Arderá el vientoparte de dos imágenes. La de un hombre tosco, rudo, curtido, de aspecto más bien hostil, con una ropa hecha un desastre y un paquete de pañales. La segunda es un descapotable blanco, elegante pero medio deshecho y comandado por un matrimonio que huye hacia alguna parte.En el libro, el matrimonio llega a Pinamar, un pueblo de la costa Argentina donde todo se revuelve hasta convertirse en un infierno. Más tarde, Guillermo Saccomanno nos confesará que ese pueblo quizá tenga algo de Twin Peaks, la serie televisiva de David Lynch, y que la narración, el estilo, bebe de autores como Faulkner o García Márquez, a los que lleva leyendo desde su primera adolescencia.Desde que ha ganado el Premio Alfaguara de Novela, el escritor argentino tiene una agenda más apretada de lo normal. Hace apenas horas que ha viajado desde La Coruña y antes había estado en Madrid, presentando el libro. Por delante, le esperan Méjico, Colombia, Chile, Perú, Uruguay y Estados Unidos, entre otros países.
En la novela hay muchas voces.
En Arderá el viento hay un nosotros, que involucra al lector. El lector está en ese pueblo. Pero Moni, la mujer, es la protagonista. Crear un persona femenino es algo atractivo para todos los escritores. En este caso, ella es una femme fatal, pero cumple varios roles al mismo tiempo, también es madre y amante.
Siguiéndola, uno va descubriendo el pueblo.
Ella es de alguna manera el conector entre todos los personajes. Atraviesa varios ámbitos, todos relacionados con el poder, tanto el jefe de policía como el intendente, el cura o el usurero. La manera en que se relaciona siempre tiene que ver con su cuerpo, pero es que además es tremendamente audaz. Junto con el periodista, es la que más conoce los destinos del pueblo. Y, por su arrojo, suscita envidias y admiración de las otras mujeres.
¿Por eso era necesario que la acción transcurriera en un pueblo?
El pueblo es de alguna forma una metáfora del mundo, donde las conductas humanas pasan en un circuito muy reducido. Lo que importa de estas conductas es que se mueven en la ecuación que promueve el capitalismo, que es sexo y poder. De todas formas, me parece que el sueño de todo escritor consiste en ser dueño de un pueblo. Decir: ¡esto es mío!, cosa que, por cierto, es de una ambición desmedida. Las condiciones de Pinamar provocan que los personajes se vuelvan un poco resentidos y voraces, y por eso hacen lo que hacen y viven envidiando. Nadie es como es esencialmente, sino de acuerdo a la mirada de los otros. Lo cual es peligrosísimo, porque ya es bastante difícil conocerse a uno mismo como por encima pensar que puedes conocer a los otros.
La mayoría de libros están pensados con una claridad a prueba de bobos, de manera que el lector no le queda ningún trabajo que hacer”
Ni los pobres niños se salvan...
Los chicos no tienen una conciencia clara de lo que hacen, pero… A ver, los chicos pueden ser tan el mal como el bien, lo que pasa es que se tiende a idealizar la infancia, a creer que es un territorio de absoluta pureza. Yo creo que en la infancia ya hay instintos, pulsiones de todo tipo. No es un descubrimiento mío, Freud ja hablaba de los perversos polimorfos. En la novela -como en la vida- nadie es inocente, pero no fui yo quien descubrí la pólvora.
Dice que escribir es un acto de fe.
Y de disciplina. Si no te lo tomas como un acto religioso con fe… es un ejercicio de todos los días, de todo el tiempo. Se trata de encontrarle un sentido a la vida, esto es para lo que escribimos. Para escribir la novela me instalé tres meses en el garaje de mi novia. Me había propuesto escribir cada día una página...
¿Por qué?
La literatura es todo, y cuando estás escribiendo una novela no puedes dejar pasar uno o dos días: cuando vuelves, es como si los personajes no te conocieran. Ese ritmo de escritura y la poca confianza también explican los capítulos cortos, que a la vez dejan mucho más margen al suspenso. Te permiten la acción, dejar el aliento suspendido y que el lector quiera saber cómo continúan.
Me parece que el sueño de todo escritor consiste en ser dueño de un pueblo, cosa que es de una ambición desmedida”
¿Piensa mucho en el lector?
Pienso siempre en un lector mucho más inteligente que yo. Siempre pienso que me van a descubrir, que se van a dar cuenta que no soy tan vivo. Los autores nos creemos mucho, pero no somos gran cosa.
¿Qué quiere decir?
La mayoría de libros están pensados con una claridad a prueba de bobos, de manera que el lector no le queda ningún trabajo que hacer. Los buenos libros son los que inquietan y los que los vuelves a leer y no te dicen dos veces lo mismo. Hoy, la mayoría de los escritores tienen una prosa demasiado fácil. A mí me parece que la literatura tiene que cambiar una perspectiva de la realidad que se da por sentada, aunque no sé si mi novela consigue esto. Los buenos escritores están para joder, y yo no sé si soy bueno o no, pero me encanta joder.

El escritor argentino Guillermo Saccomanno, ganador del Premio Alfaguara de Novela 2025
Pienso siempre en un lector mucho más inteligente que yo. Siempre pienso que me van a descubrir, que se van a dar cuenta que no soy tan vivo”
¿Por eso escribe historias oscuras?
Cuando la gente pierde el equilibrio es cuando aparece la sinceridad y el auténtico carácter de alguien, más que en la normalidad. Por eso me interesa. Es un libro donde todos están un poco chiflados, bueno, todo el pueblo está desequilibrado. De todos modos, no creo que el mundo gire por la bondad. Nietszche decía que la historia avanza sobre cadáveres, y no sería extraño que funcionara así.
Es usted un optimista.
No puedo ser optimista con un mundo con gente como Trump o Zelenski. Estos también están… !Es que tienes que estar realmente desequilibrado para que se te antoje ser presidente! Zelenski ya era un payaso que venía de la televisión; Trump participaba en unreality de cómo ser rico. En el fondo, a todos lo que les interesa es la figuración y salir lindos en la pantalla.