Representa un considerable reto medirse con Luchino Visconti. El gran director italiano llevó a la pantalla en 1963 la novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa El gatopardo. Su adaptación está considerada una obra maestra y ha dejado incontables anécdotas, como los famosos vestidos de época que el director quiso que se guardaran en los armarios sólo para que los actores supieran que estaban allí, aunque nunca llegaran a aparecer en la película. Ahora la plataforma Netflix -y la cito a ella porque se trata de una obra de autoría bastante repartida- se ha atrevido con una nueva adaptación. Con productores de varias nacionalidades, director y guionistas británicos o americanos-Tom Shankland, Richard Warlow y Benji Walters- y actores italianos.
Llama la atención que en una misma temporada Netflix lance adaptaciones de dos clásicos de la segunda mitad del siglo XX, Cien años de soledad y el que nos ocupa; parece una apuesta clara por el prestigio. Hay que decir que esta serie de seis capítulos se deja ver muy bien. Empezando por el actor que incorpora a Fabrizio Corbera, príncipe de Salina: Kim Rossi Stuart, muy conocido en Italia y desconocido aquí. Un intérprete de enorme presencia, con el que no echamos de menos a Burt Lancaster. La adaptación ha potenciado el papel de la hija del príncipe, Concetta (Benedetta Porcaroli). Saul Nanni no puede competir con el intenso magnetismo que desprendía el Tancredi de Alain Delon, pero la ingenuidad perversa de la actriz Deva Cassel arropa bien el rol de Angelica, hija del alcalde Sedara, que en 1963 encarnó Claudia Cardinale.
⁄ Kim Rossi Stuart encarna al príncipe Salina en la producción de Netflix y no hace añorar a Burt Lancaster
Las técnicas actuales de filmación aérea y trucaje de fondos dan empaque a la plasmación de tierras sicilianas y pulen adecuadamente el rodaje con escenas de masas en la Piazza Pretoria y otros escenarios de Palermo, así como la espléndida Villa Valguarnera de Bagheria. En una superproducción donde no se han escatimado medios ni detalles, los escenógrafos han recreado el tono desgastado de las casas decadentes, iluminadas con 4000 velas y lámparas de aceite, y se ha buscado el contraste entre los interiores oscuros y la deslumbrante luz exterior meridional; cada banquete constituye un despliegue de detallismo histórico-gastronómico. La envergadura de la producción la brinda un documental sobre el making off en la misma Netflix, pero resultaría irrelevante si no estuviera al servicio de una narración dinámica.

Burt Lancaster (príncipe Salina) y Claudia Cardinale (Angelica) bailan en la versión de Luchino Visconti
El gatopardo narra la trayectoria declinante de una familia noble siciliana en la época del Risorgimento, con la lucha de Garibaldi para conseguir la unidad nacional, y ha dejado para la historia una frase célebre en boca de Tancredi: “es preciso que todo cambie para que todo siga igual” (hay numerosas variaciones).
El autor, Giuseppe Tomasi de Lampedusa (1896-1957), traspasó a la novela numerosas vivencias familiares; él mismo lucía un título de origen borbónico y disfrutaba de un palacio familiar en el centro de Palermo. Muy apegado a su madre, tensó la relación con ella al contraer matrimonio con Alessandra Wolff, baronesa letona propietaria de un castillo en la localidad de Stomersee y dedicada al psicoanálisis.
El enlace entre dos personas tan apegadas a sus respectivos lugares de origen no podía transcurrir sino con largos periodos de plácido alejamiento geográfico. A los que la Segunda Guerra Mundial puso fin: un bombardeo dejó sin palacio a Giuseppe y los rusos confiscaron el castillo de Alessandra, que se instaló en Italia.
La exquisita editorial Elba publica, coincidiendo con la serie, Un matrimonio epistolar, donde Caterina Cardona resume el epistolario entre estos dos seres singulares. Lampedusa finalizó El gatopardo en 1957, y por azarosas circunstancias muy famosas en el mundo editorial (Einaudi la rechazó y Feltrinelli la recuperó), no pudo verla publicado en vida.
Su elegía por el viejo mundo siciliano solo pudo triunfar póstumamente, situación sobre la que sin duda el psicoanálisis tendría bastante que decir.

Cubierta de 'Un matrimonio epistolar' (editorial Elba)