Paisaje tras la batalla
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Desde hacía semanas los mercados han vivido bajo presión y no era para menos: el miércoles pasado había sido declarado el ‘día de la liberación’. Es decir, el momento en el que el Trump haría públicas, en el escenario del Rose Garden de la Casa Blanca, las sanciones económicas al resto del planeta. Y los cambios anunciados no han defraudado. Si el Presidente deseaba pasar a la historia, hay que reconocer que lo está consiguiendo: escenario mundial, conocido con anticipación, y medidas que van a tener consecuencias globales de largo alcance. Quizás, para bien y para mal, este 2 de abril del 2025 señale el final del orden económico surgido tras la II Guerra Mundial.
Tras lo anunciado, se extiende el pesimismo en la economía, con temores a una recesión global dependiendo de las respuestas que articule el resto del mundo; porque, según sean estas, las comparaciones con la Gran Depresión del S. XX y la guerra comercial que se inició entonces, tomarían nuevo sentido.
Este 2 de abril del 2025 señala el final del orden económico surgido tras la II Guerra Mundial
Ciñéndonos al ahora y aquí, ¿cómo afectará lo decidido ayer a Europa? Hay que destacar las dificultades de la UE en articular una respuesta unitaria. Dado que la primera contestación a los aranceles sobre acero y aluminio no gustó a Francia, Italia o Irlanda, ahora parece que habrá otras medidas que podrían impactar a las grandes compañías tecnológicas y la banca americana. Dado que si la UE tiene superávit con los EE.UU. en bienes y ellos lo tienen en servicios con nosotros, de forma que la balanza global (mercancías y servicios) está casi equilibrada, un posible escenario final apuntaría a que todo termine más o menos como hoy está. Es decir, mantenimiento de la OTAN y de los intercambios comerciales, pero Europa sufragando el grueso del esfuerzo militar y con sanciones controladas por ambos lados, aunque la UE pagando más.
Pero, sea cual sea el final de este proceso, nada volverá a ser como antes. Primero, porque la estrategia económica, política y militar de la administración americana dista de ser errática o irracional. Y aunque tiempo habrá de repasarla, hay que destacar que en ella hay conocimiento, diseño y objetivos claros. Segundo, porque la pérdida de confianza sobre los acuerdos con los EE.UU. ha sido demasiado severa. Nueva geoestrategia e incertidumbre son dos de los ejes que definen el inmediato futuro.
Donald Trump en el escenario del Rose Garden de la Casa Blanca
Cuando los historiadores analicen lo sucedido desde el pasado 20 de enero, quizás titulen el capítulo de ese período parafraseando el “Diez días que conmovieron al mundo” (1919), del periodista estadounidense John Reed. Porque, sea cual sea el final de estas batallas, el paisaje que nos aguarda difícilmente se parecerá al conocido. Y el que emerge no es el del asombro de un prometedor, nuevo y atractivo mundo, como el “Brave New World” de Miranda en “The Tempest” de Shakespeare. Sino el del desconcierto y la preocupación por lo que ha de llegar.