Será una extravagancia propia de la saga de los Wagner, pero a Katharina, la bisnieta del compositor y directora de escena, le complace que la abucheen cada vez que estrena un montaje operístico. Es por lo que se ha venido distinguiendo en el Festival de Bayreuth que ella misma dirige: sus adaptaciones soliviantan invariablemente al exigente público de la Colina Verde. De manera que ayer lunes se mostró muy satisfecha cuando al salir a saludar en un Liceu lleno hasta la bandera, tras el estreno mundial de una muy atrevida versión de Lohengrinen clave de thriller, fue recibida con un ¡buuu! unánime. “Me siento como en Bayreuth”, dijo, sonriente, a la salida del teatro.

Klaus Florian Vogt, en el papel de un 'Lohengrin' con instintos asesinos (David Ruano)
Barcelona puede enorgullecerse de ser cien por cien wagneriana y de tener opinión especialmente cuando se trata de este repertorio. Y ante este Lohengrin las hubo de todos los colores. La gente reaccionaba tanto positiva como negativamente a la pirueta que Katharina Wagner y su equipo dramatúrgico han obrado con el argumento de Lohengrin. El héroe inocente que anda por el mundo con los poderes que le confiere ser caballero velador del Graal era presentado en esta producción del Liceu como un tipo errático con instintos asesinos que ya de entrada es quien ahoga al joven heredero de Barbante con el objetivo de casarse con Elsa, la hermana de este, y ser rey.
Las primeras frases del personajes de Lohengrin suenan aquí con gran candor, como si el tenor Klaus Florian Vogt quisiera olvidar que acaba de matar a un chaval
Partiendo de esta premisa, todo el libreto es leído como una constante falsedad por parte tanto de Elsa, como de Lohengrin y de la pérfida Ortrud, que pretende que la corona cambie de linaje y se decante por el de su marido. Así, las primeras frases de Lohengrin suenan como un candor extraordinario, como si el tenor Klaus Florian Vogt quisiera olvidar que su personaje acaba de matar a un pobre chico.
Y cuandocanta “Elsa, te quiero”, está en realidad pensando en cómo dominarla. Por su parte, la propia Elsa (una Elisabeth Teige de acting muy convincente) es presa del terror mientras ensalza las “virtudes nobles” de su esposo, pues algo que le dice que esta durmiendo con su enemigo. Incluso la temible Ortrud (una magnífica Miina-Liisa Värelä) tiene una doble intención cuando maldice a Elsa camino del altar mientras suena el famoso coro nupcial: lo que quiere es salvarla del caballero misterioso...
“Yo interpreto que el cisne es la mala conciencia de Lohengrin, pues ha visto cómo ahogaba al pobre chico”, decía un vecino de butaca
La música de Wagner avanza, de esta manera, en medio de una gran tensión argumental que al final lleva al espectador a unos inesperados niveles de imaginación. “Yo interpreto que el cisne es la mala conciencia del pobre Lohengrin, pues ha visto cómo ahogaba al chaval”, decía un vecino de butaca. “Pues a mi todo eso no me gusta nada, no entiendo por qué hay que cambiar la historia“, afirmaba otro. Y luego estaba el muy wagneriano presidente de Amics del Liceu, Jaume Graell: ”Yo creo que en el fondo el cisne es el vigilante enviado por Parsifal y la familia mafiosa de los caballeros del Graal para que Lohengrin haga aquello por lo que ha sido enviado, que es tomar el poder, pero él siente remordimientos... Pero bueno, voy a volver otro día para verla de nuevo”.

Ortrud advierte a Elsa de que se está casando con e enemigo
Katharina Wagner luce grandes aciertos escénicos en su forma de encajar el texto con la nueva dramaturgia. Por ejemplo, al decidir separar a Elsa y Lohengrin en su dúo de amor, pues situando a cada uno en una habitación, consigue que actúen o sientan de manera muy distinta a aquello que implican sus palabras. Lohengrin canta las bondades de la dulzura de su amada mientras desea estrangular al cisne/testigo que sigue apareciéndosele. Wagner permite verbalizar hermosos sentimientos que ya nadie siente en este film de terror... o ni siquiera en este mundo de 2025.
Sustitución
Iréne Theorin no cantará el miércoles
La mezzosoprano dramática Okka von der Damerau, una de las voces importantes y oscuras -de amplia extensión- que está presente regularmente en el festival de Bayreuth, asumirá el papel de Ortrud enla función de Lohengrin del 19 de marzo en el Liceu, en sustitución de Iréne Theorin. La cantante sueca -a la que Katharina Wagner quiso sustituir el día del estreno en el teatro barcelonés debido a la peineta que hizo hace año y medio al público de Bayreuth- no cantará tampoco, por prescripción médica, en la segunda función, debido a una infección de una de las cuerdas vocales, según indica el Gran Teatre. Está previsto que se reincorpore el viernes 21 de marzo.
En cambio, la dirección de escena se vuelve soporífera cuando se quiere echar mano del coro/ejército con la clara intención de llenar minutos de música con los coristas formando filas. Y por otra parte, este coro militari tiene una presencia tan preeminente que entorpece en ocasiones la visión del fondo de escena (si no se tiene la suerte de ocupar una butaca con una perspectiva muy central del escenario). Eso sí, resulta chocante escuchar hoy día al rey Heinrich (un Gúnter Groissböck con mejor planta que resultado vocal) diciendo aquello de que le “llena de gozo” ver a un ejército tan numeroso, pues así no osarán atacarles “los del Este”. “¡Que el acero alemán guarde a Alemania!”, exclama el monarca medieval.

Ortrud tiene conversaciones con el cisne que ha sido testigo del crimen
Toda una lección de historia, o del bucle en el que entra la historia, si se recuerda cómo los nazis se tomaron Lohengrin al pie de la letra. Especialmente cuando al final, el héroe al que Elsa ha preguntado de dónde viene, quién es y cuál es su linaje, cuenta que viene de Montsalvat, un castillo en “una tierra lejana, inaccesible para vosotros”, “en él hay un templo lleno de luz,

El bosque da paso a las habitaciones/cubículos
lo más bello del mundo”, con los “hombres más puros” guardando el “grial llegado del cielo”, que confiere el poder de no perder una batalla. De ahí que Heinrich Himmler en persona acudiera a Montserrat en busca del sagrado objeto que haría invencibles a los nazis...
Josep Ponsfue especialmente celebrado junto con la orquesta y el coro del Gran Teatre en los ocho minutos de aplausos finales
Los monjes de Montserrat todavía se tronchan de la risa. Y así se lo contaron al propio Josep Pons, siendo escolanet. El director musical del Liceu fue especialmente celebrado junto con la orquesta y el coro del Gran Teatre en los ocho minutos de aplausos finales, así como las principales voces solistas, incluido Ólafur Sigurdarson en el sufrido papel de Fiedrich von Telramund, que se pasa la ópera tirándose al suelo.