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Un menorquín en el complot para matar a Lincoln

Los secretos de los archivos de los Marines

Revelados los orígenes del hombre que sirvió un whiskey a Booth antes del crimen

Abraham Lincoln 1930 Real D W Griffith Walter Huston. Collection Christophel � DW Griffith Productions / Feature Productions (Photo by DW Griffith Productions / Featur / Collection Christophel / Collection ChristopheL via AFP)

La escena clave del asesinato representado en la película ‘Abraham Lincoln’ (1930), tema que también inspiró ‘La conspiración’ (2010), de Robert Redford.

DW GRIFFITH PRODUCTIONS / FEATUR / AFP

El 14 de abril de 1865, ahora se cumplen 160 años, era viernes santo. Después de un intento de secuestro fallido, John Wilkes Booth decidió asesinar a Abraham Lincoln aquella misma noche. Lo haría cuando el presidente de Estados Unidos fuera con su esposa Mary a ver la comedia Nuestro primo americano de Tom Taylor en el Teatro Ford de Washington, cerca de la Casa Blanca. El joven actor de veintiséis años lo odiaba profundamente.

Booth pertenecía a una familia de artistas de renombre en la que había gente de distintas sensibilidades. Él, sin embargo, apoyaba a los estados del sur que en el año 1861 habían decidido separarse de los del norte después de la elección de Lincoln. Los estados algodoneros veían amenazada su economía por la abolición de la esclavitud que este pregonaba. La disputa para mantener o deshacer la unión había desembocado en una guerra civil. Después de casi cuatro años y más de seiscientos mil muertos, sin embargo, el fin de la contienda estaba cerca. Richmond, la capital confederada, había caído y uno de sus generales destacados, Robert E. Lee, se había rendido.

Del círculo de los conspiradores, fue soldado, regentó un bar y acabó con una empresa de ataúdes

Al empezar la tarde, para reconocer el terreno, Booth fue a tomar una copa al Star Saloon and Restaurant, el bar oscuro y elegante, con techo de madera, que compartía pared con el teatro Ford. La bebida se la sirvió Scipione Grillo, el copropietario del local, como señala Kathryn Canavan en Lincoln's final hour's (2015).

Lo que no sabía el joven actor, y bien pocos hasta ahora, es que el otro propietario, Peter Taltavul, era de hecho el menorquín Pere Taltavull Pons. Nacido en Maó el 8 diciembre del año 1825, como demuestra la partida de nacimiento que bet365 ha localizado en el registro civil de la localidad. La peripecia que lo acabaría vinculando con el asesinato de Lincoln había empezado en el año 1842 cuando, con 17 años, se enroló en el servicio naval de la fragata norteamericana Brandywine. Llegado en julio a Norfolk, el muchacho se alistó ya en agosto en el cuerpo de Marines en Washington.

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Acta de nacimiento de Pere Taltavull del registro civil de Maó

US MARINE CORPS

En vez de entrar como soldado raso, como era habitual antes de recibir ninguna categoría, sin embargo, Taltavull debió de demostrar dotes musicales y quedó asignado a la banda de música, donde conoció a Grillo, también músico. Este diario ha trazado su historia a partir de la documentación que se conserva en el Archivo del cuerpo de Marines ( USCM) y en los Archivos nacionales norteamericanos.

Según su ficha, el menorquín podría haber servido en la Guerra de México (1846-1848) y también al inicio de la Guerra Civil norteamericana, entre enero y diciembre de 1861, cuando puso fin a su enrolamiento. A finales de 1864, Taltavull, que residía encima de un restaurante que regentaba en el barrio de Navy Yard, los astilleros de la ciudad, se asoció con Grillo para llevar el Star Saloon.

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Al año siguiente, Taltavull —ya llamado Peter y en ocasiones perdiendo la ele de su apellido— se casó con Elizabeth Evans, originaria de Virginia. Tendrían seis chicos y tres chicas, por lo que es probable que haya varios descendientes vivos. Quizá para mantener a la numerosa familia, el menorquín volvió a enrolarse en el cuerpo de marines a mediados de marzo de 1865.

peter taltavull

Un retrato suyo.

LV

Apenas un mes después, la noche del 14 de abril, mientras en el Star Saloon se vivía con expectación que Lincoln estuviera en el teatro contiguo, John Wilkes Booth entró por segunda vez aquel día. El mismo Taltavull, según declararía después, le sirvió un whiskey y un vaso de agua en torno a las diez. Fue una petición fuera de lo común. El actor tenía por costumbre beber brandy. Un cuarto de hora después, el joven accedió sin problemas hasta el palco presidencial, seguramente porque era conocido entre la profesión.

Aprovechando un estallido de risa del público, disparó un tiro por la espalda a la cabeza del presidente. La bala penetró por la oreja izquierda y se alojó cerca de los ojos. Booth saltó al escenario y, ante el estupor general, gritó “Sic siempre tyrannis!” (“¡ Así siempre a los tiranos!”, el lema del estado de Virginia). A continuación huyó con un caballo que le esperaba. Después de considerar trasladar a Lincoln al Star Saloon para auxiliarlo, se le llevó a una casa del otro lado de la calle. Murió en la madrugada del día siguiente.

Booth intentó volver a los estados secesionistas creyendo que allí sería considerado un héroe. El caso es que buena parte de los dirigentes confederados repudiaron el crimen en un momento en que se avistaba el fin de la guerra. Vilipendiado por la opinión pública, Booth se refugió en una granja de Virginia. Allí lo descubrieron, una semana después de su acto, las tropas federales. Para hacerlo salir, prendieron fuego. No queriendo entregarse, sin embargo, el tiro de un soldado lo hirió de muerte. A finales de mayo de 1865, la Confederación se rindió.

Da la casualidad de que Taltavull era amigo desde joven de otro de los conspiradores en el crimen, David Herold. El menorquín continuó en los Marines hasta marzo de 1869. Tenía 45 años. A lo largo de su vida, se dedicó a empleos distintos, como regentar una tienda de comestibles, el bar y el restaurante, hacer de carpintero, de empapelador, de tapicero, hasta que en la década de los años 1870 se inició en la fabricación de ataúdes. La empresa Taltavull Funeral Home pasó de generación en generación hasta finales del siglo veinte en Washington. Cuando murió, a los 55 años, el 8 de abril de 1881, en su obituario, el Evening Star apuntó que era uno de los mejores solistas de trompa del país. El menorquín que tuvo un papel en el asesinato que marcó la historia de Estados Unidos descansa en el Cementerio del Congreso de la capital.

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