El príncipe Enrique continúa su lucha ante la decisión del ministerio de interior británico (Home Office) de reducir su seguridad personal financiada por los contribuyentes cuando visita el Reino Unido. El duque de Sussex ha viajado a Londres para asistir este martes a una nueva vista ante los Tribunales Reales de Justicia, en la que ha expuesto que él y su esposa, Meghan Markle, se sintieron obligados a retirarse de sus deberes reales en el 2020, debido a que consideraban que la institución no los protegía.
Este es uno de los últimos asuntos que colean tras el Megxit, y en el que Enrique peleacontra un fallo que niega un derecho automático para él, Meghan, Archie y Lilibet a contar con guardaespaldas financiados con fondos públicos durante sus visitas al Reino Unido. En el alegato de Enrique a través de su abogada, Shaheed Fatima, se expone “que (a Enrique) se le ha dispensado un trato diferente, injustificado e inferior”.

El príncipe Enrique camina fuera del tribunal que juzga su apelación contra el rechazo de su desafío legal a la decisión del gobierno británico de quitarle su protección policial.
“El 8 de enero de 2020, (el duque de Sussex) y su esposa se vieron obligados a retirarse de su función como miembros oficiales a tiempo completo de la familia real, ya que consideraban que no contaban con la protección de la institución, pero deseaban continuar con sus funciones de apoyo a la difunta reina como miembros de la familia real con financiación privada”, ha expuesto su abogada,considerada una pionera en derecho tras convertirse en el 2016 en la primera abogada británica en usar hiyab.
Según Shaheed Fatima, cuando Ravec (un comité ejecutivo para la protección de la realeza y las figuras públicas) despojó al príncipe de su seguridad de alto nivel en febrero del 2020, no siguió sus propias reglas. “Su seguridad no parece haberse tratado en ninguna reunión formal de Ravec y no existen notas oficiales ni actas detalladas que registren el enfoque que se adoptará en relación con su seguridad”, alega la letrada.
Cuando el duque de Sussex emprendió acciones legales contra la decisión deRavec, lo hizo en dos sentidos. Por un lado, intentó hacer valer su derecho a la protección oficial cuando visitase territorio británico, algo que de momento no le ha reconocido ningún tribunal. Y, por otro, si esta vía no fuese posible, quería poder realizar pagos privados de su bolsillo al ministerio de interior británico para que su seguridad y la de su familia siguiese a cargo de los servicios del Estado en sus visitas al Reino Unido, pero otro juez ya desestimó esa causa en mayo del año pasado.
En el segundo caso, el príncipe buscaba el visto bueno del Tribunal Superior de Londres para pagar su propia protección en el Reino Unido, pero que de la organización de esa seguridad se hiciera cargo el Estado. Ante requerimientos del juez, la Policía Metropolitana de Londres insistió en que sus oficiales no son “armas de alquiler” para los ricos y famosos, y alegaron que permitir que Enrique pague por la protección oficial sentaría un “precedente inaceptable”. También coincidían en que sería “incorrecto que un cuerpo policial ponga a los oficiales en peligro tras el pago de una tarifa por parte de un particular”.
Confesiones en 'Spare'
Amenazas de Al Qaeda al príncipe Enrique
El príncipe Enrique generó un lío diplomático entre Reino Unido y Irán por su confesión en el libro Spare de que mató a 25 talibanes mientras cumplía servicio en el Ejercito británico. Por esa misma confesión la revista One Ummah, la publicación de la organización terrorista Al Qaeda, llamó a “manos islámicas” a “hacer justicia” porque “los crímenes no se expían por el tiempo que haya pasado, y los hombres correctos corren tras él, y alabado sea Alá”. Ocurrió en febrero del 2023.
Esas preocupantes líneas que abordaban la confesión del príncipe Enrique azuzaban a los lectores de la publicación a tomarse la justicia por su mano contra él y así vengar esas muertes de talibanes. Lo veían también como “una oportunidad para que la corona británica se vengue de su hijo disidente reduciendo el coste de su seguridad”.
La revista ahondaba en que “la confesión del príncipe de que mató a veinticinco musulmanes afganos a sangre fría, y que eran solo piezas de ajedrez en sus ojos, nos revela la cantidad de condescendencia, discriminación y amor a la criminalidad en los genes de este componente humano”.