La inquietante respuesta de Adrián Villalba, bioquímico, sobre la manipulación genética: “Sí, vamos a poder diseñar bebés a la carta”
Visto en TikTok
El experto en biotecnología explica en qué punto se encuentra la ciencia respecto a la selección genética y la creación de embriones a medida.

Adrián Villalba

La manipulación genética es uno de los temas que más despiertan debate ético y científico en la actualidad. Y Adrián Villalba, bioquímico y doctor en Inmunología, lo tiene claro: “Sí, vamos a poder diseñar bebés a la carta”. Así lo afirmó durante su intervención en el podcast El Sentido de la Birra, en el que abordó cómo la genética está avanzando hacia territorios hasta ahora impensables.
Aunque su respuesta puede parecer sacada de una novela de ciencia ficción, Villalba asegura que no se trata de si será posible o no, sino de cuándo se hará realidad. La tecnología avanza rápidamente y cada vez tenemos más herramientas para intervenir sobre el genoma humano.
Selección genética
Ya es posible elegir el sexo del embrión. Según explica Villalba, ya existen procedimientos que permiten seleccionar ciertas características genéticas de los embriones antes de la implantación. Uno de los aspectos más conocidos es la elección del sexo biológico: “Hoy en día podríamos seleccionar si un embrión va a acabar siendo una niña (XX) o un niño (XY)”, asegura el bioquímico.

Este tipo de selección ya se aplica en algunas clínicas especializadas a través del diagnóstico genético preimplantacional (DGP), una técnica que permite detectar alteraciones cromosómicas y elegir qué embriones se transfieren al útero. Aunque su uso está regulado y orientado principalmente a prevenir enfermedades genéticas, abre la puerta a posibles usos con fines más sociales o estéticos.

El siguiente paso hacia los bebés a medida
ADN sintético. Villalba también menciona un avance aún más revolucionario: la tecnología del ADN sintético. Esta técnica permitiría, en el futuro, construir genomas desde cero. Aunque por ahora solo se ha aplicado en microorganismos —como bacterias o levaduras—, el experto advierte que “es cuestión de tiempo que esta técnica también llegue al ser humano”.
En otras palabras, el desarrollo de embriones totalmente diseñados en laboratorio, con características elegidas previamente, ya no es una fantasía tan lejana. La idea de “bebés a la carta”, que incluye aspectos como el color de ojos, altura, o predisposición a ciertas habilidades cognitivas, se perfila como un horizonte posible en el avance biotecnológico.

¿Hacia dónde vamos? El mensaje de Villalba es tan claro como inquietante: la ciencia está allanando el camino para la personalización genética. Pero, al mismo tiempo, plantea interrogantes éticos de gran calado: ¿Debería estar permitido modificar genéticamente a un ser humano? ¿Quién decidirá qué características son deseables o no? ¿Qué consecuencias sociales puede tener una sociedad que selecciona a sus hijos como quien elige de un catálogo?
í&Բ;