厂别帽补濒别蝉: que el d铆a que se anuncia la muerte 鈥搒eguro que quiso evitar el 18 de julio鈥� de Ferm铆 Puig el mundo sufra un colapso inform谩tico. Que los mismos que le negaron premios nacionales y otras distinciones se apresuren a desplegarle el tipo de alfombras rojas que, por 茅tica y est茅tica, detestaba. Que el d铆a de su funeral, que en principio deb铆a ser canicular, llueva a c谩ntaros y que los que circulamos hacia el tanatorio de Granollers estemos a punto de matarnos dos o tres veces. Que su recuerdo inspire necrol贸gicas emocionantes, incluida la del presidente Laporta, que, quiz谩 porque habla de sentimientos y de comida y no tiene que hacer propaganda gaseosa, est谩 especialmente inspirado.
Que nos demos cuenta de que no es casual que, antes de ser cocinero, Puig estudiara periodismo: siempre fue un observador apasionado y bien informado de la realidad. Que todos los periodistas que ayer fueron al funeral supieran que el criterio de Ferm铆 era m谩s exigente que la rob贸tica del Excel, cada vez m谩s influyente. Que se hubiera guardado para s铆 mismo el amor infinito que sent铆a por su familia (Merc猫, Carla, hermanos), que no le han fallado ni siquiera cuando les parec铆a que exig铆a demasiado. Que en un oficio que recomienda ser camale贸nico, prudente y equidistante, fuera tan insobornablemente definible.
En un oficio que exige prudencia, Puig fue insobornablemente definible
En pol铆tica, pujolista y puigdemontista, predicador de un independentismo ecum茅nico que lograba que algunos 别蝉辫补帽辞濒补锄辞蝉 nos pregunt谩ramos si no nos vendr铆a bien cambiar de bando. En f煤tbol, cruyffista y, por lo tanto, laportista, guardiolista y anti todos los que apelan a formas h铆bridas de pactismo y no apuestan por la audacia, la alegr铆a y el talento. Que, siendo tan cul茅, no soportara la megafon铆a estridente del Camp Nou y la mutaci贸n menguante de los asientos, tan humillante para los que, con orgullo fluctuante, vivimos en el planeta de las tallas XLplus. Que tuviera esta capacidad prodigiosa para entenderse con todo el mundo, con un magnetismo instant谩neo, que tanto atra铆a a un obispo, un pol铆tico en crisis, un taxista, un novelista con dudas, un proveedor de butifarras pr茅mium, una editora capaz de torearle alguna embestida col茅rica y, por supuesto, sus grandes amigos (el notario, los colegas de juventud y el inconmensurable Alfred Romagosa) con los cuales se hab铆a perdido por las vi帽as del se帽or, entre humaredas de porros que nunca le aplacaron una actividad mental de superdotado.
Ferm铆 Puig y la esposa de Johan Cruyff, Danny Cruyff
Que fuera tan feliz cuando, con adem谩n de narcotraficante, repart铆a trufas y lo bastante supersticioso para no hablar de la muerte sino, al contrario, hacer proyectos poco antes de ser abducido por la 煤ltima espiral. Atrapado por las dimensiones 鈥搈e lo imaginaba m谩s grande鈥� del ata煤d, Puig asisti贸 disciplinadamente a su funeral. Pero conjeturo que sonri贸 al o铆r la referencia a El principito y que brind贸 con whisky 鈥搉o descarto que hubiera escondido una petaca en el doble fondo del ata煤d鈥� al escuchar el emotivo paneg铆rico de Jordi Bast茅 y el My way de Frank Sinatra, con el que se habr铆a entendido a las mil maravillas. Y a煤n le quedaron fuerzas para hacer coincidir la masiva salida del oratorio con m谩s chubascos para que, camino de casa, yo pudiera lamentar que no existan limpiaparabrisas anti l谩grimas y agradecerle este 煤ltimo acto de rebeld铆a contra los conformismos y la vida previsible.
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