Aunque la guerra comercial sigue abierta, España intenta aprovechar la pausa arancelaria decretada la semana pasada por Washington, por muy parcial que sea, para acercar posiciones con Estados Unidos. Es uno de los objetivos que se ha marcado el ministro de DzԴdzí, Carlos Cuerpo, en su visita de hoy a la capital norteamericana.
Cuerpo se entrevista con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, para “fortalecer los lazos” con Estados Unidos, al que se califica como “uno de nuestros mayores socios comerciales”. La reunión se produce en un momento especial por dos motivos. Primero, porque viene después de la moratoria de los 90 días en la aplicación de los aranceles que Cuerpo, en una entrevista en bet365 este domingo, ya calificó de “puerta abierta a la negociación”. Una postura prácticamente calcada a la que se mantuvo también desde Bruselas. Y en segundo lugar, porque de la Administración norteamericana, es el secretario del Tesoro quien ha criticado de forma más explícita el acercamiento de España a China, a raíz del viaje del presidente del Gobierno a Pekín. Aproximarse a China es como “cortarse el cuello”, afirmó textualmente Bessent en un aviso de los riesgos que suponía una maniobra de este tipo. Es una advertencia que viene de uno de los elementos más moderados del círculo económico de Donald Trump y al que se considera determinante para que se declarara la pausa arancelaria.
Por tanto, a Cuerpo le tocará tanto disipar temores de un acercamiento excesivo a China como intentar mejorar las relaciones, y también aportar su parte para que las negociaciones entre EE.UU. y Europa, que lidera la Comisión Europea, lleguen a buen puerto.
La reunión de Cuerpo con Bessent estaba programada desde hace tiempo, es anterior al viaje de Pedro Sánchez a Pekín, pero los últimos acontecimientos le dan un contenido político añadido. “Desde la UE, desde España señalábamos la importancia de tender la mano a una negociación para poder llegar a un acuerdo”, afirmó ayer el ministro en un encuentro con corresponsables extranjeros, para añadir que “a ver si somos capaces de llegar a un acuerdo negociado y equilibrado”.
Es un acuerdo para el que la Unión Europea ya está haciendo concesiones importantes, como la de no responder, de momento, a la instauración de aranceles del 10%, y del 25% para el automóvil, el acero y el aluminio. Es una línea de buscar el consenso, aun a costa de no replicar de manera inmediata, que defienden tanto la Comisión Europea como el ministro de DzԴdzí.
El responsable de Comercio de la UE admite que un acuerdo pide un “importante esfuerzo conjunto”
Precisamente esta reunión se produce al día siguiente de la que mantuvieron ayer el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, y el secretario de Estado de Comercio, Howard W. Lutnick, sobre los aranceles; la tercera que mantienen desde que estalló esta crisis arancelaria, y que acabó sin resultados palpables.
“La UE se mantiene constructiva y dispuesta a alcanzar un acuerdo justo que incluya la reciprocidad mediante nuestra oferta de aranceles cero para los bienes industriales y el trabajo sobre barreras no arancelarias. Lograrlo requerirá un importante esfuerzo conjunto de ambas partes”, escribió el comisario Sefkovic en redes sociales después del encuentro. Es decir, siguen las conversaciones pero no se confirma ningún avance concreto por el momento.
Esta vez, como en su último viaje a Washington, Sefcovic no fue solo, sino que le acompañó Bjoern Seibert, el poderoso jefe de gabinete de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de su máxima confianza. En esta partida, la UE se ha mostrado dispuesta a ofrecer la fórmula de aranceles “cero” a los bienes industriales si Washington también los retira. También pone encima de la mesa comprar más gas natural licuado a Estados Unidos, justificando que lo deben adquirir de otras partes en la ruta para desconectarse de los hidrocarburos rusos. Sin embargo, ha puesto como líneas rojas hablar sobre el IVA, que Trump también ve como otro tipo de aranceles, o transigir en sus leyes para regular los mercados digitales, que el magnate considera una especie de impuestos a las tecnológicas estadounidenses y quiere presionar para cambiar.
La reunión por videollamada del 4 de abril, dos días después del llamado “día de la liberación”, no fue nada bien. Entonces Sefcovic se limitó a comunicar que había sido una conversación “franca” de dos horas. En ese momento Trump todavía no había reculado y había anunciado su moratoria de tres meses para los aranceles recíprocos a todo el mundo, salvo a China.
De momento, Bruselas ha respondido pausando 90 días la primera réplica de contramedidas, valoradas en casi 21.000 millones de euros. En concreto, lo que hizo ayer el Ejecutivo comunitario fue adoptar dos actos legales. El primero impone los aranceles como respuesta a los recargos estadounidenses al acero y al aluminio –como votaron los Veintisiete la semana pasada–, mientras que el segundo los suspende hasta el 14 de julio.
Cuerpo se reúne con el secretario del Tesoro, que fue quien advirtió a España contra el acercamiento a China
Si las negociaciones no saliesen bien, la UE insiste en que todas las opciones continúan encima de la mesa. Von der Leyen prefiere una salida negociada, pero ha dado órdenes de continuar con las preparaciones en caso de que no salga para tomar ulteriores represalias. La UE, consciente de que los bienes estadounidenses que puede golpear tienen un tope, tiene a los servicios estadounidenses en el punto de mira, y la semana pasada la presidenta de la Comisión alzó el tono al amenazar con castigar a las poderosas grandes tecnológicas estadounidenses, las conocidas como big tech , incluyendo potencialmente un impuesto sobre los ingresos por publicidad digital que afectaría a grupos como Amazon, Google y Facebook.
La ofensiva europea para tratar de convencer a la Casa Blanca de llegar a un acuerdo de no agresión continuará esta semana con la esperada visita de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que tendrá cita con Donald Trump en el Despacho Oval. Después, el vicepresidente J.D. Vance viajará a Roma, en Viernes Santo, con la esperanza de tener una audiencia con el papa Francisco. Todos los ojos están puestos en Meloni, que de momento no ha roto la disciplina europea y pretende defender la idea de “aranceles cero” para los bienes industriales propuesta por Von der Leyen.