El Barça se levanta de la lona. No una, sino dos veces. Se enderezó de inicio y se irguió en la segunda parte. Los que esperaban un equipo desplomado por la derrota ante el Granada se encontraron con una puesta en escena de querer ir a por todas. Los que imaginaban que al mínimo contratiempo se quedaría abatido hasta que el árbitro contase hasta diez, vieron a un Barcelona capaz de defenderse, de devolver los golpes, de asustar con los puños. Llegó noqueado a Mestalla y salió ensangrentado pero tumbando al Valencia. Con la victoria para seguir aspirando al cinturón de campeón. No ha dicho su última palabra. Messi, De Jong y Griezmann mantienen al Barça de pie antes del combate contra el Atlético
La tensión en Mestalla siempre se dispara al máximo cuando lo visita el Barça. Pero por una vez, los nervios no venían de la grada siempre volcánica, ahora vacía. Sino que se podía percibir en el césped. En el ambiente estaba que no era un partido más. En la cabeza de todos los blaugrana estaba tatuado que no se podía fallar. Había miedo a quedarse fuera definitivamente.
Gran reacción
Cuando todo el mundo pensaba que el Barça iba a enseñar la bandera blanca de la rendición, acabó sacando un orgullo de campeón
En estos casos de punto de no retorno, definen a los futbolistas y a los equipos. Están los que se van a por todas, los que no miran atrás y no quieren hacer prisioneros. Y están los que a medida que pasan los minutos les entran más deudas, los que se quedan atascados. El Barça de Koeman (que por un día fue de Schreuder) quiso ser de los primeros, pareció un zombie cuando se adelantó el Valencia pero, cuando todo el mundo pensaba que iba a enseñar la bandera blanca de la rendición, acabó sacando un orgullo de campeón. La rebeldía que le ha empujado todo el curso a no dejar la Liga por perdida volvió a rescatar al equipo.
El Valencia se aprovechó durante muchos minutos de la necesidad del Barcelona, que tampoco se podía agarrar a los buenos recuerdos. Desde el 2016 que los barcelonistas no ganaban en el feudo che. Entonces hubo que esperar a un penalti en el 93. Señal que habría que sudar mucho. Que era tan importante golpear y cómo saber encajar, uno de los déficits de esta temporada en los blaugrana.