquel y Julià en grandes restaurantes con su propia mirada sobre el oficio, una mirada que todavía están descubriendo. Todo ello complementado con la destreza en la sala de Pedro y Javier, que también asesora los vinos, y con ese estilo desvergonzado propio de su personalidad con el que dan un vuelco a lo convencional.

El 'xuixo' de pesto de cacahuete y el de estofado de 'coll de xai' que preparan en Insolent

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Martí Gelabert
El 'mar i muntanya': albóndigas con calamares y salsa chili crab

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Martí Gelabert

Prueba de ello son los xuixos que sirven a modo de bocado, que recuerdan a la versión con jabalí de El Celler a la vez que rinden homenaje al apellido de Julià, hijo de la pastelería gerundense Can Castelló. Desde allí se los envían y ellos los rellenan con pesto de cacahuete, mascarpone e higos, en un caso, y con estofado de coll de xai y mayonesa ‘ras de hanout’, en el otro. Dos más, por favor. Y con la esqueixada de lubina, suave y fresca, buscan llevar el cebiche tradicional al terreno local.

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El 'Berenem', con helado de pan tostado, cremoso de chocolate, sal y aceite

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Martí Gelabert

Ahora quieren asentarse, analizarse y perfeccionar hasta el último detalle. “Nos arriesgamos, pero creíamos en el proyecto y luchamos por hacerlo realidad”, dice Javier, aunque habla por todos. Y es que ser insolente es mucho más que un acto de rebeldía: es atreverse, ilusionarse, creer en uno mismo, luchar, equivocarse e ir a por más.

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