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Wall Street celebra con subidas récord el cambio de rumbo en los aranceles

El nuevo orden económico

El Nasdaq vive su mejor jornada desde la gran crisis financiera del 2008

Traders work on the floor of the New York Stock Exchange (NYSE) at the opening bell on April 9, 2025, in New York City. Wall Street stocks were mixed in early trading Wednesday as markets digested the latest tariff hike by the United States and retaliatory moves by China and the European Union. (Photo by TIMOTHY A. CLARY / AFP)

Un operador de Wall Street, en una de las jornadas más esquizofrénicas de los últimos tiempos

TIMOTHY A. CLARY / AFP

Una rebelión en plena regla. Parecen haber hecho mella en Donald Trump las fuertes caídas que ha vivido Wall Street, que han fundido casi 9 billones de dólares desde febrero, junto al encarecimiento del rendimiento de la deuda norteamericana, que llegó ayer a superar el 4,5%, un máximo en siete semanas que encendió inquietud sobre la financiación de EE.UU.

El presidente norteamericano, de por sí errático, dijo a los mercados gran parte de lo que querían oír: tras congelar la recarga tarifaria durante 90 días, dio a entender que para él los aranceles son una herramienta de negociación. Y que el verdadero enemigo a batir es China, el país en el que va a centrar su batalla, con derechos de aduana que suben hasta un 125%.

Las bolsas europeas habían acabado el día en rojo, con el Ibex cediendo un 2,22%. La sensación era que la guerra comercial se había convertido en un fenómeno global. En menos de 12 horas, EE.UU. y China habían elevado sus respectivos aranceles: Washington impuso un 104% a Pekín y China respondió con una magnitud similar. A su vez, la UE había lanzado tarifas del 25% sobre 21.000 millones en bienes americanos.

China atesora títulos del Tesoro de EE.UU. y cualquier venta puede disparar el coste de la deuda

Pero el día se dio la vuelta. Poco después de la apertura de Wall Street, con los ánimos por los suelos en los parquets, Trump dijo que “es hora de comprar”. Poco más de tres horas después, en un giro inesperado de los acontecimientos, su marcha atrás parcial disparó la euforia. Wall Street se fue para arriba como un cohete. El tecnológico Nasdaq ganó en pocos minutos más del 10%, en su mejor sesión desde octubre del 2008, para cerrar por encima del 12%. El S&P 500, con una subida de más del 9,5%, recuperó las ganancias del último año. Bill Ackman, el financiero de Wall Street que había expresado dudas sobre la política trumpista, dio las gracias al mandatario. Peter Schiff, gestor en Euro Pacific, lo vio de manera opuesta. “Me parece que Trump se ha rendido. Cuando se ha dado cuenta de que EE.UU. tenía las de perder, ha buscado una manera de salvar la cara”. Trump dijo que no daría marcha atrás con los aranceles. Y ahora es el primero en cambiar de rumbo. ¿Cómo van a invertir en EE.UU. las firmas extranjeras ante semejante caos?

En lo que se refiere a China, el enfrentamiento en cambio se recrudece. Sus recíprocas barreras arancelarias, mas del 100%, se acercan a niveles de embargo. Hay que entender el contexto. En los últimos veinte años hubo un pacto implícito entre EE.UU. y China. El primero le compraba productos baratos. El segundo invertía en sus bonos. Washington tenía acceso a bienes a buen precio y tenía garantizada su financiación. Pero este acuerdo se ha roto. Pekín ya es mucho más que la fábrica del mundo: es un rival de EE.UU. y Trump ha pasado al ataque.

Los analistas de Pimco dudan de que haya una marcha atrás de Trump sobre los aranceles

Trump se empeña en su campaña de desinformación (asegura que China es la que paga aranceles, cuando el coste lo paga el importador norteamericano). Pero la realidad es que el enfrentamiento comercial entre los dos gigantes solo es una parte del problema y ni siquiera la más importante: tan solo afecta a cerca del 15% de sus respectivas importaciones. El terreno monetario y crediticio es el campo de batalla.

Pekín todavía atesora una enorme cantidad de títulos de deuda de EE.UU.: unos 760.000 millones de dólares. Pero de forma paulatina ha ido reduciendo esta cartera: está en el mínimo en 15 años. Y en el mercado se habla de que China habría vendido estos días bonos por unos 50.000 millones. “El aumento del rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. descoloca al inversor”, admitía Roberto Scholtes, jefe de estrategia de Singular Bank.

Y a China le quedan más herramientas. Ya ha restringido el comercio de tierras raras, algunas esenciales para la industria de defensa estadounidense, y todavía podría devaluar el yuan, para compensar los aranceles. Aunque esta estrategia podría poner en riesgo sus depósitos bancarios, no sufriría un coste electoral (a diferencia de Trump). La guerra continúa sin pausas.

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