bet365

Broncano dice que Felipe VI es emperador de Roma, ¿tiene razón?

Polémico título

Sometemos a David Broncano a la máquina de la verdad: ¿es Felipe IV emperador de Roma? La historia tiene más revueltas de lo que parece

David Broncano aprovechó el inicio de 'La Revuelta' para comentar los resultados de audiencia frente a 'El Hormiguero'

David Broncano aprovechó el inicio de 'La Revuelta' para comentar los resultados de audiencia frente a 'El Hormiguero'

RTVE

El momento es disparatado. El grupo Amaral está en el plató de La Revuelta y el presentador, David Broncano, decide dar una clase de historia soltando que “Constantino, uno de los últimos emperadores, cedió la corona del Imperio romano a la reina Isabel y al rey Fernando, y de ahí sería el rey Felipe”. Nadie reacciona hasta que Broncano insiste con un mensaje directo al monarca: “Si estás viendo esto y no lo sabes, Felipe, que sepas que eres tú. ¡El emperador de Roma eres tú!”. El público, regocijado, aplaude mientras los de Amaral asisten, algo sorprendidos, a semejante descubrimiento.

No es para menos. Broncano acaba de soltar en prime time que Felipe VI es heredero directo de Augusto, Trajano y 䲹íܱ. Y a nosotros, aquello, nos pone alerta. Así que desempolvamos unos cuantos libros, seguimos un par de rastros y, sorteando alguna imprecisión del presentador, aplicamos a Broncano nuestra particular máquina de la verdad histórica.

Herederos de Roma

Como es sobradamente conocido, el Imperio romano occidental sucumbe en el siglo V, pero el oriental, heredero del primero con capital en Constantinopla, resiste durante siglos hasta que en 1453 acaba cayendo, bombardas mediante, ante los otomanos del sultán Mehmed II. Al mando de los bizantinos estaba el emperador Constantino XI Paleólogo, a quien parece citar (equivocadamente) Broncano y que, presumiblemente, es asesinado durante el saqueo de la capital imperial.

Horizontal

El sultán Mehmed II con un joven dignatario, por Gentile Bellini (Photo by Fine Art Images/Heritage Images/Getty Images)

Getty

En los años que siguieron al desastre, Mehmed y su gente desintegraron los restos de Bizancio, entre los que se encontraba el despotado de Morea, una provincia situada al sur de la actual Grecia. Aquel territorio estaba dominado por dos hermanos del emperador caído, Demetrio y Tomás. El primero acabó sometiéndose a los otomanos, mientras que el segundo, cargando en la maleta con la cabeza del apóstol Andrés, huyó.

Tomás fue primero a Corfú con su familia para, convertido al catolicismo, viajar posteriormente a Roma, donde entregó la apostólica reliquia al papa Pío II, a quien pidió ayuda y una pensión. La particularidad de la posición de Tomás es que, muertos, sometidos o desaparecidos el resto de herederos, él era entonces el legítimo emperador de Bizancio.

Los hijos

Tomás fue prolífico en descendencia, pero la mayoría de sus hijos acabaron devorados por la historia. Tres de ellos, Zoe, Manuel y Andrés, habían permanecido en Corfú mientas su padre marchaba a Roma para, en 1465 seguir los pasos de su progenitor. Sin embargo, cuando llegaron a su destino Tomás había muerto, así que pasaron a estar bajo la protección del cardenal griego Bessarion.

Tomás Paleólogo (en el centro con ropaje azul). Detalle de 'El papa Pío II llega a Ancona', por Pinturicchio, 1502

Tomás Paleólogo (en el centro con ropaje azul). Detalle de 'El papa Pío II llega a Ancona', por Pinturicchio, 1502

Dominio público

Zoe se casó en 1472 con el zar ruso Iván III, mientras que el destino de Manuel es hoy objeto de debate, ya que no está claro si acabó sometiéndose a los otomanos o dedicó su vida a vagabundear por el mundo. Andrés, por su parte, permaneció en Roma y heredó el título de emperador de Bizancio, para acabar pasando a la historia como un vividor adicto a las faldas que derrochaba la pensión otorgada por el papa.

La realidad es más compleja, como sostiene el historiador Jonathan Harris, quien, tras bucear en las cuentas papales, ha llegado a la conclusión de que Andrés recibía una pensión, sí, pero esta disminuyó progresivamente tras la muerte de su protector, el cardenal Bessarion. Además, ese dinero no se usaba solo para el mantenimiento de Andrés, sino para sostener a todos sus familiares huidos de Bizancio.

Andrés Paleólogo visita Moscú

Andrés Paleólogo (dcha.) visita Moscú

Dominio público

Con la cartera siempre vacía, Andrés se dedicó a mendigar por las cortes europeas y, a partir de 1475, intentó vender su derecho a los tronos de Trebisonda y Constantinopla, tanteando al rey de Nápoles, al duque de Borgoña o al de Milán. No sería hasta 1494 cuando topase con un comprador más decidido, Carlos VIII de Francia.

Carlos se comprometió a pagar 4.300 ducados anuales y una guardia de cien jinetes al exiliado a cambio de la corona bizantina. Además, tenía la intención de recuperar Constantinopla, sentar a Andrés en el despotado de Morea y convertirlo en su vasallo. Tan esperanzador plan se vino abajo en 1498, con la muerte prematura del rey francés, que dejó al emperador bizantino de nuevo en la miseria.

¿Broncano tenía razón?

Cuatro años más resistió Andrés y, cuando en 1502 redactó su testamento, decidió entregar la corona del Imperio a nuestros hispánicos reyes Isabel y Fernando. Según José Manuel Floristán, de la Universidad Complutense, la decisión tuvo que ver con que sentía cierto afecto hacia ellos, probablemente porque le prestaron algún tipo de ayuda, pero además existía un interés más pragmático, ya que Isabel y Fernando, aparte de duques de Atenas y Neopatria, dominaban Sicilia, Apulia y Calabria, plataformas perfectas para lanzar una operación contra los otomanos.

Siendo Felipe VI heredero de Isabel y Fernando, aparentemente Broncano tiene razón y nuestro monarca es emperador de Roma. El problema es que ningún rey español ha utilizado jamás este título, cosa que sí hizo Mehmed II, quien lo ganó por derecho de conquista, y no por el discutible testamento de un exiliado sin reino.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...