El Girona comenzó su cuarta temporada en Primera, segunda consecutiva, con un trabajado y meritorio empate en un desplazamiento complicado como Anoeta. Los de Montilivi salvaron un punto gracias a su nueva conexión ucraniana y la magia de Pablo Torre que ha empezado a funcionar. Una triangulación entre los tres, con asistencia de Tsygankov y remate de cabeza de Dovbyk supuso el 1-1 a falta de 20 minutos.
“Dovbyk es un armario, le va a ser complicado a las defensas rivales pararle”, comentaba Aleix García sobre el refuerzo estrella del Girona, de 26 años. El conjunto catalán se ha gastado 7 millones de euros en su fichaje del Dnipro; el traspaso más caro en la historia del club.
Gol tempranero
La Real Sociedad se adelantaba a los 5 minutos con un gol de Take Kubo tras una gran jugada de Aihen Muñoz
Arrancó el duelo con gol tempranero de la Real Sociedad fruto de su presión. Aihen Muñoz interceptó un pase en el centro del campo, el lateral izquierdo se marcó una soberbia cabalgada de más de 50 metros con centro al área para la llegada de Take Kubo, que con un toque colocado con la pierna izquierda batió sin pararla a Gazzaniga. Quedó en evidencia el sistema defensivo catalán, ya que nadie salió al paso del lateral.
En solo cinco minutos se le ponía el partido cuesta abajo a la Real, que pudo ampliar la cuenta antes del cuarto de hora. El árbitro Hernández Maeso, debutante en Primera, señaló penalti de Daley Blind a Oyarzabal. El central neerlandés llegó tarde al cruce –el delantero metió la puntera antes-, chocaron, cayó el donostiarra y el colegiado extremeño intuyó penalti. Sin embargo, la revisión de VAR invalidó el castigo, al entender el árbitro que el defensa no cometió ninguna infracción y fue un choque fortuito.
Salvado del descalabro de un 2-0 en 12 minutos, el Girona intentó seguir su guión de juego combinativo, de toque y posesión que le caracterizó como uno de los equipos más jugones del curso pasado, pero pareció haber olvidado cómo se hace. Le costaba horrores encontrar el pase de salida del balón, muy apretado por la Real en la zona de tres cuartos de campo. Le faltaba la clarividencia del mediocentro Oriol Romeu, una de las bajas sensibles de esta temporada, junto a la pólvora de Rodrigo Riquelme y Taty Castellanos. Así que Míchel encomendó la tarea de pivote distribuidor a Aleix García, apoyado por Yangel Herrera. Sin demasiado éxito.
La primera aproximación catalana al área de Remiro tardó 20 minutos; fue un balón colgado buscando la cabeza de Stuani que despejó el portero. Fue el recurso más perseguido por sus compañeros, aunque era difícil contactar con el uruguayo, rodeado de piernas donostiarras.
Al menos, a través de la posesión, el Girona evitaba las aproximaciones de la Real, que no volvió a inquietar a Gazzaniga hasta superada la media hora con un tiro lejano de Kubo (34m) que salió por encima del larguero.