El mundo en general tuvo la mirada puesta este fin de semana en Ginebra (Suiza).
Tras dos días de reunión entre las delegaciones de Estados Unidos y China, no se hizo público ningún resultado concreto de las negociaciones sobre la guerra comercial en marcha, aunque las declaraciones de unos y otros permiten deducir considerables progresos para aligerar el conflicto desatado con la imposición de aranceles por el presidente Trump.
Scott Bessent, secretario del Tesoro y líder de la delegación estadounidense, aseguró que los cara a cara se han saldado con “un progreso sustancial”. Así se expresó en una breve comparecencia al cerrar las reuniones, en línea con el optimismo que mostró Trump la noche del sábado, cuando al concluir la primera jornada de conversaciones ya anunció “grandes avances” y subrayó “un reinicio total de manera amistosa”.
Horas después, el viceprimer ministro chino, He Lifeng, habló también de “progreso sustancial” y subrayó que las dos partes han alcanzado “un consenso importante”. He dijo también que se trata de un “importante primer paso para resolver las diferencias”, y constató que “después de esfuerzos desde las dos partes, el encuentro ha sido productivo”. Calificó también las conversaciones de “sinceras, profundas y constructivas”.
Los dos países concretarán este lunes los detalles de los avances en las negociaciones
Los dos países se sentaron a la mesa con grandes diferencias. EE.UU. impuso unos gravámenes del 145% a las importaciones chinas, mientras que el gigante asiático replicó con otros del 125% a los estadounidenses.
Bessent y He dejaron para este lunes el anuncio de los detalles de lo conseguido. Según He, se hará público un comunicado conjunto.
Bessent también recalcó que las conversaciones estuvieron marcadas por “un evidente espíritu de cooperación, intereses compartidos y respeto mutuo”.
El representante comercial de EE.UU. Jamieson Greer, presente también en las conversaciones, se mostró mucho más optimista en su discurso. Para el secretario comercial, “es importante entender lo rápido que hemos sido capaces de llegar a acuerdos, lo que refleja que las diferencias quizás no eran tan grandes como pensábamos”. “Dicho esto, hubo mucho trabajo preliminar estos dos días”, añadió. Esto llevó a que el comunicado de la Casa Blanca fuera más concreto y anunciara un “acuerdo comercial” con China.
También sostuvo que nadie debe perder de vista la razón de estas negociaciones. “Estamos aquí porque Estados Unidos tiene un masivo déficit comercial de 1,2 billones de dólares y el presidente declaró la emergencia nacional e impuso los aranceles”, insistió.
“Tenemos la confianza de que el acuerdo que hemos logrado con los socios chinos será una ayuda para trabajar hacia la resolución de esa emergencia nacional”, matizó.
El negociador chino subraya que las dos partes han alcanzado “un consenso importante”
La disputa comercial fue provocada por el presidente estadounidense el mes pasado, aunque él considera que la culpa es de China, al anunciar el pasado 2 de abril aranceles generalizados sobre casi todos los países del mundo. Esos gravámenes ahora están sujetos a una suspensión de 90 días (hasta casi mediados de julio) mientras se realizan negociaciones por países de forma individual.
China no fue incluida en esa pausa. Los analistas piensan que puede estar buscando esa misma exención de tres meses para negociar la reducción del 145% en los gravámenes establecidos. Justo el pasado viernes, la víspera del encuentro en Ginebra, Trump sugirió que la reducción de los aranceles al 80% “parece lo correcto”, como si fuera una vía de aproximación para esas conversaciones.
El 10% se mantendrá en el futuro
Howard Lutnick, secretario de Comercio y fervoroso defensor de todo lo que proponga Trump, sostuvo este domingo que la tarifa base del 10% se mantendrá vigente en el futuro con todos los países del mundo, sin importar las tensiones comerciales que se han generado. “Estos gravámenes estarán en marcha por un largo tiempo”, recalcó en la CNN. Sin embargo, precisó que “no se pueden comprar los argumentos tontos de que esto lo pagan los consumidores estadounidenses”. Es lo que todos los analistas afirman que está ocurriendo, si bien Lutnick piensa que todo lo que se compra se fabrica en EE.UU.