El Real Madrid ya espera rival para la final de la Copa el 26 de abril en La Cartuja después del partido más enloquecido jugado esta temporada en el Bernabéu. El Madrid sesteó y la Real con dos goles de Alaba en propia puerta estuvo a nueve minutos de eliminarle. El empuje final de los blancos le sirvió para igualar los dos goles de desventaja, pero la Real tuvo arrestos para lograr el 3-4 con un cabezazo de Oyarzabal en el añadido que llevó el partido a la prórroga, el mismo resultado con el que eliminó al Madrid en el 2020 y que igualaba el 0-1 de la ida en Anoeta. En la prórroga el Madrid estuvo más entero y Rüdiger sentenció al marcar el 4-4 al cabecear un saque de esquina en el 115.
El Madrid parece abonado al sufrimiento extremo, obligado a remontar casi a diario, a veces varias veces en el mismo partido. Los blancos no juegan 90 minutos buenos desde la eliminatoria con el City. Ante la Real, la defensa estuvo calamitosa con Alaba en el colmo de la mala suerte al marcarse dos goles de rebote. Lunin salió malparado en la mayoría de los goles. Ahora mismo el Madrid es un equipo terriblemente descompensado, necesitado de un despliegue físico enorme para ganar los partidos.
El once del Madrid
Mbappé en el banquillo
Ancelotti anoche se permitió el lujo de dejar en el banquillo a Mbappé, su jugador más en forma, para dar salida Endrick, el goleador de la Copa.
El resto del equipo blanco fue el esperado y como tantas otras veces el rival se adelantó pronto al aprovechar el boquete que deja en su banda Lucas Vázquez, que da lo que da. Barrenetxea le ganó la carrera y enfiló hacia Lunin, al que batió con un balón que le pasó por entre las piernas.
La Real había igualado la eliminatoria en el minuto 9. El Madrid tuvo muchas ocasiones y empató a la media hora con un pase profundo de Vinícius a la espalda de los centrales de la Real que aprovechó Endrick para marcar de vaselina.
La desdicha de Alaba
El austriaco marcó dos goles en su portería
La segunda parte se iniciaba como al comienzo, con los de Imanol Alguacil necesitados de marcar al menos un gol. Nada más empezar Endrick le hizo un traje a Aihen pero su centro no encontró rematador en Vinícius. Luego Remiro le dio un manotazo a Bellingham en la cara al ir a despejar pero ni Alberola Rojas ni el VAR quisieron intervenir.
Enseguida la Real se hizo con el dominio del balón. El Madrid parecía más a gusto ordenado atrás y esperando la contra para matar el partido. A la hora de juego Ancelotti no lo veía nada claro y se dejó de bromas. Cambió a Endrick por Mbappé, su arma más letal.
La Real tuvo su primera ocasión en el 68, Lunin hizo una gran parada y Oyarzabal remató alto el rechace. El gol llegaría en el 72 en un remate de Pablo Marín que Alaba desvió a su portería de tacón. En plena caraja de los blancos en el 81 llegaría el 1-3 en un remate de Oyarzabal que de nuevo rebotó en Alaba.
La reacción blanca
Dos golrs en cuatro minutos
El Madrid estaba tocado pero no conviene nunca enterrarlo antes de tiempo. Se fue con todo arriba y marcó dos goles en cuatro minutos por obra de Bellingham y Tchouaméni. Quedaban ocho de añadido y ahí la Real, indesmayable, marcó su gol en un cabezazo de Oyarzabal mal defendido.
En la prórroga Alberola no sacó una roja a Olasagasti y Rüdiger puso la sentencia al cabecear un córner en el 115. Era el 4-4 definitivo que daba la clasificación a los de Ancelotti. El Madrid pasaba a la final ante una Real heroica en un partido para el recuerdo, uno de esos que engrandecen la Copa.